Debemos enseñar para los derechos humanos, no enseñar sobre los derechos humanos: una respuesta a Agostini

/userfiles/image/Schuftan_Image-07-19-21.jpg


Millones de potenciales titulares de reclamaciones —es decir, grupos cuyos derechos son violados— y cientos de defensores de derechos humanos están angustiados por el temor de que tener derechos humanos para todos sea un ideal demasiado lejano. Es crucial que superen su ansiedad y sigan persiguiendo los objetivos de justicia, igualdad y dignidad de los derechos humanos como algo de lo que hoy carece la humanidad pero que lo podría alcanzar mañana. Por lo tanto, vale la pena que tanto reivindicadores como defensores renueven su lucha por los derechos humanos para que sea específica y concreta, aunque sea a base de ensayo y error. Las herramientas y los métodos para hacerlo existen. Los titulares de reclamaciones son diversos e infinitamente más numerosos que los titulares de las obligaciones (que son, en sentido estricto, los Estados) Es decir, sólo hay que movilizar a los titulares de reclamaciones para que se levanten a exigir sus derechos. 

En esta tarea, no es que los muchos caminos para llegar a Roma estén llenos de obstáculos que los reivindicadores deben superar, sino que tienen que apuntar a una Roma distinta. Dicho de otro modo, los defensores de derechos humanos que intentan hacer avanzar la agenda progresista de esos derechos no pueden esperar de brazos cruzados a que se produzca en algún momento un giro electoral para seguir adelante. Por el contrario, estarían mejor posicionados para embarcarse en un monumental esfuerzo global de aprendizaje de los derechos humanos.

El trabajo urgente es construir una vigorosa coalición —que incluya a sindicatos, grupos de justicia racial y de minorías, y organizaciones activistas de base— que, teniendo no sólo voz sino influencia, se dedique a lanzar una campaña global de aprendizaje de los derechos humanos que impulse un nuevo movimiento de democracia popular y directa. 

Esto me lleva a mi confusión sobre el artículo de Agostini, que afirma que “las reivindicaciones identitarias y subjetivas están socavando las causas de los derechos humanos”. A pesar de releer el artículo con atención, simplemente no pude entender a dónde quería que llegaran los activistas de derechos humanos.

Quiero comenzar con algunas cosas con las que estoy de acuerdo. No todo el mundo comparte la misma comprensión de las protecciones de los derechos humanos, y la presentación que hace Agostini de los métodos utilizados en el trabajo de derechos humanos es correcta. También estoy de acuerdo con la importancia de diferenciar la igualdad de la equidad, siendo esta última un concepto de justicia social y no de derechos humanos. Y por último, estoy de acuerdo en que “la verdad” no es sólo la de los activistas.

Lo que no me queda claro es su afirmación de que los derechos humanos nos protegen, pero no del daño emocional; que el uso exclusivo de la subjetividad socava estos derechos, porque al basarse sólo en la subjetividad, se les da una oportunidad a quienes quieren destruir los derechos humanos.

Agostini nos dice además que los enfoques teóricos de los derechos humanos parten de sus conclusiones y, por lo tanto, son defectuosos y que muchos de nosotros somos incapaces de hacer frente a las opiniones adversas. Y luego, al final, leo que el movimiento de los derechos humanos debe encontrar el equilibrio adecuado entre las experiencias subjetivas y las normas objetivas.

El conflicto sigue sin resolverse. Agostini no ofrece una solución a lo que nosotros, como defensores de derechos humanos, debemos hacer de forma diferente el próximo lunes por la mañana, ni ofrece ejemplos de cómo los movimientos identitarios socavan las causas de los derechos humanos. 

Mi propuesta de lanzar una nueva campaña de aprendizaje de derechos humanos que se centre en capacitar a los titulares de reclamaciones para que exijan sus derechos de forma proactiva se aleja diametralmente del consejo de Agostini, ya que propone una hoja de ruta concreta y objetiva para el futuro de los derechos humanos. A continuación se puede detallar su contenido.  

Sólo la práctica constante de este enfoque participativo centrado en las personas acabará por superar los límites de los actuales y defectuosos modelos y teorías capitalistas de desarrollo.

Es importante tener en cuenta aquí que, a través del aprendizaje, en última instancia debemos crear conciencia sobre la necesidad de construir un contrapoder al orden neoliberal que prioriza las consideraciones de mercado sobre los derechos humanos.Para conseguirlo, es indispensable organizar una campaña agresiva de aprendizaje acerca de los derechos humanos para los titulares de reclamaciones de todo el mundo que aborde los aspectos políticos para conseguir que se cumpla el conjunto indivisible de los derechos humanos. 

Sólo la práctica constante de este enfoque participativo centrado en las personas acabará por superar los límites de los actuales y defectuosos modelos y teorías capitalistas de desarrollo. Al mismo tiempo, es necesario impulsar y apoyar a los actores y partidos políticos. Si esta evolución parece improbable o demasiado difícil, me atrevería a decir que el mantenimiento del statu quo hará que las desigualdades sigan aumentando de forma lenta y segura hasta alcanzar niveles insostenibles.

Para ser claros: a fin de cuentas, deberíamos enseñar para los derechos humanos, no enseñar acerca de los derechos humanos. Por lo tanto, el aprendizaje de los derechos humanos no consiste en perpetuar la práctica de mantener conversaciones interminables en un lenguaje que sólo entendemos nosotros, los “iniciati”, lo que me lleva de nuevo a mi crítica de Agostini cuando dice que “las reivindicaciones identitarias y subjetivas están socavando las causas de los derechos humanos”. 

En resumidas cuentas, el reto que tenemos por delante es generar estrategias de trabajo alternativas y populares en materia de derechos humanos y el correspondiente conjunto de tácticas para aplicarlas. Pero para marcar la diferencia, hay que recordar que estar solo cambia poco; así que hay que trabajar en red con otros activistas afines en este campo.