En el país y en el extranjero: el equilibrio de los compromisos de Brasil en materia de derechos humanos

El camino hacia la internacionalización está pavimentado con retos. Al igual que muchos otros países del sur global, Brasil sigue siendo un país con sus propias violaciones graves de derechos humanos que no pueden ignorarse. Estas violaciones exigen atención a nivel local incluso mientras vemos más allá de las fronteras los problemas a nivel mundial. El equilibrio entre las prioridades nacionales y las prioridades internacionales debe negociarse con precaución, en cuanto a la distribución de recursos, la visibilidad y otros aspectos.

Además, el “sur global” no es un grupo monolítico, a pesar de que a menudo se refieren a él como tal. En ciertas instituciones, como las Naciones Unidas, puede ser una unidad política congruente y potente. Los países no alineados a menudo buscan una postura común, una que generalmente se opone a las potencias del “norte”. Sin embargo, fuera de estas situaciones en particular, no es común que los países del sur actúen como un conjunto ideológico. De hecho, dentro del sur global prevalece una gran diversidad cultural y económica, y los intereses bilaterales a menudo son más fuertes que cualquier otro asunto, sobre todo los derechos humanos. Quizás ahora más que nunca, el sur global es un conjunto de países heterogéneo, complejo e intricado que está luchando a nivel nacional e internacional para mantener su cohesión. Por este motivo, creemos que cerrar la brecha entre el norte y el sur, y dentro del sur, entre las organizaciones de la sociedad civil, debe ser una parte importante de nuestro trabajo a nivel internacional.

Cuando se creó Conectas, la idea de contar con una organización que tuviera una misión internacional y cuya sede estuviera en el sur global, donde las violaciones de los derechos humanos eran (y siguen siendo) flagrantes, era algo inaudito. Era una idea audaz, incluso tal vez demasiado audaz. Desde la perspectiva de los patrocinadores, no había un protocolo implementado para respaldar dicha iniciativa. Sin embargo, el mundo ha cambiado rápida e inesperadamente, y en los últimos años, se confirmaron la perspectiva y las suposiciones conforme a las que se constituyó Conectas: necesitamos un movimiento internacional de derechos humanos más diverso, lo cual tendría que incluir las voces y perspectivas de las organizaciones del sur global.

De hecho, las “potencias emergentes” ya emergieron, y el papel que desempeñan a nivel mundial se ha vuelto más relevante, lo cual hace que el desempeño de las organizaciones de la sociedad civil sea más importante. 

El liderazgo de Europa y los Estados Unidos, con sus afirmaciones de ser “campeones en materia de derechos humanos” tradicionales, se atenuó debido a las crisis políticas y económicas graves, así como una crisis de credibilidad respecto a sus posturas en materia de los derechos humanos, de lo cual apenas se están recuperando lentamente. El Medio Oriente está en un estado de agitación, y hay un gran signo de interrogación en cuanto a la naturaleza de los gobiernos que surgirán de las transiciones. De hecho, las “potencias emergentes” ya emergieron, y el papel que desempeñan a nivel mundial se ha vuelto más relevante, lo cual hace que el desempeño de las organizaciones de la sociedad civil sea más importante. De hecho, los países emergentes se encuentran en un punto decisivo, al estar batallando para equilibrar sus asuntos internos con sus aspiraciones a nivel internacional. En Brasil en particular, el ex presidente Lula estableció la reputación de Brasil como potencia mundial a nivel internacional. Aunque el escrutinio internacional y la proliferación de diversos medios de comunicación han expuesto las violaciones que se cometen dentro de sus fronteras, sigue habiendo un firme voto de confianza por parte de la comunidad internacional en el papel que el país debería estar desempeñando a nivel mundial, incluido el que tiene que ver con los derechos humanos y las cuestiones de política exterior.

Como consecuencia, desde la “era de Lula” y el crecimiento económico constante de Brasil, el mundo esperaba que Brasil comenzara a desempeñar un papel importante a nivel internacional al ayudar a resolver crisis internacionales importantes. Sin embargo, en los últimos años, la contribución de Brasil a la resolución de conflictos y crisis en todo el mundo, o la promoción y defensa de los derechos humanos, ha sido todo menos impresionante. Los asuntos internos, incluidas las violaciones de los derechos humanos, a menudo fungen como un techo de cristal para el desempeño de Brasil a nivel internacional. Es fundamental que la sociedad civil de Brasil se asegure de que los asuntos internos no se usen como pretexto para que Brasil se esconda de sus responsabilidades internacionales, y lo contrario también es cierto: Brasil no debe usar su trabajo internacional para distraerse de los problemas apremiantes internos. 

Tomando estos conflictos en cuenta, la estrategia de Conectas se basa en la convicción de que los defensores de los derechos humanos y sus organizaciones en el sur global tienen la llave hacia un orden internacional más diverso y comprometido con el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, ésta no es la convicción de todos en el sur global. Específicamente en Brasil, hay algunas partes que realmente se preocupan por la vocación internacional de Brasil, dada la amplitud de otros asuntos internos.

Conectas disfruta el respaldo y la colaboración de mucha gente en los círculos académicos, pero para el público en general, el papel internacional de Brasil no es una prioridad, y en ese sentido, Conectas sigue batallando para formar un grupo de apoyo fuera de su zona de influencia tradicional. Aunque las violaciones se cometen a nivel local, en contextos económicos y políticos específicos, sus causas y soluciones generalmente yacen más allá de las fronteras. El desarrollo de Brasil se basa en la idea de que el crecimiento económico es fundamental y justifica cualquier tipo de compromiso o intercambio, incluidas las violaciones de los derechos de muchas comunidades locales e indígenas para cubrir las necesidades de proyectos de infraestructura o minería de compañías brasileñas o extranjeras. La Copa Mundial de 2014 es un buen ejemplo: Brasil cumplió todas las peticiones de la FIFA con grandes inversiones en infraestructura, mientras la gente salía a las calles a exigir una mejor educación, transporte público y atención médica. La fama y los posibles beneficios económicos de la Copa Mundial parecían ser más importantes para el gobierno que invertir en derechos económicos y sociales básicos para el país.


Ben Tavener/Flickr (Some rights reserved)

Protesters during an anti-World Cup demonstration in São Paulo.


La internacionalización y la colaboración con otras organizaciones es más que una estrategia para Conectas; es un valor y una identidad. Sin embargo, la diferencia de la capacidad humana, la capacidad financiera y la capacidad en materia del acceso y la visibilidad en las organizaciones de derechos humanos entre el norte y el sur, y en el sur global, se ha convertido en un punto crítico. Conforme un número de organizaciones internacionales del norte se descentraliza hacia el sur global, las oportunidades de formar alianzas y de tomar medidas conjuntas han aumentado. Sin embargo, a menudo la colaboración entre partes desiguales es mucho más delicada de lo esperado. A menudo significa tener que lidiar con cuestiones cruciales de sincronización o posicionamiento político para llegar a un consenso. La capacidad que tiene una organización de dirigirse a las personas encargadas de tomar las decisiones, a los medios de comunicación y a los funcionarios de gobierno son características fundamentales de cualquier organización que esté involucrada en litigios, en la defensa de los derechos y en campañas. La capacidad de viajar a Brasilia, Ginebra y otros lugares estratégicos de forma precipitada, la capacidad de movilizar y analizar información, de difundirla de una forma clara y de hacer que la traduzcan en varios idiomas también son elementos fundamentales. Sin embargo, todo esto conlleva gastos fuertes, que las organizaciones del norte a menudo pueden cubrir con mayor facilidad.

Por lo tanto, nuestro papel a nivel internacional siempre es una combinación de acciones y reacciones, al ayudar a Brasil a encontrar ese equilibrio entre sus obligaciones internas e internacionales, y encontrar un equilibrio entre los protagonistas del norte y los del sur. Nuestras alianzas a nivel internacional y en el sur global ayudan a asegurar que el gobierno cumpla con todos sus compromisos en materia de los derechos humanos, tanto en su país como en el extranjero. ¿Se convertirá Brasil en el líder emergente que el mundo había predicho que sería? Sólo si la sociedad civil se rehúsa a permitir que sea menos que eso.