Utilizar la colaboración entre movimientos para enfrentar la complejidad de los derechos humanos

Debido a la complejidad de los problemas de derechos humanos en la actualidad, tratar de resolverlos de forma aislada simplemente no funciona, y la complejidad sigue aumentando. Es casi imposible, por ejemplo, no pensar en el cambio climático y su interrelación con la minería, las agroindustrias, la contaminación, etc., que incide en todos los aspectos de nuestras vidas. Definir o abordar diversos problemas relacionados con los derechos humanos como asuntos bien delimitados e independientes es engañoso e incluso puede dificultar las soluciones.

Además, en los últimos años se han reconocido en mayor grado los efectos del cambio climático en la vida y los derechos de las mujeres. Los investigadores han dejado claro que las mujeres sufren de manera desproporcionada los efectos del caos climático, y que es necesario que ellas ocupen un papel central en las iniciativas para enfrentarlo. Hay mujeres dirigiendo innumerables iniciativas de adaptación y mitigación a nivel nacional y local; sin embargo, aún enfrentan una considerable falta de recursos y reconocimiento.

En efecto, debido a la escasez de recursos, las organizaciones no gubernamentales no tienen la oportunidad de relacionarse con sus contrapartes dentro del mismo movimiento, o en otros. En cambio, muchas veces terminan compitiendo entre ellas en lugar de colaborar. Sin embargo, muchas de nuestras organizaciones lidiamos con varios problemas a la vez, con tiempo y recursos limitados, y queremos apoyar y ayudar realmente a las comunidades a las que servimos, al mismo tiempo que enfrentamos presiones para entregar resultados y demostrar nuestro impacto ante los donantes. Como profesionales de los derechos humanos, podemos ser más eficaces si reconocemos que no es posible resolver estos problemas complejos por nuestra cuenta y desde nuestros propios rincones: la colaboración es esencial.

Como profesionales de los derechos humanos, podemos ser más eficaces si reconocemos que no es posible resolver estos problemas complejos por nuestra cuenta y desde nuestros propios rincones: la colaboración es esencial.

Desde esta perspectiva, dos fondos de mujeres, el Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM) y Mama Cash, y una organización ambientalista, Both ENDS, decidieron crear un programa con el objetivo común de garantizar que las agrupaciones locales de base tengan los recursos necesarios para fortalecer su propia capacidad para ayudar a las mujeres a ejercer sus derechos al agua, la soberanía alimentaria y un medio ambiente limpio, saludable y seguro. Este programa se conoce como la Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA) (Alianza Global por la Acción Verde y de Género) y se realiza en asociación con el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos. Mientras que FCAM, el líder de la alianza, es un fondo regional con sede en Nicaragua, nuestros aliados son holandeses y tienen alcance global.

La primera lección que aprendimos en esta iniciativa fue la importancia de la confianza. Both ENDS nos era completamente desconocida; Mama Cash fue el conector entre las dos organizaciones. En retrospectiva, tal vez fue arriesgado celebrar un acuerdo de cinco años con una organización que no conocíamos. Sin embargo, como ya teníamos una relación prolongada con Mama Cash, a través de varias experiencias de trabajo conjunto, confiamos en esta organización como intermediaria. Además, desde las primeras conversaciones sobre la iniciativa, quedó claro que teníamos un interés y un compromiso compartidos, lo que ofreció un terreno común sólido para empezar a colaborar.

También enfrentamos los “simples” problemas de trabajar en diferentes zonas horarias e idiomas. La gran diferencia horaria entre Nicaragua y Holanda supuso un obstáculo considerable, aunada a las diferencias culturales. Tuvimos que invertir mucho tiempo para entendernos, encontrar formas más claras de comunicarnos y comprometernos a nunca dejar de hacer preguntas.

Pixabay/vait_mcright (Some Rights Reserved)

Es esencial para los profesionales de los derechos humanos dentro de las organizaciones de base utilicen la colaboración.


Además, como el FCAM es una organización regional que trabaja a nivel de base, mientras que Mama Cash y Both ENDS trabajan a nivel global, tuvimos que encontrar maneras de cooperar y distribuir responsabilidades que funcionaran bien para todas, teniendo en cuenta que el programa se implementaría en 30 países de todo el mundo. Más allá de la cooperación y la división de tareas, teníamos que encontrar formas de trabajar de manera coordinada e integral, respetando la misión, los roles y los procedimientos de cada organización: encontrar nuestra propia independencia dentro de la colaboración. También tuvimos que reconocer y ser sensibles a los diversos contextos en los que trabajamos y desarrollar estrategias distintas en lo que respecta, por ejemplo, a los temas de seguridad o a cómo adaptar las estrategias de promoción y defensa (lobby y advocacy) según cada contexto.

La flexibilidad también fue una cuestión clave; cuando comenzamos el programa, este no estaba completamente definido. Nos quedaba claro que íbamos a desarrollar aspectos importantes con nuestras socias y aliadas durante la implementación. El desarrollo colectivo de estrategias pertinentes es parte de nuestro proceso de aprendizaje y construcción de confianza, y del de nuestras socias.

Finalmente, la lección más importante que aprendimos a partir de nuestra experiencia es que para este tipo de colaboraciones se requiere una inversión considerable. Desde que nació la idea hasta el momento en que firmamos y recibimos la subvención, pasaron casi 18 meses. Tuvimos que dedicar mucho tiempo y recursos a una idea que no estábamos seguras de si sería aprobada y financiada. Esto fue posible gracias al apoyo con el que contábamos las tres organizaciones, y a la capacidad de tener no solo una persona, sino varias integrantes del equipo trabajando de forma casi exclusiva en el proyecto durante los 18 meses. Es importante comenzar un proyecto como este teniendo muy claro cuáles son los recursos disponibles; por ejemplo, es posible que una organización no tenga personal adicional pero sí cuente con conocimientos especializados, relaciones o aliados pertinentes a la iniciativa.

Ahora que han pasado dos años de nuestra subvención de cinco años, nos hemos ajustado a nuestras diversas funciones y nos estamos concentrando, en conjunto, en aumentar la capacidad de las agrupaciones locales para aprender mejores prácticas e influir sobre los encargados de adoptar decisiones a nivel local, nacional e internacional. En este sentido, la diversidad de las organizaciones de la GAGGA es una herramienta poderosa, particularmente en términos de llegar a las organizaciones locales y de base. Por ejemplo, el universo de GAGGA está compuesto por 14 fondos de mujeres, seis fondos ambientalistas, 28 ONG y al menos 300 agrupaciones de base, que trabajan directamente en 30 países de tres regiones del mundo.

Muchas de las organizaciones asociadas en esta colaboración llevan muchos años trabajando en temas relacionados con los derechos de las mujeres o la justicia ambiental a nivel local, nacional e internacional, pero no estaban conscientes de que había otros integrantes de GAGGA trabajando en temas relacionados. En el 2016 y 2017, priorizamos la facilitación de diálogos y espacios, para que los actores pudieran compartir diferentes puntos de vista, con la intención de encontrar una manera de trabajar juntos, reconociendo sus diferencias. Un interés fundamental en el 2018 es tratar de influir sobre el Fondo Verde para el Clima, en su proceso de acreditación y en políticas específicas para todo el fondo. Tenemos el objetivo de involucrar a distintos actores de GAGGA para que consideren esto como una prioridad. Por ejemplo, a principios del 2017, ayudamos a organizar una campaña en torno al derecho al agua en Sudamérica, y esperamos aprovechar este trabajo con nuestros socios durante los próximos años para influir sobre los encargados de adoptar decisiones en espacios diversos.

Esta colaboración ha involucrado a muchas organizaciones de base, fomentando así el desarrollo de capacidades entre la población local y el aprendizaje mutuo para crear mejores estrategias. Ciertamente ha sido un proceso desafiante y arriesgado, pero los resultados que hemos visto hasta ahora nos motivan a creer que valió la pena el esfuerzo.