Los derechos humanos no están perdiendo terreno en el Sur Global

Los libros The Endtimes of Human Rights (Los últimos días de los derechos humanos) de Stephen Hopgood y The Twilight of Human Rights Law (El crepúsculo de las leyes de los derechos humanos) de Eric Posner desencadenaron un importante debate acerca de si los derechos humanos se quedaron sin energía para impulsar el progreso humano. Otros comentaristas como Sam Moyn han argumentado que los derechos humanos ya no tienen el poder para movilizar la condena internacional y la presión moral contra los regímenes totalitarios. Posner argumenta, por ejemplo, que el rápido aumento de la ratificación de tratados de derechos humanos desde la década de los 1990 no ha tenido efecto alguno en el respeto de los derechos humanos. Además, desde el final de la colonización, los movimientos de derechos humanos, como el derecho a la autodeterminación, los derechos civiles en los EE. UU. y la igualdad en general en ese mismo país, han perdido ímpetu.

Una lectura y un análisis más minuciosos de estos argumentos permiten observar que cuentan una historia muy parcial sobre los derechos humanos. Se limitan a tratar los derechos humanos como derechos civiles y políticos para poner fin a los brutales regímenes autoritarios, como leyes en tratados internacionales que debe aplicar el sistema de derechos humanos de la ONU y como una misión de las instituciones internacionales consagrada en los tratados y los órganos internacionales, tanto intergubernamentales como no gubernamentales. De hecho, estas opiniones reflejan una visión de los derechos humanos como la misión civilizadora del mundo occidental mediante el uso del derecho y del poder político; la visión de los académicos y las organizaciones dominantes de derechos humanos.

Derechos humanos son cuestión de la política moral expresada como ley, o revestida de leyes.

Sin embargo, existen otras maneras de entender el proceso del avance de los derechos humanos. Como Michael Ignatieff argumentó con firmeza durante una conferencia reciente en Kings College, los derechos humanos no son cuestión de derecho internacional sino de política: “la política moral expresada como ley, o revestida de leyes”. Y la política no se trata únicamente de los objetivos de política exterior de los Estados poderosos.

Hay una buena cantidad de energía en la política de las personas desfavorecidas que reclaman sus derechos humanos y la de los Estados que desafían a los gobiernos poderosos, las corporaciones y otros actores globales. Y estas políticas han cobrado fuerza en las últimas décadas. Desde 2004, la movilización de la sociedad civil y el activismo judicial en la India han dado lugar a una serie de leyes diseñadas a fin de garantizar los derechos de la gente común para contar con una vida digna; los derechos a la información, la alimentación, el empleo, los recursos forestales, la educación y el acceso a los servicios sociales básicos. Los pueblos indígenas, desde Noruega hasta las Filipinas y Brasil, han puesto en marcha un movimiento global, que protesta contra la supresión de su lengua y cultura y la explotación de los recursos naturales de los que depende su sustento; en consecuencia, se ha llamado a cuentas a los gobiernos y se han introducido nuevas leyes para proteger sus derechos. Los académicos y activistas han exigido que las corporaciones rindan cuentas por la explotación de los trabajadores y los daños al medio ambiente y han presionado a la comunidad internacional para que desarrolle normas y una convención vinculante para regular la conducta corporativa. Estos son solo algunos ejemplos de una multitud de pequeñas y grandes acciones que se están emprendiendo. La política de reivindicación de los derechos humanos está sana y salva en el Sur Global.


Flickr/Andy Enero (Some rights reserved)

An indigenous Filipino woman sells bracelets. Indigenous peoples—from Norway to the Philippines to Brazil—have mobilized a global movement, protesting suppression of their culture and exploitation of natural resources.


Sin embargo, esta reivindicación no se centra en poner fin a los regímenes totalitarios. Se trata de una comprensión más amplia de la vida, de la libertad y de la dignidad que abarca derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Las reivindicaciones de igualdad en los derechos económicos y sociales suelen ocupar un lugar central en esta movilización política. Y con el avance de la globalización económica, los derechos humanos comienzan a servir de freno para los excesos del modelo económico neoliberal. Las redes de campaña a favor del acceso a los medicamentos han estado exigiendo los derechos humanos a la salud y protestando contra las reglas de patente en los tratados comerciales que mantienen los precios de los medicamentos en niveles más allá del alcance de las personas cuyas vidas podrían salvar. Presionaron a los gobiernos y las corporaciones para que aprobaran la Declaración de Doha, en la que se reafirma el derecho legal de los gobiernos nacionales a utilizar la flexibilidad en los acuerdos comerciales para proteger el derecho a la salud de las personas dentro de sus fronteras. Negociaron con los gobiernos y las corporaciones para conseguir acuerdos de precios y de compra que bajaron los costos de los medicamentos retrovirales para el VIH de más de USD $10,000 a aproximadamente USD $100 para un curso de tratamiento al año por paciente, con lo que se salvaron millones de vidas.

¿Se han conseguido avances tangibles en el ejercicio efectivo de los derechos humanos? La respuesta es sin duda “sí”, en cuanto al respeto de los derechos socioeconómicos y la erradicación de la pobreza absoluta. Durante las últimas décadas, se han observado mejoras constantes en términos de la pobreza, la supervivencia infantil y muchas otras dimensiones del desarrollo humano. ¿Esto tuvo algo que ver con los derechos humanos? En nuestro libro reciente, Fulfilling Social and Economic Rights (Garantizar los derechos sociales y económicos) (OUP 2015), Terra Lawson-Remer, Susan Randolph y yo utilizamos un nuevo indicador de los derechos humanos, el índice SERF, para demostrar de manera empírica la mejora constante en el cumplimiento de los gobiernos respecto a sus obligaciones de garantizar los derechos sociales y económicos. Y gran parte de las mayores ganancias se han obtenido en los países de África, Asia y América Latina. La eliminación del hambre y la malnutrición, la muerte prematura, la explotación laboral, la falta de hogar y el analfabetismo no es algo tan visible como la liberación de un preso político prominente. Pero es tan fundamental para una vida de libertad y dignidad como la libertad de expresión.

¿Qué hay detrás de esta tendencia? De acuerdo con nuestros análisis estadísticos, no se trata de la ratificación de los tratados de derechos humanos, ni del gasto social de los gobiernos ni de un régimen democrático. Encontramos que el único factor determinante claro era la igualdad de género. Las sociedades con mayor igualdad de género logran una mejor satisfacción de los derechos económicos y sociales para todos sus integrantes. Esto no debería ser una sorpresa; desde hace tiempo, las investigaciones empíricas demostraron el importante papel que desempeña la igualdad de género en la mejora de la educación, la salud, la seguridad alimentaria y el crecimiento económico. Pero esto también muestra que el avance de los derechos humanos no es un proceso de implementación de las leyes que surgen en las salas de conferencias de la ONU, sino un proceso de cambio social constante impulsado por la acción de personas que reivindican sus derechos.