Las revoluciones se construyen a partir de la esperanza: el papel de los financiadores en el autocuidado colectivo

¿Qué pueden hacer los activistas cuando los esfuerzos tradicionales de promoción suelen tacharse de “subversivos” o “perjudiciales para los intereses nacionales”? A nivel mundial, vemos cómo disminuye el espacio para la sociedad civil y cómo aumenta la represión gubernamental, de Brasil a Egipto y la India. En la International Women’s Health Coalition (Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres), apoyamos a organizaciones feministas que promueven la salud sexual y reproductiva y los derechos (SSRD) de las mujeres y niñas alrededor del mundo. Entre nuestras organizaciones asociadas, hemos observado que están aumentando los enfoques alternativos para responder a estas preocupantes tendencias mundiales; entre ellos, el autocuidado colectivo.

Como defensores de la justicia social, convertir nuestras luchas, incluido el autocuidado, en esfuerzos colectivos aumenta de manera exponencial nuestra capacidad de supervivencia y sustenta nuestros movimientos. Esto es de particular importancia porque las posibilidades de sentir desesperación, estrés, ira, agotamiento, trauma y aislamiento aumentan cuando se trabaja en contextos opresivos.

En contextos donde los activistas de derechos humanos y justicia social experimentan una represión intensa, desigualdades estructurales y amenazas, sobrevivir es un gran logro.

Una de nuestras estrategias para lograrlo es estructurar expresamente nuestro apoyo financiero para priorizar la autonomía de las organizaciones con las que colaboramos. Las subvenciones deben reflejar el costo de hacer negocios en los países en los que trabajan, y no se debe obligar a las organizaciones a operar con un presupuesto mínimo o a hacer sacrificios que los financiadores no harían. El financiamiento flexible es esencial para las organizaciones que realizan actividades de promoción, ya que esta clase de financiamiento les permite ser ágiles y responder a las amenazas y oportunidades conforme emergen. Las subvenciones para nuestras organizaciones asociadas a menudo les proporcionan fondos sin restricciones que pueden utilizar para sus gastos institucionales, como los sueldos, el desarrollo profesional, el alquiler o la seguridad digital. Este es un componente esencial de una estrategia de concesión de subvenciones basada en la confianza que pone en primer plano la libertad de nuestras socias para asignar los recursos según les convenga, incluso para cubrir costos que no están vinculados directamente con actividades o proyectos específicos. Cuando es posible, también ofrecemos apoyo a largo plazo para nuestras socias y eliminamos las trabas burocráticas innecesarias. Estas prácticas de financiamiento, en nuestra organización y en otras, pueden ayudar a reducir el estrés, la ansiedad y el agotamiento que sufren los defensores con los que colaboramos debido a la incertidumbre o los requisitos estrictos y, en consecuencia, liberar tiempo y energía para realizar labores de resistencia y hacer planes para el futuro.

Este tipo de estrategia de concesión de subvenciones también reafirma los enfoques de autocuidado colectivo que están utilizando nuestras socias como parte de sus estrategias de resistencia. En contextos donde los activistas de derechos humanos y justicia social (sin hablar de las identidades marginadas o minoritarias) experimentan una represión intensa, desigualdades estructurales y amenazas, sobrevivir es un gran logro. En palabras de la música feminista brasileña Lidi de Oliveira: “el autocuidado es un acto político, es algo revolucionario para la gente y peligroso para quienes quieren oprimirnos”. Muchos defensores están centrando sus esfuerzos en formar coaliciones, fortalecer la colaboración entre movimientos y poner en práctica la solidaridad de manera que, en última instancia, se fortalezcan las actividades de promoción directa. Las causas asediadas deben unirse para fortalecerse y ayudarse a sobrevivir mutuamente. Trabajar juntas también es una poderosa manera de resistir las estrategias de “divide y vencerás” y la búsqueda de chivos expiatorios típicas de los regímenes represivos.

Por ejemplo, CommonHealth, coalición india para la salud materna-neonatal y el aborto seguro, recientemente invitó a representantes de diferentes movimientos sociales a participar en la reunión anual de sus miembros. Al involucrarse en las luchas de los demás, los participantes demuestran varios aspectos importantes del autocuidado colectivo. En primer lugar, formar esta clase de relaciones crea un entorno que fomenta el cuidado para todos, en lugar de relegar el desafío de sobrevivir a cada persona cuando más apoyo necesita. En segundo lugar, al incorporar la solidaridad entre movimientos, los miembros amplifican la resiliencia colectiva y la capacidad de resistirse a la represión gubernamental. Compartir responsabilidades a través de una división de trabajo especializada dentro de una coalición (defensores, investigadores, proveedores, etc.) reduce el esfuerzo y la carga emocional para cada persona y cada organización. En tercer lugar, es una estrategia inteligente para CommonHealth: aumentar la inclusión y la diversidad le permite a la coalición representar más fielmente toda la gama de necesidades de SSRD en India, algo necesario para mejorar en el análisis, la implementación y el cambio de las políticas públicas.   


Flickr/ Tribes of the World (Some rights reserved).

As social justice champions, collectivizing our struggles, including our self-care, exponentially ensures our survival and sustains our movements..


Sin embargo, es importante reconocer que los enfoques varían según las regiones, y que las ideas de autocuidado de las organizaciones con las que colaboramos deben marcar la pauta. Por ejemplo, nuestro financiamiento flexible de largo plazo para el Centro Feminista de Estudos e Assessoria (Centro Feminista de Estudios y Asesoría, CFEMEA) en Brasil, les permitió comenzar a capacitar una nueva generación de activistas para realizar esfuerzos de incidencia en el Congreso brasileño, al tiempo que se ofrecían capacitaciones para activistas que trabajan en temas ambientales y de justicia racial. En Medio Oriente y el Norte de África, donde muchos activistas enfrentan encarcelamiento y acoso, las organizaciones prefieren concentrarse en actividades de bajo costo y bajo perfil, mientras contratan consultores para reforzar la seguridad digital y apartan fondos para la defensa legal.

Además, el equipo de aprendizaje, monitoreo y evaluación de IWHC crea un espacio para la reflexión que hace posible el autocuidado colectivo de nuestras socias. De esta manera, no solo tenemos la oportunidad de contribuir a mantener los movimientos, sino también de aprender de ellos y de defender y apoyar mejor a nuestras socias. Por ejemplo, dimos financiamiento a una organización feminista uruguaya, Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), para que encargara un estudio que analiza sus contribuciones a la larga y exitosa lucha para ampliar los derechos al aborto. Si bien este ejercicio garantizó que las contribuciones del activismo feminista no se borraran de esta lucha histórica y monumental, también sirvió para celebrar su victoria y rejuvenecer a sus integrantes antes de emprender otra ardua batalla: asegurar la aplicación de la nueva ley. Esta oportunidad de documentar, celebrar y compartir victorias es una forma de medir el éxito y de fomentar que perdure la labor de construcción de movimientos y resistencia feminista.

Los financiadores también pueden apoyar el bienestar y la longevidad de las organizaciones con las que colaboran al ajustar las expectativas de los beneficiarios de las concesiones: quizás la supervivencia frente a una oposición constante es en sí misma un indicativo de éxito. Los financiadores pueden tratar de medir la resiliencia como un resultado positivo mediante proyectos de documentación y evaluación. Hemos observado que los activistas rara vez tienen tiempo para descansar, reflexionar y rejuvenecerse. Con esto en mente, los financiadores deben tratar de apoyar los esfuerzos de sus aliados para hacer pausas, aprender y recargar fuerzas, con el objetivo tanto de mejorar el aprendizaje en el terreno como de fomentar el bienestar mental y emocional.

Como financiadoras feministas y con enfoque en los derechos, a menudo reflexionamos sobre las implicaciones de la reducción de espacios para la sociedad civil y la creciente represión. Y aunque no existe ninguna solución mágica, los proveedores de fondos debemos reflexionar sobre las maneras en que estamos apoyando a los beneficiarios o imponiéndoles cargas excesivas. Es necesario que los financiadores cambiemos de paradigma y comencemos a percibirnos como promotores y defensores del autocuidado colectivo. Podemos hacerlo al ofrecer ayuda flexible y de largo plazo, alentar la colaboración, crear espacios para la reflexión restauradora y, sobre todo, dar un papel central a las necesidades y soluciones de las organizaciones con las que trabajamos.

El profesor Cornel West afirmó acertadamente: “La justicia es la forma que toma el amor en público”.  Para nosotras en IWHC, apoyar el amor y el autocuidado colectivo en servicio de la justicia es en sí mismo un acto de resistencia profundo y radical, y una parte integral de nuestro feminismo.