Un puesto en la mesa: El cambio de discurso acerca de los defensores de los derechos humanos en las Naciones Unidas

Banderas nacionales a la entrada de la oficina de la ONU en Ginebra, Suiza en 2017. Crédito: TravelFlow / iStock

Ahora más que nunca necesitamos el multilateralismo y a las Naciones Unidas (ONU) para encontrar soluciones a las crisis sanitarias, climáticas y geopolíticas mundiales. Los defensores de los derechos humanos son socios clave con los que la ONU debería trabajar en estas soluciones. Como agentes esenciales del cambio que promueven la dignidad y la justicia en sus comunidades, aportan ideas concretas desde el terreno y exigen rendición de cuentas a los responsables de la toma de decisiones, se les debe conceder un paso seguro y un puesto en las mesas de debate de la ONU.

Sin embargo, muchos gobiernos intentan silenciar y estigmatizar a los defensores, por medio del control de las narrativas internacionales al referirse a ellos como terroristas, separatistas, activistas políticos o extremistas. En espacios de la ONU como el Consejo de Derechos Humanos se habla mucho de detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones y asesinatos de defensores.

En una encuesta de Media Cloud de 2019, un análisis de los medios de comunicación en línea en inglés examinó las cien palabras más asociadas con el término "defensor de los derechos humanos." Las ganadoras fueron: crímenes, protestas, violencia y violaciones. Mientras tanto, las palabras dignidad, igualdad y justicia ni siquiera figuraban en la lista, a pesar de ser precisamente las cosas por las que luchan las personas que promueven y protegen los derechos humanos.

Ya sea por sus oponentes, sus aliados o los medios de comunicación, los defensores son descritos de forma abrumadora como víctimas o como personas que están "en contra" de algo. El término defensor en sí mismo es un arma de doble filo; diseñado por la ONU para otorgar protección, también normaliza la idea de que las personas que protegen los derechos humanos están perpetuamente bajo ataque, como si esto fuera una consecuencia inevitable del trabajo que realizan.

 

Recuperar la narrativa

Ya sea como activistas comunitarios, trabajadores de ONG o diplomáticos, la mayoría de quienes apoyamos los derechos humanos participamos en la difusión de historias en el mundo. Como en la creación de un mosaico, cada mosaico que colocamos o cada historia que contamos puede ser diferente en función de nuestras necesidades particulares en un momento dado. Pero, con el tiempo, empieza a formarse una imagen o relato más amplio. Si seguimos colocando baldosas de un tono similar, ese tono acabará dominando. Nuestra tarea hoy es ser conscientes de cada baldosa que colocamos y pensar en la narración más amplia que queremos elaborar.

Siempre será necesario denunciar las violaciones en la ONU, pero los profesionales de los derechos y los diplomáticos que apoyan los derechos humanos pueden y deben mejorar a la hora de contextualizarlas dentro de una narrativa más eficaz. Para ello, junto con el equipo del Servicio Internacional para los Derechos Humanos (SIDH) y con el apoyo de la Fundación Ford, hemos elaborado una nueva guía de narrativas.

Elaborada y perfeccionada a partir de una serie de entrevistas y encuestas a diplomáticos, expertos de la ONU y relatores especiales, así como de debates y grupos de discusión con organizaciones que trabajan estrechamente con defensores y con la ONU, esta guía ofrece consejos y estrategias de mensajería tanto para la sociedad civil como para los diplomáticos. Cuando y donde sea posible, nuestras cuatro recomendaciones clave para elaborar mensajes más eficaces son:

1. Centrarse más en lo que intentan conseguir las personas que defienden los derechos humanos (y menos en la persecución infligida).

2. Explicar que cualquier persona puede ayudar a proteger y promover los derechos humanos (no describir a los defensores como una categoría separada de personas).

3. Especificar quién o qué está causando los problemas (no utilizar términos ambiguos como "reducción del espacio de la sociedad civil").

4. Hablar más de crear soluciones (y menos de todas las cosas que no funcionan).

 

Historias de diplomáticos

El primer taller piloto nacido de la guía se diseñó con el SIDH y se dirigió a diplomáticos de la ONU que estaban en Ginebra. Aunque el papel de un diplomático es principalmente el de un mensajero, que va y viene entre su capital (gobierno de origen) y sus homólogos de la ONU, la mayoría de los consultados afirmaron sentirse capaces de influir tanto en las posiciones adoptadas en la capital como en la ONU por su misión. Queríamos que los diplomáticos salieran del taller convencidos tanto de la necesidad de un cambio narrativo activo como de haber definido oportunidades concretas de despliegue en los próximos tres a seis meses.

 

¿Quién es su activista favorito?

Colectivamente, las personas que defienden los derechos humanos consiguen cambios positivos profundos. Deberíamos recordar al público que, desde el desmantelamiento de regímenes autoritarios hasta el establecimiento del fin de semana y el derecho de voto de las mujeres o el fin del apartheid en Sudáfrica, los avances fueron conseguidos por personas dispuestas a agitar y presionar para mejorar el mundo. Las personas que en su día fueron tachadas de alborotadoras o ingenuas suelen ser juzgadas por la historia de forma mucho más favorable. Es útil que los diplomáticos y los responsables de la toma de decisiones sean conscientes de su posición en ese continuo de progreso. Si reflexionan sobre su posición en esta línea temporal, deberían darse cuenta de que lo que venga después depende de las decisiones que tomen aquí y ahora.

Para establecer un tono basado en valores, se pidió a los participantes del taller que hablaran de un activista histórico o contemporáneo que les hubiera impactado directamente a ellos, a su familia o a su comunidad. Los mensajes basados en valores no son varitas mágicas que convencerán a todo el mundo de nuestras causas, pero se ha demostrado que son la forma más eficaz de persuadir a las personas indecisas sobre un tema o que no tienen opiniones arraigadas. Esto significa que cuando tenemos una estrategia basada en energizar a nuestros partidarios y exponer a nuestros oponentes como los valores atípicos que son, los mensajes basados en valores pueden ayudarnos a persuadir a la gente del medio.

Cuando se les encomendó la tarea de aplicar nuestras recomendaciones narrativas a las tres últimas declaraciones públicas que su misión había elaborado, los diplomáticos se dieron cuenta de que podían hacerlo fácilmente. Las modificaciones no les obligaron a sobrepasar los turnos de palabra que tenían asignados en el Consejo de Derechos Humanos ni, lo que es más importante, les distrajeron de la necesaria denuncia de las violaciones o de la búsqueda de responsabilidades. Los diplomáticos también identificaron oportunidades para el despliegue inmediato y a largo plazo de nuevas estrategias de comunicación. 

 

Un puesto en la mesa

Una narrativa tarda tiempo en formarse y muchas voces, con mucha repetición, en afianzarse. Hemos visto que es posible establecer relatos más eficaces en los espacios de la ONU sin perder de vista la labor esencial que allí se lleva a cabo. Los mensajes de los diplomáticos y de los profesionales de los derechos humanos deben servir, colectivamente, para mostrar lo que significa para los defensores de los derechos humanos tener un sitio en la mesa, ya sea en la mesa del consejo de administración de una empresa, en una mesa redonda sobre resolución de conflictos y consolidación de la paz o en la mesa de oradores de la Sala XX del Palacio de las Naciones.