Vivimos en un sistema capitalista que socava fundamentalmente nuestro bienestar social y personal al reducir el valor humano a la capacidad productiva. Las personas que no pueden o no producen según los estándares del mercado son consideradas sin valor, lo que genera una profunda alienación. Esta estructura económica fractura deliberadamente las comunidades y las relaciones, ya que prioriza la competencia sobre la cooperación. La desconexión está integrada en el orden social moderno: de nosotros mismos, de nuestros cuerpos, de nuestras emociones y de nuestras comunidades. Dentro de un sistema que ya es perjudicial para nuestra salud y bienestar, quienes tienen identidades marginadas corren un mayor riesgo debido a las desigualdades sistémicas inherentes al capitalismo.
Nos encontramos en un momento de gran agitación política y económica. El autoritarismo está en auge; la protección de los derechos se está erosionando y el activismo se ha vuelto cada vez más peligroso. Los defensores de los derechos humanos (DDH) de todo el mundo se enfrentan a una compleja red de riesgos: seguridad física, riesgos legales y penales, retos económicos, vigilancia y violaciones de la privacidad, y el trauma acumulativo de la victimización, ya sea directa o por presenciar y desafiar la opresión. Todos estos peligros están integrados en el sistema capitalista.
Un enfoque radical: el cuidado
En este entorno, cuidar genuinamente de nosotros mismos y de nuestra comunidad es un acto político radical. Basándonos en décadas de organización de comunidades marginadas (por ejemplo, The Combahee River Collective Statement), que reconocieron que su supervivencia y bienestar nunca estaban garantizados por el sistema existente, elegir descansar, construir relaciones auténticas y priorizar el bienestar colectivo socava directamente los mecanismos que mantienen la desigualdad. El marco de justicia sanadora nos pide que reconozcamos que cuidarnos a nosotros mismos y nuestras relaciones no es solo una cuestión de bienestar personal, sino que también representa una resistencia activa.
Esta concepción del cuidado como práctica radical se hace especialmente visible en los movimientos que se enfrentan a una violencia estatal sostenida, en los que los sistemas de apoyo tradicionales son inadecuados o inexistentes. La ayuda mutua, la soberanía alimentaria y el cuidado comunitario no son solo mecanismos de supervivencia, sino innovaciones políticas que modelan la sociedad que los movimientos sociales se esfuerzan por crear.
Lecciones de los grupos que se organizan contra la violencia policial
El movimiento contra la violencia policial en los Estados Unidos ofrece una serie de ejemplos de los que podemos aprender al pensar en el cuidado como un acto político y en cómo apoyar mejor a los defensores de los derechos humanos (DDH) que están al frente de estos movimientos.
Mothers Against Police Brutality (MAPB), una organización de defensa con sede en Texas, ha desarrollado un programa de becas de dos años que reúne a un grupo de mujeres que han perdido a seres queridos a causa de la violencia policial. La beca crea un lugar de comunidad y trabajo compartido donde las participantes reciben formación especializada en defensa y políticas, terapia individual y oportunidades para organizarse juntas en torno a objetivos comunes. Las beneficiarias de la beca han descrito la experiencia como algo que les ha cambiado la vida.
Families Supporting Families Against Police Violence (FSFAPV), un grupo de apoyo con sede en Minnesota, es otro ejemplo de organización de base que proporciona una ayuda vital. FSFAPV surgió del deseo de una mujer de asegurarse de que nadie se sintiera solo al enfrentarse a la pérdida de un ser querido a causa de la violencia policial. FSFAPV es una organización de apoyo mutuo que proporciona asistencia financiera, ayuda legal y apoyo social y emocional a los defensores de los derechos humanos que trabajan en primera línea. FSFAPV es un espacio en el que los defensores de los derechos humanos se reúnen no solo para convertir su dolor en acción, sino también para celebrar la vida de sus seres queridos y honrar a su comunidad a través de reuniones como fiestas de cumpleaños y celebraciones festivas.
Celebrar juntos reconoce y profundiza la experiencia emocional compartida de los defensores de los derechos humanos; estos eventos dan testimonio de la pérdida de un ser querido, validando las experiencias de la comunidad y creando un vínculo compartido. Estas reuniones informales también crean un espacio en el que se construyen relaciones, se comparte conocimiento y se fortalece el colectivo.
Silicon Valley De-Bug (SVDB), una organización con sede en California dedicada a la organización y la defensa, apoya retiros anuales de sanación para los defensores de los derechos humanos afectados por la violencia policial. Estos retiros surgieron de la visión de una mujer y de la necesidad de un tiempo y un espacio de sanación para las familias afectadas. Cada año, los defensores de los derechos humanos y las familias afectadas se reúnen en una casa en la playa para pasar un tiempo de sanación colectiva y conexión.
En el retiro, los asistentes dedican parte del tiempo a hablar de su trabajo como defensores de los derechos humanos y de sus objetivos comunes, pero la mayor parte del tiempo lo dedican a estar juntos para construir una comunidad, llorar su pérdida y sanar. Las personas afectadas nos dicen que el dolor y la pena de perder a un ser querido por la violencia policial no se puede comparar con el dolor de cualquier otro tipo de pérdida; el tiempo que pasan con otras personas que han sufrido una pérdida similar es vital para su sanación. A través de talleres de manualidades, juegos, comidas compartidas y tiempo para recordar a sus seres queridos, este retiro está construyendo una comunidad que reconoce la plena humanidad de los defensores de los derechos humanos y las familias afectadas. Las redes de apoyo, como esta comunidad, permiten a los defensores de los derechos humanos continuar con su activismo y no agotarse rápidamente.
Apoyo comunitario y popular para iniciativas de sanación
Estas iniciativas populares están reinventando el apoyo y la sanación para los defensores de los derechos humanos. Rechazan la cultura del heroísmo y el individualismo tan prevalente en el trabajo de derechos humanos y abrazan lo colectivo. El cambio en los derechos humanos requiere determinación y compromiso a largo plazo. Los sistemas de apoyo, como los mencionados anteriormente, ayudan a prevenir el agotamiento de los defensores de los derechos humanos al crear espacios colectivos para el aprendizaje, la sanación y el activismo.
Los sistemas de apoyo deben ser diseñados por y para las comunidades a las que sirven, y los expertos externos pueden proporcionar recursos y asesoramiento, pero los enfoques más eficaces surgirán de las experiencias vividas por los defensores. Los defensores y sus comunidades comprenden de forma inherente los complejos retos a los que se enfrentan, las dinámicas sociales, los recursos a los que tienen acceso y el contexto comunitario de una manera que los expertos externos no pueden. Los expertos pueden contribuir a estos esfuerzos compartiendo sus conocimientos especializados y su acceso a sus redes profesionales. Las acciones lideradas por la comunidad refuerzan las redes sociales, fomentan la sostenibilidad, ayudan a evitar consecuencias que los forasteros podrían no haber previsto y aumentan la resiliencia del programa y de la comunidad.
La difusión y adaptación de los sistemas de apoyo a los defensores de los derechos humanos requerirá cambios fundamentales en nuestra forma de concebir el trabajo en materia de derechos humanos: el cuidado de la comunidad es un componente esencial del cambio, más que una preocupación secundaria.