Dejemos descansar en paz a la teoría de las tres generaciones de derechos humanos

La llamada “teoría de las tres generaciones de derechos humanos” —conocida por dividir los derechos humanos en tres distintas generaciones con base en (1) los derechos civiles y políticos; (2) los derechos económicos, sociales y culturales, y (3) los derechos colectivos o de solidaridad— cumple 40 años este mes.

¿Pero se trata de un aniversario que debamos celebrar?

En noviembre de 1977, Karel Vasak, asesor legal de la UNESCO y distinguido experto en derechos humanos, escribió un artículo para el UNESCO Courier, donde presentaba la idea de las tres generaciones de derechos humanos. La teoría ganó fuerza entre los investigadores y profesionales y se convirtió en parte del vocabulario estándar que describe la historia y los contenidos del marco de los derechos humanos. A pesar de sus muchos defectos, se sigue mencionando como un marco analítico relevante para el estudio de los derechos humanos en revistas tan emblemáticas como Human Rights Quarterly.

En el artículo de 1977, Vasak atribuye al director general de la UNESCO, Amadou-Mathar M’Bow, de Senegal, la creación del término “tercera generación de derechos humanos”. Su objetivo era reflejar un nuevo énfasis en los derechos al desarrollo, la paz o un medioambiente saludable. Aunque se concibió originalmente como una manera de formular políticas para afrontar los acontecimientos contemporáneos, más bien ganó fuerza como una categorización de supuesta relevancia histórica-analítica. Esto queda claro en la medida en que Vasak tuvo que inventar una primera y una segunda generación para ajustarse a su encuadre de director. Las “categorías” se convirtieron en “generaciones”, sin reconocer las connotaciones muy distintas que conllevan estos términos.

Quizás la falla más evidente de la teoría es su marco temporal poco claro. 

Quizás la falla más evidente de la teoría es su marco temporal poco claro. Vasak no presentó argumentos ni periodos explícitos para contextualizar el concepto generacional. Originalmente, utilizó un lapso de 30 años que se remontaba a la Declaración Universal de 1948, seguida de los dos Pactos de 1966. Esta versión de la teoría de las tres generaciones se basó en un encuadre posterior a 1945. Dos años más tarde, Vasak modificó la teoría al vincular las tres generaciones con los tres conceptos de la Revolución Francesa, Liberté, Egalité y Fraternité, retrocediendo así otros 150 años. Esta reinvención de la teoría debería haber hecho sonar las alarmas. (Cabe mencionar que el discurso de 1979 no parece estar a disposición de los académicos, quienes en cambio tienen que referirse a un artículo de 1984).

Otro problema importante es el hecho de que la teoría promueve una jerarquía de experiencias humanas, colocando las experiencias históricas de Francia y EE. UU. como las características definitorias de una historia que siempre fue transnacional. Además, la teoría privilegia exclusivamente las dimensiones normativas de los derechos humanos, con lo que los separa de las historias más amplias de las luchas y contestaciones e ignora los desarrollos sociopolíticos en otros ámbitos. Las otras historias quedan subordinadas a los encuadres y las experiencias de la Revolución Francesa.

Esto es problemático en sí mismo, pero se vuelve aún más grave si consideramos que, como enfatizan en sus investigaciones los expertos en historia de la Revolución Francesa Charles Walton y Dan Edelstein, los derechos socioeconómicos eran parte de los derechos humanos por los que se luchaba durante la Revolución Francesa. El que estos derechos no se hayan afirmado en diversas declaraciones no significa que estuvieran ausentes o fueran irrelevantes. Si la investigación sobre derechos humanos solo abarcara los aspectos de su propia historia que están afirmados en las normas, estaría escribiendo una clase de historia de los vencedores. El constitucionalismo no engloba completamente la “condition humaine” y no debemos engañarnos pensando que es así. Lamentablemente, la teoría de las tres generaciones de derechos humanos se inclina en esa dirección.

Flickr/arianta/(CC BY-NC 2.0)(Some Rights Reserved). 

Vasak modified the theory by linking the three generations to the French Revolution’s three concepts of Liberté, Egalité and Fraternité, thus backdating it another 150 years.


Además, la teoría no reconoce que, históricamente, las delimitaciones entre las categorías han sido mucho más porosas de lo que solemos entender. Estas cuestiones no solo conciernen a los historiadores, también se reflejan en críticas recientes de académicos de otras disciplinas. Patrick Macklem, especialista en derecho, escribió que las categorías analíticas que clasifican los derechos humanos en concepciones generacionales “no incorporan su carácter y naturaleza jurídicas” y “no aprecian lo que tienen en común todos los derechos humanos en el derecho internacional”. El politólogo Daniel J. Whelan escribió que “el problema con el enfoque de generaciones es que categoriza los derechos de forma permanente, no solo al fijar las categorías en la historia sino también al encontrar fuentes de inspiración filosófica incompatibles dentro de cada generación”.

Al parecer, la teoría ha respaldado dos dinámicas políticas. Promovió la agenda de los derechos “colectivos” de tercera generación impulsada por varios Estados miembros de la ONU, lo que trajo muy pocos beneficios reales y oscureció las obligaciones jurídicas existentes en materia de derechos humanos. De forma paralela, la teoría de las tres generaciones dio fundamento ideológico a la noción de que existe un abismo histórico y una división sustancial entre los derechos civiles y políticos, por un lado, y los derechos sociales y económicos, por el otro. Una teoría que separaba estos dos tipos de derechos resultaba políticamente útil en la emergente era neoliberal de la década de los 1980, con la Guerra Fría como telón de fondo. Esto puede ayudar a explicar por qué ha perdurado el lenguaje generacional. Sin embargo, esto tuvo la consecuencia de privilegiar ciertos derechos frente a otros, y los derechos sociales y económicos fueron marginados en detrimento de las personas y los Estados.

Dicho lo anterior, la teoría no solo es inútil y obsoleta. Es una tergiversación que ha socavado la complejidad histórica, ha excluido otras geografías de la evolución de los derechos humanos y ha ayudado a inculcar una jerarquía de derechos que fomenta la complacencia analítica y la simplificación excesiva. De esta manera, la teoría ha causado considerables daños conceptuales a nuestra comprensión de los derechos humanos en la academia y la práctica. Su amplia difusión podría ser indicio de que los derechos humanos como campo de práctica son demasiado propensos a ciertas modas y formas superficiales de pensamiento.

La teoría de las tres generaciones de derechos humanos fue un producto de su tiempo y no una teoría genuina sobre la historia. Los derechos humanos merecen mejores historias. En lugar de una celebración, este aniversario es más digno de un réquiem.