La crisis venezolana demuestra la necesidad de aumentar la coherencia de la maquinaria de derechos humanos de la ONU

Foto: Efecto Eco (CC BY 3.0)


La retirada de Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas se ha analizado ampliamente, incluyendo en OpenGlobalRights. Pero la telenovela en torno a la salida de EE. UU. ha ocultado el hecho de que aún existe una necesidad urgente de fortalecer la coherencia y las sinergias entre las distintas subdivisiones y mecanismos de la ONU, entre ellos, el Consejo de Derechos Humanos. La crisis política y humanitaria actual en Venezuela ofrece algunas lecciones sobre cómo y por qué deben reformarse los mecanismos de derechos humanos de la ONU.

En los últimos años, el aumento espectacular en la creación de nuevos mecanismos, como los “procedimientos especiales” de la ONU y el Examen Periódico Universal (EPU), ha saturado el sistema y provocado incoherencias. En Venezuela, por ejemplo, una persona que ocupaba un puesto de “procedimientos especiales” expresó recientemente la opinión de que no hay crisis humanitaria en Venezuela, a pesar de todas las pruebas que demuestran lo contrario, ¡incluso las presentadas por otros mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas!

Hasta hace poco, Alfred de Zayas era el “Experto Independiente sobre la promoción de un orden internacional democrático y equitativo”. Visitó Venezuela en noviembre de 2017 por invitación del gobierno. Es evidente que la invitación fue un intento de control de daños por parte del gobierno, tras la publicación, tres semanas antes, de un reporte crítico de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en el país. Curiosamente, el gobierno invitó a este experto, que ni siquiera había pedido visitar el país, al mismo tiempo que negó el acceso a 11 procedimientos especiales de la ONU que habían solicitado visitar Venezuela desde 2003. De Zayas aceptó la invitación de Venezuela (después visitó Ecuador; las únicas visitas a países que realizó durante los seis años de su mandato). Una carta abierta avalada por 56 ONG venezolanas rechazó lo que estas consideraron una visita con motivación política, y señaló los graves efectos perjudiciales que tendría en las vidas de las personas que necesitan protección. El informe derivado de la visita a ambos países incluye referencias explícitas y bienvenidas a las recomendaciones de varios mecanismos de la ONU para Venezuela, pero ignora otras recomendaciones recientes, como las del Comité contra la Tortura y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Sorprendentemente, el informe también recomienda a Ecuador que coopere con los órganos de tratados de la ONU, pero no a Venezuela.

Este tipo de situación demuestra la necesidad urgente de fortalecer la coherencia y las sinergias entre los diferentes mecanismos de la maquinaria de derechos humanos de la ONU.

Los organismos de las Naciones Unidas que trabajan en el terreno también tienen la función y el deber fundamentales de proteger los derechos humanos. Han pasado nueve años desde el escándalo del equipo de la ONU que no prestó suficiente atención a los homicidios y las violaciones generalizadas contra los derechos humanos en Sri Lanka. Esto llevó a la creación de la iniciativa Los Derechos Humanos Primero de las Naciones Unidas, con el objetivo de asegurar que todos sus órganos y organismos tomaran en serio las denuncias de abuso contra los derechos humanos.

En Venezuela, los activistas de derechos humanos señalan ejemplos de organismos de la ONU en el país que hacen caso omiso de las violaciones de derechos humanos y la crisis humanitaria. Por ejemplo, el Servicio de Información de la ONU en Caracas canceló una reunión informativa en julio de 2016 sobre la situación sanitaria y humanitaria en Venezuela, debido a la presión del gobierno. Las ONG venezolanas independientes que llevan años documentando la situación en el terreno y compartiendo información con los organismos de las Naciones Unidas esperaban con entusiasmo la reunión. En respuesta, 78 organizaciones venezolanas le escribieron al entonces secretario general Ban Ki-moon, expresando su “indignación y rechazo a la conducta y el silencio de los organismos del Sistema de las Naciones Unidas establecidos en Venezuela”. Aunque Ban tomó en serio la carta de las organizaciones venezolanas, y semanas más tarde declaró públicamente que había una crisis humanitaria en Venezuela, los organismos de la ONU en el país todavía se resisten a alzar la voz. Tampoco han abordado las necesidades de la población, incluso cuando la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados ha llamado al flujo resultante de refugiados “uno de los mayores movimientos de población en la historia latinoamericana”.

EE. UU. ha expresado su preocupación sobre la situación de derechos humanos en Venezuela en varias ocasiones, pero sigue privilegiando las medidas unilaterales. De hecho, la retirada de EE. UU. del Consejo de Derechos Humanos redujo su capacidad para opinar sobre Venezuela, en un momento en el que los miembros del Consejo estaban negociando y acordando una resolución clave sobre el país. Los torpes esfuerzos estadounidenses para reformar el Consejo resultan aún más problemáticos porque socavan otros intentos de mejorar la eficacia del Consejo y otros órganos de derechos humanos de las Naciones Unidas.

Como se ilustra con la situación en Venezuela, es necesario fortalecer los mecanismos de la ONU en muchos sentidos, y los equipos de las Naciones Unidas en los países deben priorizar los derechos humanos. Los procedimientos especiales y los órganos de tratados de la ONU necesitan aumentar la independencia, imparcialidad, diversidad y competencia de sus miembros. Un estudio publicado a principios de este año concluyó que casi la mitad de los miembros de los órganos de tratados de las Naciones Unidas tienen vínculos con su gobierno, ya que son principalmente diplomáticos o embajadores. En 2017, dos de los diez presidentes de los órganos de tratados eran embajadores de tiempo completo.

La falta de independencia de los mecanismos y organismos de la ONU es solo uno de los temas críticos que se deben abordar para lograr una maquinaria de derechos humanos eficaz. A menos que los Estados y los altos mandos de la ONU tomen en serio el tema, y hasta que lo hagan, se seguirán presentando problemas como los “expertos independientes” que niegan la realidad de las crisis de derechos humanos, y los equipos de las Naciones Unidas que hacen caso omiso de las violaciones masivas en los países.

Los gobiernos que tienen la voluntad y capacidad para mejorar genuinamente la maquinaria de derechos humanos de la ONU, con base en el interés común, deben fortalecer su cooperación con la sociedad civil para anticiparse a las propuestas de reforma regresivas e impulsar mejoras genuinas. 

 

*** La autora desea expresar su gratitud a Vincent Ploton, quien fue una inspiración para escribir este artículo e hizo valiosas aportaciones al mismo.