Las redes sociales complican los objetivos de pluralismo y diversidad de los medios de comunicación convencionales

Photo: Pete Linforth/Pixabay


No hace mucho tiempo, cuando el mundo de los medios y las comunicaciones era (aparentemente) más sencillo, el derecho internacional en materia de libertad de expresión impuso a los Estados la responsabilidad de promulgar un marco jurídico y reglamentario que facilitara el desarrollo de panoramas mediáticos pluralistas. La expectativa era que las autoridades públicas de las sociedades democráticas, sin restringir la independencia de los medios, adoptarían medidas y regularían los mercados para garantizar la subsistencia de una pluralidad de actores mediáticos (es decir, el pluralismo mediático) y la disponibilidad de la mayor diversidad posible de información e ideas para el público en general (es decir, la diversidad mediática). De esta manera, los medios podrían proporcionar una gran variedad de puntos de vista, lo que permitiría a las personas formar sus propias opiniones como una ciudadanía informada.

Dada la evidencia de que un porcentaje cada vez mayor de la población obtiene sus noticias de las redes sociales, es importante preguntar: ¿en qué se convierten el pluralismo y la diversidad en el contexto de la distribución de noticias en las plataformas de redes sociales? Esta pregunta tiene múltiples facetas. En primer lugar, podemos estudiar la concentración de mercado en el mercado de las redes sociales, donde parece haber una pluralidad escasa o nula entre los actores (principales). En segundo lugar, podemos preguntar de qué manera el modelo de negocio de las redes sociales repercute sobre la existencia de una pluralidad de actores mediáticos en un mercado (nacional) determinado; y aquí, podríamos preguntarnos, por ejemplo, en qué medida la pestaña de Noticias que está probando Facebook para los usuarios en EE. UU. —la cual incluye reportajes de los grandes editores— fomenta o impide el pluralismo en el mercado mediático, en términos de los criterios que utiliza la plataforma para seleccionar las noticias y los editores que incluirá.

Si bien estas dos primeras preguntas son relevantes, decidimos concentrarnos en un tercer elemento: la diversidad de contenidos. Hay una abundancia fabulosa de contenidos en línea, y es innegable que la Internet es una auténtica esfera de diversidad. Sin embargo, en un mundo de distribución personalizada de contenidos, la cuestión de la diversidad se debe plantear en otros términos: se trata de si las personas están expuestas a la diversidad, más que de la mera existencia de la diversidad. Entonces, ¿los usuarios de las plataformas de redes sociales dominantes están expuestos a un nivel satisfactorio de contenidos diversos? En otras palabras, ¿sus derechos a la libre expresión e información están suficientemente garantizados cuando usan las plataformas de redes sociales?

En un mundo de distribución personalizada de contenidos, la cuestión de la diversidad se debe plantear en otros términos: se trata de si las personas están expuestas a la diversidad, más que de la mera existencia de la diversidad.

Mientras que los medios convencionales (que están entrelazados con las redes sociales) aún ofrecen los mismos contenidos a todas las personas, las plataformas de redes sociales personalizan en gran medida la distribución de contenidos. Una combinación de decisiones algorítmicas y humanas determina los contenidos que se distribuyen a nivel individual. Para conformar el canal de noticias de una persona, los algoritmos se basan en señales como los temas de moda, las publicaciones que sus amigos compartieron o a las que dieron un “me gusta” y el perfil del usuario. De hecho, las plataformas de redes sociales recaban una enorme cantidad de datos sobre cada usuario y usan esos datos para clasificar a las personas con base en perfiles precisos. En la medida en que las plataformas perfilan a los usuarios, pueden ofrecer contenidos altamente personalizados. Esto incluye la publicidad, pero también los contenidos más generales y las noticias, que se seleccionan con base en cuánto interactuará el usuario con esos contenidos. La individualización no busca representar la diversidad; no ofrece a los usuarios una visión general de la complejidad de la sociedad.

Dicho lo anterior, las investigaciones también indican que los usuarios están expuestos a una mayor diversidad de fuentes de noticias en las redes sociales que en contextos fuera de línea, lo que debería contribuir a controlar los instintos de regulación. Pero sigue siendo pertinente preguntar, sobre todo en lo que se refiere a los grandes temas de interés público: ¿cómo garantizamos que las plataformas de redes sociales ofrezcan a cada usuario un panorama representativo de la enorme diversidad que hay en el mundo?

A continuación, presentamos dos caminos para la reflexión. En primer lugar, ¿deberían las plataformas de redes sociales asumir la responsabilidad de cierta clase de “prominencia debida” que garantice que los usuarios estén expuestos a una gran diversidad de puntos de vista? Sin duda, las iniciativas como la Iniciativa de Periodismo de Confianza, que ofrecen señales que pueden captar los algoritmos para distribuir noticias confiables, generadas conforme a estándares profesionales elevados, pueden servir para esbozar cómo se manifiesta el deber de prominencia debida en las plataformas de redes sociales. La solución se puede encontrar mediante varios métodos técnicos, como la visualización de un fragmento o un segmento definido del canal de noticias, y podrían desarrollarse más mediante el tipo de diálogo de múltiples partes que prevé ARTICLE 19 a través de la creación de Consejos de Redes Sociales.

Una posible forma de garantizar una mayor diversidad en la exposición a los contenidos podría ser abrir el mercado de la moderación de contenidos y permitir que más proveedores ofrezcan ese servicio a los usuarios.

En segundo lugar, una posible forma de garantizar una mayor diversidad en la exposición a los contenidos podría ser abrir el mercado de la moderación de contenidos y permitir que más proveedores ofrezcan ese servicio a los usuarios. Los diversos proveedores probablemente competirían entre ellos para ofrecer mejores servicios. Por ejemplo, los proveedores podrían basarse en criterios distintos para personalizar el contenido (es decir, no necesariamente en lo que genera una mayor reacción de los usuarios), podrían proporcionar un servicio que respete más la privacidad, podrían tener modelos de negocio más transparentes, etc. Por lo tanto, es probable que una pluralidad de proveedores, que posiblemente utilizarían diferentes modelos de negocio, lleve a una pluralidad de modelos de moderación de contenidos, lo que a su vez aumentaría la diversidad en cuanto a la exposición a los contenidos, sobre todo en el largo plazo. Por su parte, los usuarios tendrían la posibilidad de elegir cómo quieren que se lleve a cabo su moderación de contenidos y quién la realizará.

Para lograr este resultado, es preciso exigir que las plataformas de redes sociales dominantes mantengan separadas sus actividades de alojamiento y moderación de contenidos, y deben tener la obligación de otorgar acceso a terceros a sus plataformas, para que puedan proporcionar moderación de contenidos a los usuarios. Las redes sociales dominantes aún podrán ofrecer moderación de contenidos a sus usuarios, pero los usuarios podrán decidir si usar o no sus servicios. Esta forma de separación funcional constituye el remedio de un daño (la reducción de la diversidad en la exposición a los contenidos) que también toma en cuenta las deficiencias de mercado en su origen (concentración de mercado, obstáculos para la entrada de competidores, asimetría de información entre las plataformas y los usuarios).

Según Urban Dictionary, uno de los posibles significados de la frase en inglés “riding the dragon” (montar el dragón) es adentrarse en lo desconocido. Ahora que los panoramas mediáticos han quedado bajo la influencia de empresas a las que muchas veces se describe como monstruos gigantes, es tiempo de montar esos dragones y explorar las diferentes opciones para promover la diversidad en línea. Este es el comienzo de una conversación colectiva que las sociedades democráticas necesitan entablar urgentemente con las plataformas de redes sociales dominantes.