Por qué la ciencia de datos debe ocupar un lugar central en la defensa internacional de los derechos humanos

Crédito: Alejandro Ospina

Muchas comunidades de derechos humanos se muestran escépticas ante las tecnologías emergentes. Esta cautela se basa en el compromiso de reducir las desigualdades, proteger la privacidad personal y anteponer el bienestar humano al avance tecnológico. El mundo ha sido testigo de la caprichosidad de las grandes tecnológicas, la erosión de las garantías digitales y la instrumentalización de las plataformas contra las comunidades que los defensores de los derechos humanos tratan de proteger.

Sin embargo, ante las crisis mundiales entrecruzadas y el panorama cambiante de la financiación de los derechos humanos, existe una necesidad y una oportunidad cada vez mayores de aprovechar la ciencia de datos y las tecnologías emergentes para lograr mejores resultados en materia de justicia. ¿Cómo pueden los defensores utilizar las nuevas tecnologías y cuáles son los retos que ello plantea? Nos enfrentamos a estas preguntas al diseñar un programa universitario que integra la defensa jurídica con la ciencia de datos y las tecnologías emergentes.

Durante la última década, han surgido laboratorios de inteligencia de código abierto (OSINT) en el ámbito de los derechos humanos. Ubicados principalmente en universidades o ONG internacionales, estos laboratorios recopilan, verifican y analizan información digital disponible públicamente (publicaciones en redes sociales, imágenes de satélite y estadísticas gubernamentales) para documentar abusos. Su trabajo ha abierto nuevos caminos, proporcionando nuevas formas de evidencia y potentes herramientas de investigación. Sin embargo, la generación actual de laboratorios OSINT se centra en gran medida en la documentación y la verificación, y presta menos atención a convertir este conocimiento en herramientas de defensa, descubrir patrones más profundos, cuantificar los daños o ayudar a establecer la responsabilidad a gran escala mediante estadísticas o aprendizaje automático.

Qué puede ofrecer la ciencia de datos a los defensores

La ciencia de datos aporta un rigor y una profundidad analítica que pueden transformar la práctica de los derechos humanos, ayudando a construir casos legales, proporcionando un poderoso apoyo para el cambio de políticas y ampliando la participación pública en las narrativas sobre derechos humanos generadas por la comunidad.

Los casos importantes de derechos humanos suelen implicar violaciones masivas de derechos e injusticias sistémicas. En muchos casos, los investigadores y las comunidades han recopilado enormes cantidades de documentación que requerirían innumerables horas de trabajo manual para su revisión. Los algoritmos avanzados pueden extraer estos materiales para revelar conexiones entre los autores, las víctimas y los acontecimientos que, de otro modo, permanecerían ocultos. Los modelos de aprendizaje automático pueden trazar mapas de las redes de actores involucrados en abusos sistemáticos o detectar vínculos entre las violaciones y los daños a la población civil. Como ha sido pionero el Grupo de Análisis de Datos sobre Derechos Humanos (HRDAG), los defensores pueden utilizar modelos estadísticos para estimar la verdadera magnitud de las violaciones, incluso cuando las pruebas directas son parciales o se ocultan. Esto puede ser crucial para establecer la magnitud del daño en los tribunales.

Mediante el análisis de tendencias en diversas fuentes de datos (registros de salud pública, datos censales, imágenes de satélite), la ciencia de datos también puede ayudar a predecir amenazas emergentes, lo que permite respuestas legales y de defensa proactivas. Por ejemplo, el calentamiento global aumenta los impactos de la salud relacionados con el cambio climático, como las enfermedades provocadas por el calor. Para maximizar su impacto, la defensa basada en datos requiere que los conceptos y definiciones de derechos humanos se traduzcan en marcos de datos, de modo que los análisis respalden los elementos necesarios para demostrar las violaciones del derecho internacional.

Pero esto es solo un primer paso: los datos, los cálculos y las estadísticas abstractas deben cobrar vida para poder comunicarse de manera eficaz a los jueces, los responsables políticos o el público en general. Las plataformas interactivas y multimedia pueden hacerlo y ayudar a construir narrativas que centren las voces y las experiencias de las comunidades afectadas. Grupos como Forensic Architecture, SITU y Bellingcat ya están realizando una importante labor en este ámbito, y se debe fomentar la narración digital.

Ética de los datos sobre derechos humanos

Sin embargo, la promesa de la ciencia de datos conlleva profundos retos. Los profesionales de los derechos humanos deben navegar por un panorama plagado de dilemas éticos y limitaciones prácticas. En la primavera de 2025, entrevistamos a casi dos docenas de profesionales que trabajan en la intersección de los derechos humanos y la tecnología digital, y estos identificaron varias tensiones actuales que deben gestionarse.

La primera es la ética del uso de las pruebas digitales, que puede elevar el perfil de riesgo de las víctimas y las comunidades, exponiéndolas a la vigilancia, las represalias o la pérdida de privacidad. Además, a menudo es difícil (si no imposible) obtener el consentimiento para la información de código abierto, lo que significa que los defensores deben tomar mayores precauciones. Además, no se puede ignorar el impacto medioambiental del procesamiento de datos a gran escala. Estas preocupaciones no son fáciles de resolver porque son inherentes a la aplicación de las herramientas digitales, una polaridad clásica con la que las organizaciones seguirán lidiando.

El segundo reto se centra en la recepción de las pruebas basadas en datos en los procedimientos judiciales. Los abogados con los que hemos hablado temen que metodologías no probadas o mal explicadas, como el reconocimiento facial o la IA generativa, corran el riesgo de ser desestimadas, lo que socavaría casos enteros o contaminaría otras pruebas. Por lo tanto, es fundamental reflexionar detenidamente y de forma creativa sobre cómo se puede hacer que estos métodos sean lo suficientemente fiables y accesibles para los profesionales del derecho, de modo que los métodos adecuados de ciencia de datos se conviertan en fuentes fiables en los tribunales.

Por último, las limitaciones de recursos imponen restricciones reales al grado en que la ciencia de datos puede integrarse en la defensa de los derechos humanos. Grupos bien financiados con sede en el Norte Global nos han dicho que ven el potencial de técnicas como la IA generativa para las investigaciones en materia de derechos humanos, pero que no disponen de la infraestructura humana o informática necesaria para utilizarlas. Esta falta de recursos crea una dependencia de las donaciones de las grandes empresas tecnológicas, lo que plantea cuestiones sobre la sostenibilidad y la alineación de valores.

La contribución de las universidades al desarrollo de este campo

El futuro de la defensa de los derechos humanos lo construirán aquellos que sean capaces de tender puentes entre el mundo del derecho, la tecnología y la ética. Estamos explorando cómo nuestra clínica de derechos humanos universitaria puede aportar una contribución distintiva. A través de proyectos prácticos y orientados al cliente, equipos multidisciplinares de estudiantes de derecho, ciencia de datos y otros campos técnicos aprenderán no solo a aplicar herramientas científicas, sino también a traducir hallazgos complejos en conocimientos accesibles y aplicables para los tribunales, los responsables políticos y el público en general. Creemos que esto creará una cantera de profesionales que podrán seguir desarrollando este campo tras su graduación.

Las universidades se encuentran en una posición única para facilitar la experimentación, el análisis en profundidad y el desarrollo de herramientas prácticas que puedan adoptar el ámbito de los derechos humanos en general. Tenemos la capacidad de reunir a expertos de diversos ámbitos para abordar retos complejos, al tiempo que formamos a la próxima generación de defensores de los derechos humanos.

La integración de la ciencia de datos en la elaboración de casos jurídicos no es una panacea: la tecnología no puede sustituir la labor fundamental de escuchar a las comunidades, generar confianza y abogar por un cambio sistémico. Sin embargo, cuando se utiliza de forma reflexiva, creemos que puede acelerar nuestra capacidad para documentar, demostrar y remediar las violaciones del derecho internacional.