La gente común sí está dispuesta a pagar por los derechos. Le preguntamos

Los donantes de derechos humanos están muy interesados en liberar a la sociedad civil nacional de su dependencia crónica de la ayuda extranjera, al igual que lo están las organizaciones locales de derechos. Depender de actores externos para obtener fondos es problemático, ya que socava la rendición de cuentas y la participación a nivel local; además, puede dañar la legitimidad de las ONG. Por otra parte, los donantes internacionales son un grupo notablemente voluble, que a menudo pasan de un tema a otro conforme a los vaivenes de la política organizacional.

Para saber si la gente común donaría a las agrupaciones locales de derechos, encuestamos a una muestra representativa de adultos de la Ciudad de México. Descubrimos que muchas personas sí están dispuestas a hacer pequeñas donaciones, si se les pide de la manera correcta. En conjunto, estas pequeñas donaciones podrían representar una cantidad importante de dinero.

Comenzamos nuestra investigación entrevistando a representantes de todas las organizaciones de derechos con registro legal y sede en la Ciudad de México. Nuestros colaboradores en FLACSO-México, una universidad local, identificaron a 40 de estos grupos y entrevistaron a 34 (85 %).

Las ONG locales nos dijeron que era difícil obtener fondos de los mexicanos porque los ciudadanos no estaban dispuestos a donar o no podían hacerlo.

La mayoría de los representantes de las ONG dijeron que les encantaría obtener dinero de mexicanos particulares para diversificar sus fuentes de ingresos, desarrollar grupos locales de apoyo y reducir la dependencia del extranjero. Pero las ONG locales nos dijeron que era difícil obtener fondos de los mexicanos porque los ciudadanos no estaban dispuestos a donar o no podían hacerlo. Sin embargo, solo el 30 % de ellas habían intentado hacerlo en alguna ocasión, y solo el 14 % tuvieron éxito.

Para investigar, entrevistamos a una muestra representativa de 960 adultos, en un estudio con apoyo de las Open Society Foundations, que donan dinero a las agrupaciones de derechos humanos de todo el mundo. Las fundaciones siguen comprometidas a apoyar a estos grupos, pero tienen un gran interés en averiguar si las sociedades civiles nacionales pueden recaudar más fondos a nivel local.

Nuestra encuesta incluyó una gran variedad de preguntas, pero algunos de los resultados más interesantes surgieron a partir del experimento “con dinero real” en el que nuestros más de 20 encuestadores le dieron a cada participante una pequeña bolsa con $50 pesos, en monedas de cinco pesos. Dado que el salario mínimo diario fue de aproximadamente $73 pesos en 2016, este monto no es insignificante.


Photo by: James Ron (All Rights Reserved)

Some exciting results came from the “real money” experiment, in which 20-plus survey enumerators gave each respondent a small bag with $50 pesos, in five-peso coins. Given that the daily minimum wage was roughly $73 pesos in 2016, this sum is not inconsequential.


Les dijimos a los encuestados que podían quedarse con el dinero, pero que si querían, podían donar una parte o todo el dinero a una “organización mexicana de derechos humanos” que les describimos. Para saber qué tipo de organización era más probable que apoyara el público, asignamos 240 encuestados de manera aleatoria en uno de cuatro grupos. A cada grupo se le dio una descripción diferente de una organización hipotética de derechos humanos.

Para el primer grupo de encuestados, describimos una “organización mexicana de derechos humanos” que era auditada de forma independiente y había ganado premios internacionales por su transparencia financiera. Para el segundo grupo, describimos una organización de derechos humanos que era muy eficaz en llevar a los violadores de derechos ante la justicia y lograr que terminaran tras las rejas. Para el tercer grupo, describimos a una víctima de violaciones de derechos humanos que inspirara simpatía (un organizador sindical, esposo, padre de familia, al que identificamos por su nombre y que fue secuestrado por intrusos enmascarados) y dijimos que la organización estaba tratando de ayudarlos a él y a su familia. El objetivo de esta descripción era explorar el poder de la narración para evocar empatía, y aumentar las donaciones. Para el cuarto grupo, describimos una organización genérica de derechos humanos sin atributos específicos. Este fue el grupo de control, una base de referencia para comparar los otros tres grupos.

Los resultados del experimento fueron prometedores. La donación promedio, controlando otros factores, fue de $21.6 pesos, o 43 % de los $50 pesos que recibió cada encuestado. En general, casi el 80 % de los encuestados donaron al menos algo a la “organización mexicana de derechos humanos” ficticia; el 22 % de ellos donaron todo el dinero. Estos resultados por sí solos, en nuestra opinión, sugieren que existe un verdadero potencial para los grupos mexicanos de derechos humanos que buscan recaudar fondos a nivel local.

El relato de “transparencia” tuvo el efecto más poderoso sobre las donaciones: los encuestados en el primer grupo dieron cuatro pesos más, en promedio, que el monto de referencia. La transparencia es importante, ya que existe una preocupación generalizada entre los mexicanos de que les roben su dinero o que este se gaste de manera indebida o se despilfarre. Si les aseguran que esto no sucederá, están más dispuestos a donar. El relato de “eficacia” aumentó $2.6 pesos las donaciones. Además de saber que las organizaciones gastan su dinero como dicen que lo harán, los posibles donantes quieren saber que dicho dinero realmente generará cambios.

En contraste, la narración que destacó la asistencia directa a las víctimas no aumentó las donaciones. Es posible que el drástico aumento de la violencia en épocas recientes haya vuelto a algunos mexicanos insensibles ante las violaciones de derechos. Dado que la mayoría de las organizaciones de derechos humanos en la Ciudad de México utilizan los “testimonios” al describir su trabajo al público, puede ser conveniente que reconsideren sus estrategias de comunicación.

Es importante destacar que incluso los encuestados más pobres donaron algo de dinero. Para medir la riqueza particular de los encuestados, creamos un índice de bienes: les preguntamos cuántos bienes de consumo duraderos (como la cantidad de focos, computadoras, automóviles, teléfonos, etc.) había en su hogar. Las personas ubicadas en el quinto superior de este índice donaron aproximadamente $32 pesos, pero las personas ubicadas en el quinto inferior, los residentes más pobres de la Ciudad de México, donaron $22 pesos en promedio, una cantidad considerable teniendo en cuenta su situación económica en general.

Existen otros factores que también aumentaron las donaciones. Como cabe esperar, entre más pensaban las personas que las condiciones de derechos humanos en México eran problemáticas, más dinero donaron. Dado que el 63 % de la muestra dijo que los derechos humanos no se respetaban “nada” (17 %) o se respetaban “muy poco” (46 %) en México hoy en día, la demanda de soluciones a los problemas de derechos humanos es realmente alta. Esto debería impulsar las donaciones.

La educación también está correlacionada con las donaciones: los encuestados con educación universitaria donaron nueve pesos más, en promedio, que los que no tenían educación formal. Tener conocimientos políticos, medidos a partir de preguntas sobre temas nacionales, regionales e internacionales, también fue importante: las personas que sabían de política donaron cinco pesos más.

Y aunque solo unos pocos encuestados dijeron que habían donado antes a alguna organización de derechos humanos, estos “donantes anteriores” tenían el cuádruple de probabilidades de donar en el experimento. Por lo tanto, si las agrupaciones mexicanas de derechos humanos pueden lograr que un miembro del público done una vez, las probabilidades de que esa persona vuelva a donar aumentarán drásticamente.

Es imposible negar que recaudar fondos de donantes particulares cuesta dinero: las ONG de derechos humanos tendrán que contratar nuevo personal, crear nuevos mensajes, desarrollar nuevos sistemas de contabilidad y bases de datos, entre otras cosas. Sin embargo, los donantes internacionales pueden ayudar a las agrupaciones locales a liberarse de la dependencia extranjera al invertir en su capacidad de recaudación de fondos a nivel local. Las inversiones modestas de este tipo podrían convertir a la comunidad mundial de derechos humanos en una potencia autónoma y genuinamente autosostenible.

** La investigación descrita en este artículo se llevó a cabo con la ayuda de Kassira Absar, Juan Pablo Bolaños, Jairo López y Gerardo Maldonado.