En Israel, implementar los derechos humanos no se siente bien

Incluso en las democracias relativamente estables, es mucho más sencillo apoyar la idea de los derechos humanos que analizar críticamente la sociedad a la que uno pertenece. Este problema es aún más grave en Israel, ya que el país está profundamente comprometido con la imagen que tiene de sí mismo como una democracia, incluso mientras gobierna a cuatro millones de palestinos a través de un régimen militar inherentemente represivo. Los palestinos bien pueden ser las principales víctimas de la ocupación, pero para la mayoría de los israelíes, antes que nada son sus enemigos acérrimos en un violento conflicto.

Según el derecho internacional, Israel, como potencia ocupante, es responsable de proteger los derechos de la población palestina bajo su control. La mayoría de los israelíes, sin embargo, percibe la idea de “proteger los derechos de los palestinos” como algo equivalente a apoyar al enemigo.

Estos sentimientos se intensificaron después de la guerra israelí de Gaza de 2008-2009, y en 2009 el país eligió un gobierno nacionalista de línea dura, el cual promovió algunas de las leyes más antidemocráticas de la historia de Israel. En respuesta, las agrupaciones israelíes a favor de la paz y los derechos humanos intensificaron sus acciones.


Demotix/Michaela Whitton (All rights reserved)

Israeli activists protest Jewish settlements. Should Israeli human rights groups 'push the boundaries' of public discourse despite a lack of popular support?


Las agrupaciones de la sociedad civil israelí enfrentaban un verdadero dilema. ¿Deberían usar términos e ideas adecuados al público israelí en general pero que podrían limitar su mensaje de derechos humanos completo? ¿O deberían “ampliar los límites” del discurso público, aunque la mayoría de sus compatriotas no estuviera de acuerdo con su mensaje? Hoy en día, este dilema sigue sin resolverse, y no hay respuestas fáciles.

Las encuestas de opinión sobre derechos humanos en Israel reflejan estas contradicciones. Una encuesta que dirigí en 2011 para un consorcio de organizaciones de derechos humanos que defienden los derechos palestinos en los territorios ocupados muestra que los israelíes acogen la idea de derechos humanos en sentido abstracto, pero se resisten a su implementación por parte de las organizaciones israelíes. Realicé esta investigación en una muestra aleatoria de 600 judíos israelíes en mayo de 2011, por vía telefónica (margen de error de +/- 3.5 %).

Nuestra encuesta reveló que dos tercios de la población judía tenían opiniones favorables sobre los “derechos humanos”, concebidos ampliamente. Tres cuartas partes (77 %) de las personas que se describían a sí mismas como de izquierda otorgaron a los derechos humanos una calificación entre 51 y 100, el rango que pedimos que usaran los encuestados si tenían una opinión favorable (de 0 a 49 representaba una respuesta no favorable, mientras que 50 era una respuesta neutral). Los datos revelaron respuestas similares del 60 % de los derechistas y 67 % de las personas que se autodefinieron como “centristas”. De hecho, incluso el 60 % de los que habían votado recientemente por partidos nacionalistas o extremistas religiosos tenía una opinión favorable, mientras que el 90 % de toda la muestra dijo que Israel, como democracia, debería estar más consciente de los principios de derechos humanos.

Con todo, la encuesta también reveló claras divisiones políticas y demográficas. Los israelíes jóvenes, de 18 a 34 años de edad, eran menos propensos a calificar favorablemente los derechos humanos que sus homólogos de mayor edad. Los encuestados devotos también dieron calificaciones más bajas a los derechos humanos que los laicos.

Cuando pedimos la opinión de los encuestados sobre las organizaciones israelíes de derechos humanos en general, sin embargo, el apoyo del público cayó en picada; solamente el 41 % les dio una calificación favorable, en comparación con 61 % para el término en general.

No cabe duda de que estos resultados se vieron influenciados por el contexto posterior a la guerra de Gaza de 2008-2009. Cuando terminó el conflicto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargó a una comisión internacional que examinara posibles crímenes de guerra en ambos bandos. El gobierno israelí se negó a participar, pero varias agrupaciones israelíes de derechos dieron información a la comisión. Algunos israelíes acusaron a estas ONG de traición; muchos se sintieron defraudados en general.

El apoyo cayó aún más cuando les preguntamos a los encuestados sobre sus actitudes hacia las organizaciones israelíes de derechos humanos que tratan específicamente con los palestinos en los territorios. En este caso, solo el 20 % de nuestra muestra tuvo una reacción favorable, un porcentaje menor que el 60 % que aprobaba los derechos humanos en sentido abstracto y el 41 % que aprobaba las agrupaciones israelíes de derechos humanos en general (ver Figura 1).

La política fue tremendamente importante para esta última pregunta. Entre las personas que se identificaban como “derechistas” políticos, solo el 8 % expresó apoyo a las agrupaciones israelíes que defienden los derechos de los palestinos, en comparación con 50 % de los que se autodefinieron como “izquierdistas” políticos y 26 % de los “centristas” políticos.

De acuerdo con la investigación en encuestas que estoy llevando a cabo en Israel, apenas menos de la mitad de todos los israelíes en muestras representativas se describen a sí mismos como “de derecha”; por mucho, el grupo político más amplio. Los que se definen a sí mismos como “izquierdistas” y “centristas”, en cambio, representan aproximadamente el 20 % y del 20 al 25 %, respectivamente, o del 40 al 45 % del público israelí en su totalidad. La mayoría de los ciudadanos árabe-palestinos de Israel, que representan aproximadamente el 20 % de la población, se autodefinen como “izquierdistas”. Entre los judíos israelíes, los individuos que se autodefinen como de derecha usualmente superan el 50 % en las encuestas, a menudo incluso alcanzan el 60 %. Por lo tanto, el discurso público en Israel tiende a reflejar y reforzar la narrativa de la derecha política, en vez de la de la izquierda o el centro.

Las guerras de 2012 y 2014 entre Israel y las fuerzas de Hamas en Gaza intensificaron estas tendencias. En teoría, la devastación que causó Israel en la vida de los palestinos podría haber suscitado simpatía entre los judíos israelíes, pero Hamas impidió la mayoría de estos sentimientos al lanzar cohetes contra las ciudades israelíes.

No se han realizado encuestas paralelas desde 2011, pero hay pocos motivos para creer que la sociedad israelí se haya vuelto más solidaria con las ONG que trabajan por los derechos de aquellos a los que teme. Si nuestra encuesta de 2011 se repitiera el día de hoy, las tendencias probablemente serían similares. Si acaso, los grupos democráticos más extremistas han crecido durante los años intermedios.

Estas tendencias refuerzan el antiguo dilema que enfrentan las agrupaciones israelíes de derechos humanos. ¿Deberían mejor enfocarse en cambiar las políticas al nivel de la toma de decisiones, en vez de gastar tiempo, recursos y energía emocional tratando de convencer a un público judío-israelí poco dispuesto y a menudo indiferente?