La protección de los cuerpos digitales de los niños a través de los derechos


El episodio reciente en el que una funcionaria de ACNUR tuiteó la foto de una niña refugiada iraquí sosteniendo un pedazo de papel con toda su información personal, incluida la composición y ubicación de su familia, es notable por dos motivos. En primer lugar, por la asombrosa indiferencia y quizás también ignorancia que manifestó una funcionaria de comunicaciones de la ONU de alto rango con respecto a la información personal de una niña. Sin embargo, el aspecto más destacable de este suceso ha sido la condena generalizada del tuit (ya eliminado) y su remitente, así como su explicación de que la fotografía tenía “seis años de antigüedad”. Mientras que la crítica pública se ha centrado en la brecha de poder entre humanitarios y refugiados y la precaria situación de los refugiados iraquíes, este episodio es significativo porque señala la aparición de una nueva figura en el campo de la ayuda internacional y la gobernanza global: la de los cuerpos digitales de los niños.

Dado que los niños son dependientes, la promesa primordial de la tecnología es permitir un cuidado y control casi ilimitados: directamente por parte de los padres, pero también indirectamente por parte de las agencias de marketing y las empresas de tecnología que crean perfiles de consumidores. Según explicó Deborah Lupton, en la economía política del Norte global (y, yo agregaría, el Este global), los niños se están convirtiendo en objeto de una multitud de dispositivos de monitoreo que generan información detallada sobre ellos. ¿Cuáles son las posibles ramificaciones negativas en contextos de bajos recursos y entornos frágiles caracterizados por deficiencias de supervisión y rendición de cuentas profundamente arraigadas?

El auge de las prácticas experimentales: tecnologías de la educación, bebés y biometría

Existe una larga historia de trasplantes educativos problemáticos en el contexto de la ayuda, desde el uso de los programas de ayuda como vertederos de libros de texto usados hasta el material inapropiado en términos culturales o lingüísticos. La historia de esta clase de prácticas en cuestión de tecnología en las situaciones de desastre es mucho más reciente, pero también son problemáticas ya que implican pruebas a gran escala de plataformas de tecnologías de la educación. Mientras que los profesionales se quejan de la relevancia, la falta de compromiso participativo y la dudosa operatividad en los contextos de emergencia, se habla poco sobre los aspectos éticos de las tecnologías de la educación (también conocidas como Ed Tech, en inglés), la extracción de datos y la manera en que la recopilación de datos de niños y jóvenes forma parte de la fusión de la ayuda y el capitalismo de vigilancia.

Otra tendencia reciente se refiere a la identificación biométrica infantil para ayudar a aumentar los índices de vacunación. Cada año, cientos de miles de niños mueren a causa de enfermedades prevenibles, muchos por inconsistencias en la provisión de programas de vacunas. Por lo tanto, la identificación biométrica tiene por objeto vincular a los niños con sus historias clínicas y superar los problemas logísticos de los sistemas basados en papel. Actualmente, se están llevando a cabo o se prevé realizar ensayos en la India, Bangladesh y Tanzania. Aunque aún hay dificultades técnicas para capturar con precisión los datos biométricos de los bebés, las nuevas técnicas biométricas registran los dedos, ojos, rostros, orejas y pies. Además de las vacunas, los usos de la biometría infantil incluyen combatir el fraude en los programas de ayuda, identificar a los niños desaparecidos y luchar contra el robo de identidad.

En el campo de la ayuda, cada vez se extraen más datos sobre los niños mediante la miniaturización y la personalización de la tecnología de las TIC. La biometría de bebés y niños a menudo se combina con dispositivos de seguimiento en forma de pulseras, collares, auriculares y otros dispositivos que los usuarios portan durante largos periodos.

En general, las iniciativas tecnológicas dirigidas a los niños suelen presentarse como narrativas de progreso, sin prestar mucha atención a las consecuencias no deseadas. En la economía del sufrimiento, los niños y los bebés siempre son los individuos más merecedores, y es difícil argumentar en contra de las intervenciones para salvar vidas. De manera similar, la urgencia de salvar a los niños funciona como un llamado a la acción que ofrece a los actores de la ayuda y del sector privado un margen de maniobra con respecto a las pruebas y la experimentación. Al mismo tiempo, la combinación de la distribución de dispositivos y la recolección de datos se convierte inevitablemente en parte de una economía global de datos, donde se reproducen y exacerban los patrones de desigualdad estructural.

Los cuerpos digitales de los niños

A pesar de la tecnologización masiva de la ayuda dirigida a los niños, hasta ahora, no se ha hecho una reflexión crítica sobre la producción de los cuerpos digitales de los niños en el ámbito de la ayuda humanitaria. El uso de tecnologías digitales crea “cuerpos digitales” —imágenes, información, datos biométricos y otros datos almacenados en el espacio digital— que representan los cuerpos físicos de las poblaciones afectadas por los conflictos y los peligros naturales. Sin embargo, estas poblaciones tienen poco poder de decisión o control sobre ellos. Estos “cuerpos digitales” coproducen nuestras personalidades, relaciones, y figuras jurídicas y sociales, y hoy en día tienen una gran incidencia en nuestros derechos y privilegios como individuos y ciudadanos. ¿Qué distingue en realidad a los cuerpos digitales de los niños? ¿Cuál es la naturaleza específica del riesgo y el daño que pueden sufrir estos cuerpos?

En un contexto no relacionado con la ayuda, los investigadores de datos críticos y los defensores de la privacidad apenas están comenzando a prestar atención a estas prácticas, sobre todo a la serie de daños específicos que pueden encontrar, como la erosión de la privacidad.

Las iniciativas tecnológicas dirigidas a los niños suelen presentarse como narrativas de progreso, sin prestar mucha atención a las consecuencias no deseadas.

La cuestión de probar productos inacabados en niños es sumamente polémica: la posibilidad de que se prueben productos inseguros en entornos frágiles y de bajos recursos, con requisitos distintos a los que plantean los países ricos, es muy problemática. Por otro lado, lanzar y trasplantar dispositivos digitales desde el Norte y el Este globales hacia el Sur global sin comprender en absoluto las necesidades, el contexto y las prácticas de adaptación locales es ineficaz, debilitador y un mal aprovechamiento de los recursos, y, en el peor de los casos, podría desestabilizar aún más a los frágiles sistemas escolares, como ha demostrado la historia del imperialismo tecnológico.

Con mucha frecuencia, en la ayuda técnica dirigida a los niños, se ignora o se hace invisible el potencial de riesgo y daño digital para los niños. El riesgo se expresa como un problema de seguridad de datos, mal funcionamiento y manipulación humana de los datos. Los niños, especialmente en entornos de bajos recursos, tienen pocas oportunidades de cuestionar el conocimiento generado a través de algoritmos. También tienen poca conciencia tecnojurídica con respecto a la manera en que sus datos personales se explotan, comercializan y utilizan para tomar decisiones sobre su posterior acceso a los recursos, como atención médica, educación, seguros, asistencia social, empleo, etc. Existe el riesgo obvio de que los actores armados y otros actores maliciosos accedan a los datos y los exploten; pero también existe la posibilidad de que los dispositivos portátiles, las tabletas y los teléfonos se utilicen como aparatos que permitan escuchar y vigilar a los parientes y las carreras de los niños. Corresponde a los actores del sector de la ayuda comprender tanto las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías como los daños que pueden ocasionar, no solo al momento de responder a las emergencias, sino mucho después de que estas terminan.

Conclusión: ¡es hora de recurrir a la CDN!

Con la actual integración en el ámbito de la ayuda de una combinación de vigilancia y extracción de datos de los niños, que abarca desde las tecnologías de la educación hasta la biometría infantil, el debate crítico sobre las implicaciones éticas y jurídicas para los cuerpos digitales de los niños se está convirtiendo en un tema candente.

El principio de no hacer daño es un pilar clave de orientación ética en todos los campos del desarrollo, el humanitarismo y la salud global. Los ejemplos anteriores ilustran la necesidad de invertir en los aspectos éticos y en evidencia sobre los efectos del desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías en entornos de bajos recursos y frágiles. Los profesionales y los académicos deben estar atentos a cómo el encuadre de los problemas estructurales da lugar a problematizaciones favorables a la intervención y la innovación tecnológica, así como a los intereses del sector de la tecnología. ¿Pero es eso suficiente?

La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) de 1989 representó un hito en la reflexión sobre el derecho de los niños a la integridad, a ser escuchados y a la protección de sus cuerpos físicos. El artículo 3.1 determina que: “en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”. Ha llegado el momento de formular e integrar dentro de este marco normativo un entendimiento de los cuerpos digitales de los niños en la ayuda internacional.