La violencia neocolonial del umbral de 1.5°C

Crédito: Alejandro Ospina

¿Es neocolonial la toma de decisiones global contemporánea? Puede parecer un poco exagerado, ya que en un mundo poscolonial los Estados son ostensiblemente iguales y, por tanto, tienen la misma influencia a la hora de configurar las normas mundiales. Sin embargo, aunque la igualdad formal exista sobre el papel, la elaboración del derecho internacional está plagada de juegos de poder, en los que los antiguos imperios poseen más influencia para inclinar a su favor el resultado de las negociaciones diplomáticas. Uno de los muchos escenarios de lucha por el significado en el derecho internacional del medio ambiente es el establecimiento de umbrales atmosféricos. 

Los responsables de la toma de decisiones llevan mucho tiempo utilizando los umbrales como herramientas en la legislación y la gobernanza medioambiental, a pesar de que las ecologías funcionan a menudo según “continuums" o continuos. La adopción del Acuerdo de París supuso un punto crucial de lucha para cristalizar los umbrales máximos de calentamiento global que la política aceptaría, lo que dio lugar a los objetivos de temperatura media global de 1,5°C a 2,0°C. Por debajo y dentro de estas cifras absolutas se esconde una violencia insondable que abarca, entre otras cosas, el desplazamiento de millones de personas de sus hogares y la brutal alteración de los ecosistemas locales. Este artículo sostiene que las negociaciones mundiales sobre el clima encarnan el neocolonialismo porque el Norte Global introdujo objetivos de temperatura insidiosos, permitiendo una devastación silenciosa pero significativa en el Sur Global en el umbral de 1.5°C y por debajo de él.

 

El umbral en la legislación internacional sobre el clima 

Los legisladores suelen utilizar los umbrales como una forma de delimitar las acciones lícitas de las ilícitas. Por ejemplo, los índices de calidad del aire y del agua ilustran el poder de los umbrales a través de su papel esencial en la legislación y los litigios para establecer normas que deben cumplir tanto los agentes públicos como los privados. En la legislación climática, un umbral podría ser un presupuesto nacional de carbono, un punto de referencia legal que conlleva responsabilidades potenciales si el Estado lo supera. A pesar de su pragmatismo, este enfoque oculta lo que hay en el lado legal del umbral, donde se produce un espectro de daños relacionados con el clima, como las inundaciones que asolaron Pakistán en 2022. En este contexto, los umbrales del Acuerdo de París silencian cualquier debate sobre los vínculos entre la distribución de las emisiones históricas y los impactos climáticos desproporcionados y peligrosos que ya se están produciendo por debajo de 1.5°C.

 

El violento silencio de los umbrales jurídicos y políticos 

Las silenciosas heridas coloniales duelen cada vez más a medida que el planeta se calienta. Esta alegoría describe cómo varios países del actual Norte Global sometieron a una gran franja del Sur Global a un régimen colonial durante cientos de años, una de las principales causas de la vulnerabilidad actual a los desastres climáticos. Esta vulnerabilidad y la exposición desproporcionada a fenómenos meteorológicos extremos hacen que el Sur Global sea propenso a impactos climáticos que se multiplican con cada décima de grado de temperatura media global. Hasta ahora, el planeta se ha calentado entre 1,1°C y 1,3°C y, según el IPCC, este calentamiento ya ha contribuido a que se produzcan temperaturas extremas en la tierra y en el océano, fuertes precipitaciones, sequías e incendios. Este cambio en el clima mundial ha provocado una grave inseguridad alimentaria e hídrica y un aumento exponencial de la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas en millones de comunidades de África, Asia, América Latina, pequeños Estados insulares y el Ártico. Sin embargo, existe un silencio ensordecedor en la gobernanza climática dominante en torno a las vidas que se disipan bajo el umbral legal de 1.5°C. 

Este silencio también se manifiesta en el enriquecimiento material masivo del Norte Global a través de un desarrollo industrial intensivo en carbono, que permitió unas condiciones de vida lujosas a costa de sobrepasar su presupuesto de carbono. A medida que la temperatura aumente entre los umbrales legales, ningún nivel de financiación le permitirá al Sur Global adaptarse para salir de la emergencia climática. En consecuencia, la violencia de las emisiones históricas de los antiguos imperios limitará las opciones de desarrollo actuales de estas regiones.

 

La lógica colonial del umbral de 1.5°C 

Tras años de negociaciones sobre el clima que desembocaron en los compromisos del Acuerdo de París, los pequeños Estados insulares y los países menos desarrollados lucharon arduamente por incluir el umbral de 1,5°C en el texto para establecer lo que para ellos es ilegal. En este contexto, dos aspectos fundamentales vinculan el pasado colonial de estos países con el presente: la agencia limitada y la desposesión material. En cuanto a lo segundo, los antiguos imperios redujeron las islas del Caribe y el Pacífico a territorios de esclavitud y degradación de la tierra debido a las economías de plantación, imponiendo así unas condiciones de vida ruinosas, algunas de las cuales se replicarán con un planeta más cálido. 

En términos de agencia, aunque las antiguas colonias han recuperado su soberanía y autodeterminación, su participación es limitada en gran medida cuando se trata de conferencias mundiales sobre el clima. Los actores del Norte Global, como el economista estadounidense William Nordhaus y el Consejo Europeo, legitimaron el umbral de 2,0°C como un consenso autorizado. Este movimiento puso a los países del Sur Global en una posición difícil en la que se ven obligados a convencer a sus antiguos colonizadores para que adopten un umbral alternativo que seguiría siendo devastador. La respuesta del régimen climático mundial fue adoptar una vaga obligación en el Acuerdo de París que obliga a los Estados parte a "realizar esfuerzos" para limitar el calentamiento a 1,5°C. Esta disposición simboliza la aceptación por parte de las antiguas colonias a un cierto grado de destrucción entre los ~1.1°C-1.3°C actuales y los futuros 1.5°C, y representa un débil compromiso para limitar el calentamiento. 

 

Hacia una justicia climática decolonial

Para hacer frente a la crisis climática, deshacer el legado de los sistemas coloniales y emprender un nuevo camino emancipador, es crucial superar la percepción colonial del mundo como un espacio fragmentado, donde la economía está separada de la política y la naturaleza opera independientemente de la actividad humana. Si esta percepción se aplica al activismo y los litigios climáticos para rehacer los caminos hacia la emancipación, resulta indispensable encontrar argumentos alternativos que puedan responsabilizar a los gobiernos y las empresas de los daños actuales en un mundo por debajo del umbral negociado de 1.5°C. 

El umbral colonial de 1.5°C ha servido como punto de referencia político durante demasiado tiempo y debe ser sustituido por puntos de referencia alternativos basados en la ciencia y centrados en la estabilización del sistema climático. Sólo con una mitigación adecuada de las emisiones serán posibles las luchas por una adaptación justa, reparaciones históricas, compensaciones razonables por pérdidas y daños, y una transición energética justa. Si volvemos a centrarnos en la naturaleza actual de la emergencia climática y en sus consecuencias especialmente devastadoras para el Sur Global, quizá sea posible romper la violencia del umbral de 1.5°C.