La descolonización, y no los liberales occidentales, colocó los derechos humanos en la agenda global

Hay una paradoja en el corazón del movimiento de derechos humanos. Durante décadas ha hecho fuertes afirmaciones sobre la universalidad de los derechos humanos, pero después procede a presentar una versión rebajada del relato de universalidad.

Los recuentos históricos convencionales han privilegiado el papel de los actores occidentales, y sus perspectivas sobre la causalidad histórica. Estos estuvieron acompañados por un énfasis excesivo en las décadas de los 1940 y los 1970 para explicar el surgimiento de los derechos humanos: un énfasis que revela una adicción académica a los “momentos de derechos humanos” y las historias simbólicas, en lugar de narrativas con más riqueza contextual a través del tiempo.

El énfasis antes mencionado ha dado lugar a una brecha enorme en el conocimiento relativo al periodo intermedio, que abarca alrededor de 25 años, desde 1948 hasta mediados de la década de los 1970. En este periodo, ocurrió la mayor transformación de poder soberano en la historia mundial, a saber, la descolonización. Esta transformación estructural del sistema internacional de Estados seguramente habrá influido en el surgimiento, después de 1945, de los derechos humanos en camino a su significación contemporánea, ¿no?

Es sorprendente que la investigación sobre los derechos humanos internacionales haya sido tan ignorante con respecto a los acontecimientos que ocurrieron en la década de los 1960 en el campo de los derechos humanos.

A juzgar por los estudios existentes, al menos hasta hace poco, la respuesta parece ser negativa. La participación del Sur Global en este periodo se ha descrito como fundamentalmente centrada en la promoción del derecho a la autodeterminación. En general, los estudios sobre los derechos humanos estaban conformes con esta visión profundamente reduccionista. Se olvidó que ni la diplomacia de derechos humanos de la ONU ni la del Sur Global fueron monolíticas. Siempre tuvieron varios tonos. El efecto ha sido una visión distorsionada del papel del Sur Global en la emergencia de la diplomacia de derechos humanos, cuando en realidad varios diplomáticos del Caribe, África y Asia realizaron aportaciones innovadoras y fundamentales.

El motivo de esta situación radica en un planteamiento de investigación complaciente que se concentra demasiado en los estándares legales internacionales, a menudo combinado con un enfoque congratulatorio y conmemorativo sobre la evolución histórica, en lugar de un enfoque más crítico. En retrospectiva, es sorprendente que la investigación sobre los derechos humanos internacionales haya sido tan ignorante con respecto a los acontecimientos que ocurrieron en la década de los 1960 en el campo de los derechos humanos, dado que una mirada más atenta revela una comprensión más matizada y plural de esta historia.

El primer punto a reconocer es que los derechos humanos vinieron del Sur. El año 1962 fue un punto de inflexión fundamental, debido a una importante redefinición del proyecto de derechos humanos en torno a la raza y la religión, y el surgimiento de un impulso y un liderazgo sin precedentes en el ámbito de la diplomacia multilateral. Este avance jurídico y diplomático fue negociado por un grupo clave de países, a saber, Jamaica, Ghana, Filipinas, Liberia, Costa Rica y Senegal. Estos países promovieron la agenda de los derechos humanos y construyeron alianzas en las Naciones Unidas durante un periodo vital durante la década de los 1960. Lucharon, con éxito, por un sistema de derechos humanos más sólido, con componentes legalmente vinculantes, que ya estaba establecido en la década de los 1970, cuando los países occidentales asumieron la responsabilidad y comenzaron a transformar su participación de política exterior.


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Are the global South's contributions to the global human rights movement's early development unduly forgotten?


El segundo punto a reconocer es la necesidad de garantizar relatos históricos más representativos. Si desplazamos la atención de los representantes “icónicos”, como Eleanor Roosevelt, al embajador de Jamaica ante la ONU (de 1962 a 1967), Egerton Richardson, descubrimos al quizás más importante, y sin embargo completamente desconocido, diplomático de derechos humanos del siglo XX y una historia internacional muy diferente. Richardson convirtió a Jamaica en el líder mundial de la diplomacia de derechos humanos durante los dos años siguientes a la independencia del país en 1962. Hizo posible la primera estrategia de política exterior (1964) que integró los derechos humanos en un documento de esta clase; más de trece años antes de los más renombrados esfuerzos del presidente Jimmy Carter. Los resultados de los esfuerzos diplomáticos de Jamaica son numerosos. Sus esfuerzos fueron fundamentales para inspirar a Amnistía Internacional en 1968 a incluir la lucha contra la tortura en su mandato. También influyeron en la manera en que los disidentes soviéticos llegaron a adoptar los derechos humanos internacionales como una plataforma nacional contra el régimen totalitario al que se enfrentaban. Y los esfuerzos de Richardson fueron los que llevaron a que la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de Teherán en 1968 se centrara en el conflicto armado. Esta es, por donde se mire, una trayectoria considerable, pero ha sido ignorada por completo.

El tercer punto a reconocer es que la aportación del Sur Global fue fundamental, con legados duraderos que siguen con nosotros hoy en día. De 1963 a 1968, un grupo central de estos Estados inició un esfuerzo diplomático para desarrollar un sistema internacional de derechos humanos con mecanismos a nivel mundial, regional y nacional. Creían que dichos mecanismos eran necesarios para que la Organización de las Naciones Unidas pudiera funcionar como una organización para la seguridad colectiva en el mundo poscolonial. Por lo tanto, colocaron cuestiones como las misiones de investigación, las comisiones nacionales de derechos humanos, la vigilancia de los órganos creados en virtud de tratados y los mecanismos regionales de derechos humanos en la agenda de la ONU. Ghana y Filipinas dirigieron el proceso que sentó las bases para el sistema de órganos creados en virtud de tratados a mediados de la década de 1960. Enfrentaron mucha resistencia y el avance fue lento, pero esta definición de la agenda tendría efectos duraderos.

El cuarto punto a reconocer es que, desde 1962, los actores del Sur Global redefinieron el proyecto de derechos humanos en torno a la discriminación racial y la intolerancia religiosa. De acuerdo con la narrativa convencional, la historia posterior a 1945 ha estado centrada en los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Esto refleja la intención que se originó en la ONU en la década de los 1940 con el desarrollo de una Carta Internacional de Derechos Humanos. Sin embargo, la raza y la religión fueron fuerzas impulsoras de la agenda global de los derechos humanos de 1962 a 1975, lo que exige un reposicionamiento de la manera en que percibimos la historia de los derechos humanos. Fueron actores del Sur Global quienes colocaron la religión en la agenda internacional. En el proceso, desafiaron a los Estados comunistas e inspiraron a las principales potencias occidentales a participar más plenamente en la incipiente diplomacia internacional de derechos humanos.

Estos cuatro puntos son algunos de los elementos centrales de un muy necesario replanteamiento de la evolución de los derechos humanos. Nunca se trató de un proyecto exclusivamente occidental. Fue un proyecto pluralista que surgió a través de una multitud de procesos históricos en los que participó un conjunto diverso de actores. Esto es lo que no han reconocido los investigadores y profesionales de los derechos humanos. Tratándose de un área de práctica comprometida con la inclusión y la no discriminación, llama la atención que esté tan estrechamente afiliada con tales prácticas de exclusión en lo que se refiere a su principio básico: la universalidad. Esta es una paradoja que se debe corregir. Repensar las trayectorias que dieron forma a la historia de los derechos humanos después de 1945 se ha convertido en una cuestión urgente para la credibilidad del campo de estudio y para el activismo de derechos humanos en sí.