¿Que los encuestadores elijan? Una exploración de la opinión pública en Israel

Antes de que B’Tselem comenzara a encuestar a la población israelí, intercambiábamos apuestas sobre el tamaño de nuestra base de apoyo. Al ser una organización israelí enfocada principalmente en abordar la manera en que nuestro propio ejército trataba a los palestinos durante la ocupación, sabíamos que no éramos populares. Esto era en el apogeo de la segunda intifada, cuando los atentados suicidas y otros ataques contra la población civil israelí ocurrían con regularidad. Había mucha hostilidad contra nuestro mensaje de que Israel debía respetar los derechos humanos palestinos incluso en la lucha contra este tipo de ataques. La mayoría de nuestro personal calculaba que solamente alrededor del 5 % de los judíos israelíes apoyaba nuestra labor. De hecho, los resultados revelaron que alrededor del 20 % de los encuestados pensaba que los informes de B’Tselem eran “precisos e imparciales”. En la misma encuesta, el 30 % estuvo de acuerdo en que, en las circunstancias actuales, estaba justificado que las organizaciones de derechos humanos se concentraran en los derechos de los palestinos. Aunque visto desde fuera un 20 % de apoyo puede parecer mínimo, para nosotros fue una grata sorpresa saber que una base de apoyo nada insignificante comprendía la importancia de nuestra labor.

Las organizaciones de derechos humanos que se enfocan completamente en los públicos de élite no tienen necesidad de dirigirse a la opinión pública, y durante años ese fue el caso en Israel. Durante las últimas dos décadas, sin embargo, las organizaciones israelíes han invertido en comunicar su mensaje al público mayoritario para crear un debate y para fortalecer el apoyo para nuestros temas. Las encuestas de opinión pública han contribuido a estos esfuerzos.

Las encuestas son como el perfume: hay que olerlas, no beberlas. 

B’Tselem desempeñó un papel destacado en la expansión del trabajo de derechos humanos más allá de la investigación y los procesos jurídicos para incluir también las campañas públicas. Utilizamos las encuestas para establecer un punto de referencia con respecto a las opiniones del público, para identificar temas divisivos, para adaptar los mensajes y para intentar medir nuestro impacto. Ciertamente las encuestas pueden contribuir a relacionarse de manera más efectiva con el público, pero también es necesario entender sus limitaciones. Como me dijo un consultor, las encuestas son como el perfume: hay que olerlas, no beberlas.

Con esto en mente, la primera encuesta de B’Tselem intentó evaluar tanto el conocimiento del público como sus opiniones sobre una variedad de temas de derechos humanos. También midió la familiaridad y el apoyo para la organización. Esto dejó muy claro que el problema no era una falta de conocimiento de la organización, todo mundo había escuchado de B’Tselem, sino una falta de apoyo. Así que al menos habíamos superado el primer obstáculo.

La encuesta general de temas de derechos humanos nos permitió identificar los “asuntos divisivos”, aquellos asuntos en los que nuestras opiniones habían ganado más terreno. Si bien la mayoría de los israelíes apoyan prácticamente cualquier medida que se justifique como necesaria para impulsar nuestra seguridad (p. ej., detenciones administrativas, el Muro de Separación, las operaciones de combate militar), descubrimos que se apoya mucho menos el reparto de agua discriminatorio entre israelíes y palestinos. Además, la mayor parte de los israelíes expresaron malestar sobre los incidentes de violencia perpetrada por colonos israelíes extremistas contra civiles palestinos. También eran más propensos a mostrar compasión cuando las víctimas de las violaciones eran niños. Esos son nuestros temas divisivos.

La encuestadora que identificó los temas divisivos sugirió que dedicáramos todos nuestros esfuerzos a la violencia perpetrada por los colonos, un tema en el que coinciden las organizaciones de derechos humanos y la mayoría israelí. La organización rechazó este enfoque. Desde una perspectiva de derechos humanos, el problema no consiste en unos pocos colonos extremistas, sino en la falta de protección para los palestinos por parte de las fuerzas de seguridad y en la totalidad del sistema discriminatorio de aplicación de la ley. Esto no quiere decir que nunca debamos elegir un tema divisivo. La posibilidad de éxito es sin duda uno de los factores a considerar cuando se planea una campaña. De hecho, B’Tselem realizó una campaña pública a favor de los derechos de los palestinos al agua, parcialmente con base en la noción de que, aunque este tema no es nuestra prioridad principal, nuestro mensaje al respecto sería aceptado por una mayor parte del público israelí.


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'Wedge issues', like water allocation, provide openings for human rights dialogue in an Israeli community typically supportive of any measure justified as necessary to promote its security.


Asimismo, la aplicación de encuestas nos ayudó a adaptar nuestros mensajes, aunque también aquí podría haber tensión entre el deseo de ser eficaces y el de permanecer fieles a los principios de derechos humanos. Una campaña contra las balas de goma que se enfoca en las víctimas infantiles es adecuada e inteligente desde el punto de vista estratégico, tomando en consideración que las encuestas muestran que los israelíes son más susceptibles al daño a los niños. Pero ¿qué sucede si la manera más inteligente de proceder desde el punto de vista estratégico es ignorar completamente el mensaje de derechos humanos? ¿Podría una campaña contra el Muro de Separación, por ejemplo, enfocarse únicamente en los intereses de los israelíes (las repercusiones económicas e internacionales del Muro sin mencionar los estragos sobre los derechos humanos palestinos, simplemente porque las primeras dos opciones obtienen más apoyo en las encuestas que la tercera? Aquí hay una tensión entre los objetivos de corto plazo (desarrollar apoyo público para mover un Muro que daña los derechos humanos) y los objetivos de largo plazo (reforzar la comprensión que tiene el público de la importancia de los derechos humanos).  

Ocasionalmente utilizamos las encuestas para medir la efectividad de una campaña en particular. Teniendo en cuenta los limitados recursos que la mayoría de las organizaciones pueden dedicar a las campañas públicas, cualquier campaña específica tendrá un impacto marginal. No es realista esperar que unas pocas semanas de anuncios, eventos y artículos periodísticos cambien la opinión de las personas lo suficiente como para que se manifieste en una muestra representativa del público. Sin embargo, cuando el objetivo de una campaña era modificar la conversación pública, específicamente introducir el término “política de estrangulamiento” en el discurso público para referirse a los puntos de control en Cisjordania, las encuestas aplicadas antes y después de la campaña indicaron que esta había tenido cierto éxito.

En muchos sentidos, las encuestas simplemente confirmaron y cuantificaron lo que ya sabíamos. Como informó Dahlia Scheindlin, la mayoría del público israelí se muestra bastante hostil hacia el trabajo de las organizaciones de derechos humanos, particularmente las que promueven los derechos de los palestinos, y una década de relación con el público no ha cambiado estas cifras. Esto no es motivo para abandonar los esfuerzos, pero sí significa que las campañas públicas son un complemento y no una alternativa a nuestras otras estrategias de activismo. Aunque no vamos a ganar la discusión pública, esta es una conversación que vale la pena tener.