De los derechos humanos a los derechos sintientes: la próxima generación de pensamiento sobre los derechos

Foto: Wai Siew/Unsplash


La concesión de derechos ha sido un marcador importante del progreso desigual e incierto de la humanidad. La cuestión de quién, e incluso qué, merece derechos, tiene una historia igual de larga.

Mientras que muchos siguen discutiendo, lamentablemente, sobre cuáles humanos merecen derechos, otros han procedido a otorgar derechos a todos los humanos, de forma más notable en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asimismo, muchos debaten qué otras entidades deberían tener derechos, incluidos los animales no humanos, aspectos del entorno natural e incluso futuras inteligencias generales artificiales. Propongo que resolvamos estos debates centrándonos en la característica de la sintiencia.

En primer lugar, la sintiencia es la capacidad de sentir subjetivamente. Es la capacidad de sufrir, sentir placer, florecer o experimentar bienestar. En ese sentido, es el principal componente moral de la conciencia.

Si nuestro objetivo primordial al otorgar derechos es reducir el sufrimiento y fomentar el florecimiento, tiene sentido utilizar la sintiencia como característica principal. ¿Por qué otorgar derechos a algo que no puede sufrir? ¿Por qué no otorgar derechos a algo que sí puede? Como Jeremy Bentham escribió en 1879, “La pregunta no es ‘¿pueden razonar?’ ni ‘¿pueden hablar?’ sino ‘¿pueden sufrir?’”.

La sintiencia es el principal componente moral de la conciencia.

Algunos sostienen que necesitamos un estándar más alto. Los humanistas antropocéntricos sugieren que los derechos deberían restringirse a los miembros de la especie humana. Las organizaciones de prevención de la crueldad, como la RSPCA, conceden derechos a las mascotas y a los animales silvestres carismáticos, pero no tanto a los animales de granja. Otros activistas se centran en objetos morales plenamente conscientes, autónomos y autodeterminados que ameritan el carácter de “persona”. Yo sostengo que, si otorgar derechos se trata de reducir el sufrimiento, deberíamos otorgarlos a cualquier cosa capaz de sufrir.

Si aceptamos ese argumento, la siguiente pregunta es: “¿qué cosas son sintientes?”. Para empezar, todos estamos convencidos de nuestra propia sintiencia. Garantizar la sintiencia ajena puede parecer más complicado desde una perspectiva filosófica, pero podemos inferir con confianza que hay sintiencia a partir de la observación de comportamientos y funciones (por ejemplo, a través de la anatomía y de imágenes de resonancia magnética funcional [IRMf]). Dado que los humanos se comportan de manera similar y tienen aproximadamente el mismo hardware neuronal, parece razonable suponer que todos somos sintientes.

El mismo enfoque nos lleva a concluir que muchos animales son sintientes. Hace falta más investigación en este campo, pero la ciencia actual indica que los mamíferos, aves, reptiles, anfibios y la mayoría de los peces e insectos son sintientes. En el caso de algunas especies, aún no estamos seguros. Lo que sí sabemos, es que estos animales no humanos existen hoy en día y que sus derechos y los derechos de los humanos deben ser una prioridad global. Además, dado el papel de la cría de animales en la aceleración de la emergencia climática, los intereses de los animales humanos y no humanos están convergiendo rápidamente. 

Al mismo tiempo, si bien los animales humanos y no humanos son la prioridad indiscutible de esta nueva generación de pensamiento sobre los derechos, es posible que con el tiempo también creemos o encontremos otras formas de seres sintientes. Esto puede suceder pronto, o nunca, pero hay que preparar nuestros marcos y filosofías sobre los derechos para el futuro, por si acaso. Centrar la atención en la sintiencia nos ayuda a hacer esto sin quedar confinados a definiciones arbitrarias de las especies o incluso a un tipo particular de biología, hardware o software. La sintiencia parece ser una clase avanzada de procesamiento de información que podría funcionar en una variedad de sustratos. El sufrimiento no biológico no sería menos genuino. También es posible que llegue el momento en el que nosotros esperemos que las inteligencias artificiales o alienígenas del futuro se adhieran a la ética sintiencista, por nuestro propio bien. Es poco probable que la ética humanista por sí sola resulte persuasiva para los no humanos.

¿Por qué otorgar derechos a algo que no puede sufrir? ¿Por qué no otorgar derechos a algo que sí puede?

Utilizar la sintiencia como nuestra característica determinante también nos ayuda a aclarar qué entidades no necesitan derechos. Estas incluyen corporaciones, plantas, especies, ríos, montañas u otros aspectos del entorno natural. Puede que estas cosas sean importantes para las experiencias y la supervivencia de los animales y los humanos sintientes y, por ello, necesiten protección; sin embargo, no pueden sufrir y, por lo tanto, no necesitan sus propios derechos diferenciados.

Este enfoque sintiencista tiene implicaciones de largo alcance, sobre todo en nuestra forma de tratar a los animales. Al igual que con los humanos, causar sufrimiento e incluso la muerte se justifica en algunas ocasiones, pero la razón debe ser poderosa y sólida. Utilizar animales para nuestra comida, bebida y productos no es justificación suficiente. Tenemos que pensar sobre el hecho de causar sufrimiento y muerte a los animales de granja de la misma manera en que pensamos sobre el hecho de causar sufrimiento y muerte a las mascotas o animales salvajes carismáticos. Los animales de granja son igual de sintientes. Otorgar al menos derechos básicos de seguridad física a los animales sintientes requiere el fin de la cría de animales y una transición completa a la agricultura de cultivo. Esto evitaría el sufrimiento y la muerte de más de 100 mil millones de animales sintientes cada año, reduciría radicalmente nuestro impacto climático e incluso podría ayudar a salvar la selva tropical, liberando al mismo tiempo vastas extensiones de tierra para la plantación de árboles o la restitución de la vida silvestre. Esto puede parecer un cambio radical dada la escala de la cría de animales y su importancia tradicional y cultural, pero los beneficios son claros. Ya se han realizado esfuerzos serios para demostrar cómo podemos hacer que funcione esta transición, incluido este análisis centrado en el Reino Unido realizado por New Economics Foundation y The Vegan Society. El proceso incluye la reorientación de los subsidios gubernamentales, el apoyo a las comunidades agrícolas durante la transición y el manejo de los animales a lo largo del proceso.

Cuando ampliamos nuestro círculo moral, al interior y más allá de la especie humana, todos nos beneficiamos.

El sintiencismo también refuerza la agenda de los derechos humanos. Además de estar motivados por la solidaridad entre especies y nuestra humanidad compartida, podemos considerar nuestra sintiencia compartida. Este enfoque puede ayudar a refinar algunas de nuestras ideas sobre derechos humanos. Por ejemplo, con respecto al tema del aborto, el sintiencismo no resuelve las preguntas sobre cómo equilibrar los derechos de la madre y los del embrión o feto, pero sí ayuda a centrar la atención en la consideración moral que debemos concederle al feto en las diferentes etapas de desarrollo. La sintiencia no comienza con la concepción, pero está presente en un bebé recién nacido. La ciencia puede ayudarnos a juzgar en qué parte del proceso de desarrollo comienza la sintiencia y cómo se desarrolla con el tiempo. Así, podremos realizar la labor ética de equilibrar intereses y derechos sobre una base sólida, afianzada en la realidad.

Dadas las implicaciones a veces radicales tanto para los humanos como para los animales, el cambio a un concepto de derechos sintientes presentaría desafíos distintos para las diversas culturas, naciones y regiones. Muchos se resistirían a otorgar derechos a las mujeres, los apóstatas, las comunidades LGBTQ+, otros grupos étnicos o los animales sintientes, ya sea por creencias sobrenaturales, tradiciones arraigadas o dogmas más modernos. A pesar de esos desafíos, los defensores de los derechos sintientes no deben temer adoptar un enfoque universalista, como lo hemos hecho con los derechos humanos. Todas las cosas sintientes pueden sufrir y florecer. Todos compartimos la misma realidad física. Por lo tanto, estamos justificados al sugerir un enfoque universal para usar la evidencia, aplicar la razón y dar consideración moral a todos los seres sintientes.

Otorgar derechos a todos los seres sintientes presenta otros desafíos, por supuesto. ¿Cómo podemos resolver los conflictos entre derechos? ¿En qué deberían diferir los derechos para los seres con capacidades e intereses distintos? ¿La concesión de derechos más amplios diluye demasiado nuestras prioridades? ¿Otorgar derechos a nuevos grupos socava los derechos de aquellos que ya los tienen? ¿Necesitamos una Declaración Universal de los Derechos Sintientes?

Tras una reflexión, nos damos cuenta de que todos esos desafíos también afectan a la concesión universal de los derechos humanos, pero persistimos, y con razón. Cuando ampliamos nuestro círculo moral, al interior y más allá de la especie humana, todos nos beneficiamos.
 


 


Gracias a Beornn McCarthy, cofundador de OpenForAnimals y a los miembros de nuestra Comunidad de Sintiencismo, por sus aportes a este artículo. Gracias también a Alasdair Cochrane por acuñar el término “derechos sintientes” y por permitirme reutilizar el título de su trabajo para este artículo. Todos los errores son míos. 

El sintiencismo es una filosofía moral simple y de potencial unificador, que se compromete a usar evidencia, aplicar la razón y otorgar consideración moral a todos los seres sintientes. Se puede ver como una extensión del humanismo. Personas de más de 50 países están trabajando para construir una comunidad global en torno al sintiencismo. Puede encontrar nuestros grupos en Facebook (público), Facebook (privado), Twitter, Reddit, GoodReads, LinkedIn e Instagram.