Conforme el mundo envejece, debemos hacer más para proteger los derechos de las personas de edad

Hoy en día, el mundo está experimentando una revolución demográfica sin precedente hacia el envejecimiento de la población, y ninguna región está exenta. A nivel mundial, hay aproximadamente 700 millones de personas de 60 años o más de edad, y esta cifra se duplicará para 2025. En 2050, las personas de edad constituirán el 20 % de la población mundial; lo que será un máximo histórico. En vista de estas previsiones, en 2013, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció por primera vez el mandato del Experto Independiente sobre el disfrute de todos los derechos humanos por las personas de edad.

El principal objetivo de este mandato es contribuir al fortalecimiento de la promoción y la protección de los derechos humanos de las personas de edad. El envejecimiento afecta a las poblaciones de diferente manera, con cuestiones fundamentales como el maltrato de ancianos, la existencia de centros de atención adecuados y el acceso a la atención médica de calidad. El alcance del mandato es lo suficientemente amplio para abarcar no solo una evaluación de la implementación de los instrumentos internacionales existentes relacionados con las personas de edad (incluida la identificación de las mejores prácticas y de los vacíos en todo el mundo), sino también la toma de acciones para generar conciencia sobre los desafíos que enfrentan las personas de edad en el disfrute de sus derechos. Más específicamente, también comprende una evaluación de las consecuencias para los derechos humanos de implementar uno de los principales documentos políticos dedicados a las personas de edad, el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, aprobado hace 14 años por la Asamblea General.

Para satisfacer este mandato, elegí un enfoque integral hacia el envejecimiento, que presenté en mi primer informe anual en 2014. Este enfoque integrado toma en consideración marcos normativos y políticos a nivel internacional para comprender la complejidad y la heterogeneidad del envejecimiento, identificar las necesidades de las personas de edad, crear conciencia sobre los desafíos que enfrentan y analizar cómo se ha incorporado su situación a las políticas, las leyes, los planes y los programas.

Además, mi trabajo ha identificado algunas cuestiones que se deben abordar de manera prioritaria, como la autonomía y el cuidado de las personas de edad. Estos dos temas complementarios fueron el asunto del primer informe temático que presenté ante el Consejo de Derechos Humanos en septiembre de 2015. El informe contiene un análisis de los instrumentos internacionales y regionales que abordan la autonomía y el cuidado de las personas de edad, así como un estudio del contenido y el alcance de estos conceptos. Además, incluye un conjunto de recomendaciones específicas y selectivas para ayudar a los Estados a implementar normativas adecuadas y eficaces que refuercen la autonomía de las personas de edad, como la adopción de planes de acción y políticas nacionales sobre el envejecimiento que incluyan disposiciones específicas sobre la autonomía y el cuidado.  


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National policies and action plans for aging should emphasize autonomy as well as care.


Estas recomendaciones asegurarán que las personas de edad se impliquen y participen activamente en todas las esferas de la vida y mejorarán su bienestar y calidad de vida; asimismo, garantizarán que se adopte un enfoque basado en los derechos humanos en los entornos de prestación de cuidados.  

El enfoque ya no puede centrarse en las enfermedades y la dependencia funcional, sino en la autonomía y la dignidad de las personas de edad.

El informe pone de relieve que, en vista de la intensidad del envejecimiento en muchas sociedades, es necesario garantizar que las personas de edad tengan la capacidad de vivir de manera autónoma. Esto requiere también un cambio de paradigma que se centre en incluir a las personas de edad en todos los niveles de la sociedad, abarcando comunidades y entornos propicios para las personas de edad. En cuanto a la prestación de cuidados, el enfoque ya no puede centrarse en las enfermedades y la dependencia funcional, sino en modelos de cuidado basados en las personas, que promuevan la autonomía y la dignidad de las personas de edad.

Hay otras cuestiones consideradas de prioridad, en particular, el maltrato y la violencia contra personas de edad, con atención especial para los casos de mujeres mayores, y el cambio climático y sus efectos desproporcionados sobre las personas mayores, incluida la importancia de incluirlas en cualquier política de resiliencia y reducción de riesgos. Además, es muy importante promover un enfoque basado en los derechos humanos para el cuidado de personas de edad con demencia.

La metodología que utilicé se basa en la cooperación y el diálogo con todos los actores, incluidos los Estados miembros, organizaciones internacionales y regionales, organizaciones de la sociedad civil, el sector académico, las personas mayores y todos los actores interesados de todas las regiones. Esta cooperación me permite tomar en cuenta los puntos de vista de todos los distintos actores interesados, así como compartir información sobre las mejores prácticas y los desafíos para la implementación de los instrumentos existentes en todo el mundo. En conformidad con mi mandato, desarrollamos dos cuestionarios que enviamos a todos los actores a fin de identificar cómo han incorporado los Estados un enfoque basado en los derechos humanos en la implementación del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento y  sobre la existencia de las mejores prácticas.

Esta estrecha colaboración también se ha materializado a través de las visitas a los países.

La selección de los países a visitar se basa en un conjunto de criterios, como la existencia de una legislación nacional, marcos normativos o políticos, instituciones y prácticas, a fin de identificar las mejores prácticas y los vacíos en la implementación de las leyes existentes relacionadas con los derechos de las personas de edad. La selección también refleja un equilibrio geográfico. Por lo tanto, realicé tres visitas oficiales, por invitación de los gobiernos de Eslovenia, Austria y Mauricio. Estas visitas me brindaron información de primera mano y una oportunidad única para evaluar la situación de las personas de edad en la práctica. Las conclusiones y recomendaciones derivadas de cada visita fueron expuestas en tres informes diferentes ante el Consejo de Derechos Humanos durante su periodo ordinario de sesiones más reciente.  También están previstas visitas a América Latina y Asia para este año.  

Debido al amplio alcance de este mandato y con el fin de contribuir a la búsqueda de soluciones y proporcionar recomendaciones para superar todos los desafíos que actualmente enfrentan las personas mayores en todo el mundo, necesito el apoyo constante de todos los actores. Aún falta mucho por hacer. Este primer año y medio en el ejercicio de mi mandato me ha permitido observar que sin la cooperación es imposible abarcar las diversas facetas del envejecimiento e identificar las prácticas en los distintos niveles de los gobiernos que podrían replicarse en otras regiones del mundo.

Este será un año crucial para el mandato, ya que se presentarán los resultados de todo el trabajo realizado hasta ahora en un informe exhaustivo ante el Consejo de Derechos Humanos el próximo mes de septiembre. Hasta entonces, sigo buscando trabajar de manera constante con distintos actores y desarrollar relaciones sinérgicas para alcanzar objetivos comunes a fin de garantizar que todas las personas envejezcan con dignidad y seguridad.