Cumpliendo órdenes: cómo las expectativas podrían reducir las violaciones de derechos humanos

En el esfuerzo por reducir las violaciones de derechos humanos, tanto los académicos como los profesionales se enfocan en dos mecanismos que pueden, al menos en algunas ocasiones, llevar a que se respeten los derechos humanos. En primer lugar, cuando las normas sociales cambian, es posible que los individuos comiencen a verse a sí mismos como personas que cumplen y respetan los derechos humanos y que comiencen a percibir algunas prácticas gubernamentales como indebidas. Esta es la lógica de lo apropiado. En segundo lugar, las normas legales, cuando se aplican, pueden imponer sanciones costosas a quienes violan los derechos humanos. Esta es la lógica de las consecuencias.

Los agentes de los líderes, ya sean agentes militares, policiales o de otro tipo de fuerzas de seguridad, son los encargados de cometer las violaciones.

En nuestro trabajo de investigación, Tiberiu Dragu y yo utilizamos un modelo de teoría de juegos para argumentar que hay un tercer mecanismo que también puede contribuir a mejorar las prácticas de derechos humanos en ciertas condiciones: la lógica de las expectativas. Un elemento clave para el desarrollo de esta lógica es que, por lo general, los líderes no cometen las violaciones de derechos humanos ellos mismos; ordenan que se cometan. Los agentes de los líderes, ya sean agentes militares, policiales o de otro tipo de fuerzas de seguridad, son los encargados de cometer las violaciones; y el hecho de si cumplen o no dichas órdenes depende en parte de si esperan que otras personas lo hagan.

Hagamos un experimento mental. Póngase en los zapatos de un soldado en el ejército de un líder autoritario. Hay cantidades masivas de manifestantes en las calles y su unidad recibió la orden de dispararles. Si se suprime la manifestación, su jefe se mantendrá en el poder; de lo contrario, es posible que lo depongan. Debe elegir rápidamente si obedece o no la orden.


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A Syrian army sniper.


Tal vez usted piense que disparar contra civiles desarmados es incorrecto, en cuyo caso es probable que se rebele. Pero, ¿qué le pasaría si el resto de su unidad dispara y usted no lo hace? Quizás sería el siguiente en enfrentar la línea de fuego. Es posible que sus normas profundamente arraigadas no sean lo suficientemente fuertes como para impedir que dispare, en particular si espera que los demás no las compartan.

Tal vez usted piense que disparar contra civiles desarmados podría ponerlo en riesgo de recibir sanciones legales en el futuro. Si los otros soldados obedecen la orden, la manifestación probablemente será suprimida y el régimen permanecerá. En ese caso, es poco probable que un líder someta a juicio a sus propias tropas por cumplir sus órdenes. Del mismo modo, si usted cumple la orden de disparar, pero nadie más lo hace, el régimen podría ser derribado y usted podría enfrentar un juicio bajo el nuevo régimen (si los manifestantes no lo atrapan antes).

En ambos casos, su decisión depende, en parte, de lo que espera que hagan los demás soldados. Este es el corazón de la lógica de las expectativas. Los individuos actúan, en parte, según lo que esperan que hagan los demás. En la situación hipotética anterior, incluso si usted no se adhiere a las normas de derechos humanos, es posible que desobedezca la orden de disparar si piensa que los demás sí respetan dichas normas. Del mismo modo, incluso si usted no espera enfrentar las consecuencias de disparar contra civiles, es posible que desobedezca la orden si piensa que los demás tienen esas expectativas.

La idea subyacente a nuestro trabajo no es ninguna novedad para las ciencias sociales. En la teoría de juegos, esta clase de situación hipotética se conoce como un juego de coordinación; algunos académicos como Russell Hardin, David Lewis y Barry Weingast han estudiado sus numerosas aplicaciones en los ámbitos de los negocios, la política y la vida social. En 1960, Thomas Schelling escribió sobre un experimento que llevó a cabo con sus estudiantes, presentándoles una situación hipotética en la que tenían que reunirse con otra persona en algún lugar de la ciudad de Nueva York. Se les preguntó a los estudiantes en dónde se reunirían con esta persona si no conocieran la ubicación específica. La respuesta más frecuente fue la Terminal Grand Central. ¿Por qué? Schelling sostuvo que este lugar no era necesariamente preferible a otros. En cambio, los estudiantes respondieron Grand Central porque esperaban que la expectativa de la otra persona fuera reunirse ahí. En esta situación, Grand Central es lo que Schelling llama un punto focal: una opción que eligen los individuos porque esperan que otras personas la elijan también.

La lógica de las expectativas aplica este concepto al contexto de los derechos humanos. La principal implicación de nuestro argumento es que la lógica de las expectativas puede reducir las violaciones de derechos en la medida en que el respeto a la protección de los derechos se convierte en un punto focal para quienes tienen el potencial de violar los derechos humanos: los soldados y agentes gubernamentales.

Esto tiene implicaciones importantes para la promoción de los derechos humanos. Los posibles efectos de las actividades de promoción no se limitan a convencer a las personas de que las violaciones de derechos humanos son inmorales o de que podrían generar consecuencias negativas. Estas actividades podrían ser muy eficaces en la medida en que puedan utilizarse para hacer que los agentes gubernamentales crean que otros agentes gubernamentales esperan enfrentar sanciones legales o se adhieren a normas de derechos humanos.

Esto significa que los mensajes podrían concentrarse en influir sobre las creencias de los agentes del régimen con respecto a sus compañeros. La difusión de ejemplos de desobediencia entre las fuerzas de seguridad podría resultar particularmente eficaz.

Pero los gobiernos también pueden jugar este juego. Los líderes autoritarios, en particular, parecen tener una intuición especial para el tipo de argumento que estamos presentando. Organizan a sus fuerzas de seguridad de formas que eviten que la desobediencia se vuelva focal, como las múltiples capas de las fuerzas de seguridad en el régimen de Saddam Hussein. También tratan de controlar la información disponible a sus fuerzas, como cuando Bashar al-Assad de Siria creó un complejo residencial en un suburbio de Damasco específicamente para los oficiales militares. Entre otras cosas, este tipo de estructura puede impedir que las campañas de promoción alcancen sus objetivos.

Como bien saben muchos en la comunidad de derechos humanos, la información es crucial. Llevar el mensaje al público correcto suele ser un desafío fundamental. Si bien la lógica de las expectativas no ofrece una solución directa a este problema, sí nos ayuda a comprender mejor cómo y cuándo la información puede ser eficaz para reducir la represión.