¿Es China el futuro para los modelos híbridos de financiamiento de OSC?


Desde que Xi Jinping llegó al poder en 2013, China no ha sido terreno fértil para las organizaciones de la sociedad civil (OSC), debido a una represión amplia e implacable contra las OSC basadas en los derechos, los activistas y los abogados de derechos humanos y a la aprobación de una Ley de ONG Extranjeras en 2016.

La represión ha dado lugar a la detención de muchos activistas y abogados, el cierre de OSC basadas en los derechos y el hostigamiento de sus familiares y simpatizantes. Aquellos que no están detenidos pasaron a la clandestinidad y están bajo la vigilancia constante de una policía y fuerzas de seguridad de cada vez más alta tecnología cuyo presupuesto ahora supera al del ejército.

La Ley de ONG Extranjeras ha hecho cada vez más difícil que las ONG internacionales operen en China y apoyen a las OSC chinas. Ahora, las ONG internacionales deben obtener la aprobación del Ministerio de Seguridad Pública (la policía de China) para todas sus actividades en China continental: capacitaciones, conferencias, financiamiento. Esto ha vuelto casi imposible que los financiadores internacionales —a menos que sean gobiernos o embajadas— se asocien con los abogados, activistas y OSC de China y los financien, sobre todo si trabajan en áreas no autorizadas por el gobierno chino.

No sorprende, entonces, que se esté agotando el financiamiento internacional para las OSC chinas. Sin embargo, lo que sí resultó sorprendente fue la rapidez con la que las OSC chinas se adaptaron a la situación y se reinventaron para movilizar fondos locales y así reemplazar el financiamiento internacional que ya no estaban recibiendo. Este fue uno de los hallazgos principales de un proyecto de investigación que realizamos el año pasado sobre las vías alternativas que tomaron las OSC basadas en los derechos en Asia para lograr la sostenibilidad financiera.

El proyecto consistió en entrevistar a dirigentes de OSC en la región de Asia y el Pacífico que habían explorado diferentes maneras de movilizar recursos locales. Abarcamos desde OSC relativamente grandes, con 20 a 30 empleados de tiempo completo, hasta organizaciones pequeñas manejadas por varios empleados y voluntarios, en países que van desde sociedades cerradas, como China y Vietnam, hasta otras relativamente más abiertas, como Malasia e Indonesia. Al seleccionar las OSC, nos inclinamos hacia las que tenían un enfoque basado en los derechos y antes dependían del financiamiento externo.

Lo que sí resultó sorprendente fue la rapidez con la que las OSC chinas se adaptaron a la situación y se reinventaron para movilizar fondos locales.

Encontramos que las OSC en China, uno de los países más represivos del mundo, estaban por delante de sus homólogas asiáticas en términos de encontrar formas innovadoras de aprovechar los recursos locales. Algunos podrían pensar que esto es un reflejo de su desesperación, y hay algo de verdad en ello. Pero también es un reflejo de cuánto ha cambiado el ecosistema de financiamiento para las OSC en China durante la última década. Durante ese periodo, empresas y empresarios adinerados crearon miles de fundaciones privadas; gobiernos centrales y locales abrieron sus bolsillos para contratar servicios de OSC; empresas de tecnología, como Tencent and Alibaba, crearon productos y plataformas para que millones de personas chinas, armadas con un teléfono inteligente, tuvieran acceso a la donación benéfica en línea; y gobiernos locales han adoptado medidas preferenciales para fomentar las empresas sociales. En 2016, China aprobó una Ley de Beneficencia para esclarecer los roles y responsabilidades de las organizaciones benéficas y los donantes y para reforzar la confianza pública en la donación benéfica.

El resultado ha sido un cambio radical en la manera en que las OSC chinas obtienen recursos. Hace diez años, muchas de las OSC basadas en los derechos con las que hablé obtenían del 80 al 90 % de sus fondos de fuentes internacionales. Ahora, algunas de estas OSC obtienen del 80 al 90 % de fuentes chinas. Las OSC chinas a las que entrevisté accedieron a muchas de estas fuentes locales: filantropía local, honorarios gubernamentales por servicios, alianzas empresariales, empresas sociales y microfinanciamiento colectivo. En contraste, sus homólogas asiáticas tenían menos opciones y se habían centrado principalmente en las alianzas empresariales y las empresas sociales.

Por ejemplo, Friends of Nature, una de las OSC ambientales más antiguas de China y líder en el uso de los litigios de interés público para exigir cuentas a las empresas contaminantes, es un caso ejemplar de sostenibilidad financiera. Al enterarse del proyecto de la Ley de ONG Extranjeras en 2015, FON registró una fundación para ayudarse en la recaudación de fondos y se alió con una empresa para formar la Gaia Nature School, una empresa social que brinda educación sobre el medio ambiente. También creó un equipo de recaudación de fondos para iniciar una campaña de microfinanciamiento colectivo en línea en 2015, la cual ha incorporado a alrededor de 1500 donantes regulares. Los esfuerzos de recaudación de fondos de FON dieron frutos: sus ingresos casi se triplicaron entre 2015 y 2018.

Algunas de estas OSC obtienen del 80 al 90 % de fuentes chinas.

Otro modelo interesante es una OSC a la que llamaremos La Asociación LGBT (un pseudónimo). La Asociación trabaja para ampliar la aceptación de las personas LGBT en China, y crear un entorno equitativo para ellas, facilitando conferencias y diálogos comunitarios y brindando asesoramiento a la juventud LGBT. En esencia, la Asociación es una red informal de miembros y grupos voluntarios en China que ayudan a organizar actividades y eventos de recaudación de fondos. El microfinanciamiento colectivo aporta alrededor de la mitad de sus ingresos y el resto proviene de fundaciones chinas y de la venta de bienes y servicios en línea.

El último ejemplo es el Centro de Innovación para la Discapacidad (también un pseudónimo), que enseña habilidades laborales y de liderazgo a personas con discapacidad. El Centro fue fundado por un profesional de una OSC que recibía financiamiento extranjero para la formación de activistas de la sociedad civil hasta 2014, cuando el gobierno ejerció presión para que cesara el financiamiento y cerraran su centro. Esta persona después inició un centro para ofrecer formación a personas con discapacidad sobre habilidades de liderazgo y cotidianas, a fin de prepararlas para el empleo. El Centro recibió el apoyo de fundaciones chinas y del gobierno local, pero tuvo problemas para lograr que el público y las empresas lo apoyaran. Después de unos años, descubrió que sus alumnos con discapacidad visual disfrutaban trabajando con el café y comenzó a capacitarlos para ser baristas; con el tiempo, abrió una empresa social a modo de cafetería. Los baristas ciegos atrajeron la cobertura de los medios y la atención de empresas que querían asociarse con el Centro para expandir su modelo de negocio. El Centro también observó un cambio en la manera en que el público interactuaba con las personas con discapacidad y apoyaba su empresa.

Estos casos no deben restar importancia a las dificultades que enfrentan muchas OSC basadas en los derechos en China. Estas organizaciones son acosadas y vigiladas de manera constante. El hecho de que dos de las OSC aquí mencionadas no quisieran que se revelara su verdadero nombre dice mucho sobre el miedo a llamar la atención sobre su trabajo. También hay obstáculos para acceder a estas fuentes de financiamiento. Los grupos ambientales y LGBT pueden recurrir a simpatizantes ricos y de clase media, pero los grupos laborales enfrentan más dificultades. Además, las OSC que exploran modelos con fines de lucro deben manejar la gobernanza y los riesgos de conflictos de intereses. En el caso de la Gaia Nature School, FON eligió un modelo de asociación con una empresa de consultoría establecida por miembros de FON, formó una junta directiva para la escuela que consta de personal de FON y de la empresa, y exigió que todos los ingresos se reinvirtieran en la escuela, con una excepción: una porción de las ganancias se donaría a FON.

No obstante, los casos que encontramos revelaron que, detrás de la Gran Muralla autoritaria de China, hay una cantidad cada vez mayor de OSC emprendedoras que aprovechan un ecosistema de financiamiento dinámico y obtienen resultados que las OSC en otros países asiáticos solo pueden esperar emular.