La politización de la fe hindú en la India

La India se enorgullece de su diversidad y pluralidad. Puede ser que la creación de la nación islámica de Pakistán durante la independencia haya impulsado a la India a declararse a sí misma una república laica, pero durante los momentos previos a la división ya había surgido un grupo marginal de extremistas hindúes que se adherían a una ideología llamada Hindutva.

El exponente principal de la Hindutva, Vinayak Damodar Savarkar, combinó la janmabhoomi (tierra natal) y la punyabhoomi (tierra santa), y difundió la idea del establecimiento de un Estado-nación exclusivamente hindú. Al mismo tiempo que usurpa el jainismo, el sijismo y el budismo como partes del hinduismo, la ideología rechaza el cristianismo y el Islam como extraños y ajenos. En 1925, se formó el Rashriya Swayamsevak Sangh (RSS), una especie de cuerpo nacionalista de voluntarios que dio origen a varios grupos existentes hoy en día, como el Bajrang Dal, el Vishwa Hindu Parishad y el partido político nacional Bharthiya Janta Party (BJP). Conocidos en conjunto como el Sangh Parivar, defienden la causa de la Hindutva en la India. Al avivar las falsas inseguridades que tiene la comunidad mayoritaria sobre las religiones no indias, estos grupos han creado divisiones comunales agudas en grandes sectores de la sociedad. Consecuentemente, han sido los responsables directos de mucha violencia y actividad terrorista, incluido el asesinato de Mahatma Gandhi en 1948.

En 1992, una multitud de hindúes demolió la  mezquita Babri, construida en el siglo XVI en la ciudad norteña de Ayodhya, ya que afirmaban que fue el lugar de nacimiento del señor Rama. Los principales líderes de Sangh Parivar lo condonaron. Esto dio lugar a meses de disturbios de hindúes y musulmanes a lo largo de todo el país, que resultaron en alrededor de 2,000 muertos.

En 2002, Narendra Modi, miembro del BJP y jefe del Gobierno del estado occidental de Gujarat, presidió uno de los capítulos más sangrientos de la historia de la India independiente. Cuando un tren con peregrinos hindúes se incendió, multitudes de personas vestidas con ropa color azafrán reaccionaron destruyendo los hogares y propiedades de musulmanes; mataron de 790 a 2,000 personas y dejaron a miles heridas y sin hogar. Varias investigaciones periodísticas e informes creíbles muestran que el gobierno estatal fue cómplice y permitió, e incluso fomentó, que hubiera disturbios durante tres días. Hasta el día de hoy, las víctimas sobrevivientes siguen luchando para obtener justicia, y Modi, que sigue teniendo el control, ni acelera la impartición de justicia ni expresa lamentar las severas pérdidas. Y aun así, ha sido elegido tres veces como jefe de Estado.

En este contexto y con las elecciones nacionales de la India programadas para celebrarse en abril de 2014, el surgimiento del BJP y de Narendra Modi, perfecto representante de la Hindutva, como candidato a primer ministro de la democracia más grande y más diversa del mundo es algo preocupante. Modi llega en un contexto de gobernanza extremadamente deficiente y de vergonzosa corrupción por parte del gobierno actual de la coalición UPA liderada por el partido del Congreso, y ahora persuade a muchos votantes frustrados con el lema “Con Modi, vendrán buenos días”. Sin embargo, también viene del contexto del extremismo hindú. El hecho de que la candidatura a primer ministro de Modi haya sido anunciada por el RSS en vez del BJP es muy significativo. Estas dos organizaciones comienzan a converger visiblemente, algo que no trae buenos augurios para un país con un 20% de población no hindú. Con un fuerte apoyo empresarial, astutos equipos de marketing y los medios de comunicación de su lado, por el momento, el viento sopla a favor de Modi, a pesar de que es el candidato que India no necesita ni merece.

Por lo tanto, es importante analizar cómo la versión particular de Hindutva de Modi, ahora conocida como “Moditva”, viola los derechos humanos en una India pluralista.

La Hindutva en el corazón de la burbuja del desarrollo: la Hindutva, como la mayoría de los movimientos fundamentalistas del mundo, ha anhelado consistentemente el poder tanto económico como político. Modi se asegura de que los frutos del poder económico lleguen a los que importan en el nexo, como las grandes empresas, la afluente diáspora de Gujarat en los EE. UU. y Reino Unido, y otros intereses personales. Durante su mandato de 12 años en Gujarat, unos pocos elegidos han amasado grandes fortunas en un quid pro quo criminal, y son sus principales propagandistas.

Nunca se abordan los alegatos de comunalismo o las cuestiones de laicismo. En cambio, las formulan como parte del paquete de desarrollo. El manifiesto de 2014 del BJP exalta las virtudes del crecimiento económico, pero también introduce furtivamente la promesa de construir el controvertido templo de Ramaen el sitio en el que estaba ubicada la mezquita demolida de Ayodhya.  En Gujarat, los libros de texto escolares presentan a Adolfo Hitler como un sólido administrador, pero no hacen mención alguna del Holocausto.

Para encubrir su responsabilidad con respecto a la matanza de 2002, dio inicio a las cumbres de inversionistas “Gujarat Vibrante” inmediatamente después. Se están introduciendo grandes inversiones empresariales, pero el crecimiento económico es desigual. El Gujarat de Modi cerró 60,000 industrias de pequeña escala, y cobra los impuestos más altos para los fertilizantes mientras que les otorga tierra y agua a las corporaciones a precios insignificantes. Es uno de los pocos estados del país en los que nunca se designó el ombudsman anti-corrupción obligatorio. Incluso cuando se triplicaron las deudas del estado, presupuestó 25 mil millones de rupias para construir “la estatua más alta del mundo” de un líder de la independencia que se apropió como un gran hindú.

En cierto sentido, a pesar de su plataforma económica, Modi sólo ha llevado sus palabras a la práctica en lo que concierne a las cuestiones de la Hindutva. La Moditva, entonces, no es mucho más que la Hindutva

Crecimiento de la propaganda: la propaganda virulenta de las empresas de relaciones públicas de Modi garantiza que la población india lo vea y lo escuche en todos lados, en enormes vallas publicitarias, en folletos, en anuncios de periódico, en formularios de solicitud de licencias de conducir, en la radio y la televisión. Los asesores de imagen de Modi saben convertir mentiras, mitos y verdades a medias en propuestas creíbles.

A cut out of Narendra Modi during a rally in his support on April 24,

2014 in Varanasi, India. Arindam Banerjee/Shutterstock. All Rights Reserved.

La Moditva afirma que se ha logrado un desarrollo económico impresionante en el régimen de Modi. Pero un estudio reciente que midió el desempeño económico promedio de los estados durante los últimos cinco años demuestra que Gujarat ha tenido resultados mucho peores que Bihar, Andhra Pradesh, Maharashtra, Haryana y Tamil Nadu. El estado tiene un puntaje de 13 en el índice del hambre, cerca de la mitad de los niños de cinco años de edad del estado sufren de desnutrición y, en diez años, la pobreza ha aumentado al 40 por ciento.

Las minorías se dejan de lado: después de lo que se hizo y se dejó de hacer durante la violencia contra los musulmanes en 2002, en lugar de conciliar las diferencias y eliminar la polarización basada en la identidad, el gobierno estatal ha dejado completamente de lado a la mayor parte de las minorías, particularmente a los musulmanes. Las minorías en Gujarat no pueden acceder fácilmente a los empleos ni a otros privilegios que goza la comunidad mayoritaria. Por ejemplo, con respecto a un plan de becas del gobierno central, el gobierno estatal no recomendó a uno solo de los 52,000 estudiantes minoritarios elegibles de Gujarat para que recibiera financiamiento. Gujarat obtuvo el 12º lugar en materia de la implementación de derechos forestales para las tribus.

Ni un solo candidato musulmán recibió un lugar en la papeleta del BJP para contender en las elecciones de 2012. Es cierto que Modi hizo una Sadbhavna yatra, o gira de tolerancia en el estado, pero los líderes de las comunidades minoritarias fueron obligados a asistir a estos espectáculos falsos. Después, los propagandistas de Modi utilizaron las fotografías para demostrar que su líder ya no se dedica a vapulear a las minorías. La hipocresía es innegable, ya que en una entrevista para Reuters, Modi se refirió a las muertes de musulmanes durante los disturbios de 2002 como “un cachorro” sobre el que pasa un automóvil en la carretera.

Más directamente, en 2003, su gobierno aprobó una ley llamada a la ligera la Ley de Libertad Religiosa de Gujarat, una ley draconiana que se opone a la conversión y que fue elaborada en contra de los cristianos y musulmanes.

Autoritarismo: Modi y sus partidarios han estado haciendo su mayor esfuerzo para controlar al poder judicial, a la policía, a los medios y al sistema educativo. Su influencia política no solamente intenta exonerar a sus amigos y seguidores culpables, sino que también tiene un trasfondo de comunalismo. Por ejemplo, la policía estatal simplemente cerró 4,000 casos relacionados con los disturbios. E incluso después de que la Suprema Corte ordenó que la comprometida policía de Gujarat reabriera 1,958 casos relacionados con los disturbios, sólo se realizaron arrestos en 117 de ellos. Las investigaciones contra los musulmanes que participaron en los disturbios han avanzado con mucha más rapidez que las investigaciones contra los hindúes que participaron en ellos.

Si bien algunos funcionarios y administrativos han desafiado valientemente dicha influencia, incluidos el ex Director General Adjunto de la Policía, R B Sreekumar, y el oficial de policía Sanjiv Bhatt, Modi ha logrado atemorizar a la mayoría de los demás. Los disidentes, como su Ministro de Interior, Haren Pandya, han sido asesinados, han encontrado que se inician casos en su contra o han tenido que enfrentar acosos e intimidaciones. Modi ha polarizado a su propio partido, dejando en los márgenes a la vieja guardia. Algunos de los miembros de su propio partido afirman que gobierna “aterrorizando” a los demás. En respuesta al cántico de “NaMo” que creó el BJP y que asemeja a Modi a un dios hindú, Jaswant Singh, dirigente sénior del BJP, dijo que no le parece que “venerar a un individuo sea una actitud adecuada para un partido político”.  Keshubhai Patel, ex jefe del Gobierno de Gujarat, que precedió a Modi, lo caracterizó como el Hitler de Gujarat. Desde que se hicieron estas declaraciones, Singh fue expulsado del partido y Patel renunció. Si bien Modi siempre conservará la ideología central de la Hindutva, su gusto personal por el poder ciertamente tiene proporciones de megalomanía, es demasiado individualista, demasiado autócrata y demasiado opaco.

El impacto de la política de identidad: aunque no todos los hindúes de la India están de acuerdo con la Hindutva, ya que entienden que la idea de una nación hindú viola el carácter pluralista de la Constitución india, es innegable que la clase media y una buena parte de los ricos están encantados con la Moditva. Modi les ofrece una embriagante mezcla de los frutos de la globalización, el poder económico y el fundamentalismo religioso de línea dura. La política de la identidad es una herramienta política desafortunada a lo largo del país, y su éxito en la obtención de votos ha legitimado su uso. Los discursos de odio aseguran las carreras políticas. Esto ha significado la destrucción de los principios democráticos y de los valores consagrados en la Constitución india.

Modi es una de esas figuras polarizadoras y las divisiones que provoca sin remordimiento alguno han hecho que grandes secciones de Gujarat vivan bajo un régimen de apartheid. Esta ola de fundamentalismo y autoritarismo ya ha tenido graves repercusiones por todo el país.

La India es un país demasiado diverso para una persona inmersa en la ideología comunal. Aunque es cierto que el dominio de las mayorías envuelve a la India hoy en día, las personas están conscientes de que cada una de las religiones que se practican en el país se basa en un sistema de valores particular. El concepto de lo bueno (sagrado) y lo malo (pecado) puede cambiar ocasionalmente. Pero hay ciertos principios no negociables y aceptados universalmente, que están consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos derechos trascienden todas las ideologías y las creencias religiosas, y también intensifican la espiritualidad de lo religioso.

Como sacerdote cristiano y activista de derechos humanos, estoy convencido de que si uno va a honrar su fe, uno debe estar profundamente comprometido con la promoción de la justicia. La insignia india, la rueda de la vida, encarna la vida y las enseñanzas del señor Buda popularizadas por el querido rey Ashoka. El Chakra de Ashoka simboliza el cambio de actitud del rey, una transformación de un comportamiento violento, falso e injusto a uno de paz e inclusión. El señor Mahavir, el fundador del jainismo, coloca la no violencia en el centro de todo buen ser humano. El estilo de vida islámico combina los actos de culto con la generosidad, las buenas obras y la oposición a la maldad y la injusticia. El gurú Nanak difundió la igualdad entre los seguidores de la religión sij. Como muestra Sharma, el hinduismo, en su esencia, también se trata de la tolerancia y dignidad para todos. Solamente quienes entienden mal la espiritualidad profunda creen que la fe genuina y los derechos humanos son incompatibles.

Hoy en día, muchas personas en la India caen en el error de subestimar el extremismo religioso, especialmente cuando está acompañado de un líder con buena publicidad y de un atractivo crecimiento económico. La Hindutva divisiva, violenta y excluyente de Modi da forma a todas las otras cosas que representa. Sobrepasa las creencias centrales del hinduismo, y en vez de usar la religión como guía para una política incluyente, la usa para una política autoritaria tan peligrosa para los hindúes como para las minorías. Los indios religiosos sensatos deben condenar las malas intenciones de los grupos de derecha que buscan destruir todo lo que es sagrado en la Constitución india. Como he tratado de demostrar, la Hindutva como ideología viola los derechos de una India diversa y moderna. El desafío para la democracia más grande del mundo, por lo tanto, es tener la madurez para seguir incorporando aquellos sistemas de valores que han sido una parte más antigua e integral de su historia: la dignidad y la igualdad.