El Tribunal Supremo de la India está emitiendo sentencias históricas sobre cambio social

Foto: EPA/EPA PIYAL ADHIKARY


Durante el último par de años en la India, se han producido cambios radicales en distintos frentes. Con el ascenso al poder del Bharatiya Janata Party (BJP) en 2014, hemos sido testigos de la supresión de la sociedad civil y las voces liberales, y el aumento de la violencia contra los grupos minoritarios. El gobierno ha cerrado ONG y organizaciones de la sociedad civil mediante la reducción de sus fondos, ha arrestado a defensores de los derechos civiles y ha intentado reprimir las fuertes voces discrepantes. Por otra parte, ante estas medidas autoritarias, los tribunales se han convertido en protectores de los derechos fundamentales. A través del litigio estratégico de interés público, la sociedad obtuvo algunos de sus mayores triunfos en este periodo.

Durante 2017 y 2018, el litigio de interés público dio pie a varias decisiones históricas por parte del Tribunal Supremo. En 2017, el Tribunal Supremo dictaminó por primera vez que existía un derecho constitucional a la privacidad. Esta también ha sido una época importante para el desarrollo y la protección de los derechos relacionados con el género y la sexualidad. En un caso notable, el Tribunal Supremo restringió las excepciones al delito de violación para declarar que la violación conyugal de menores es un delito penal. Además, en 2018, el Tribunal Supremo respondió a una serie de peticiones presentadas por personas gays, lesbianas y transgénero al determinar que la sección 377 del Código Penal de la India, que tipifica como delito las relaciones entre personas del mismo sexo, es inconstitucional con respecto a las relaciones consensuales entre adultos. En otro caso, el delito penal de adulterio, otro remanente colonial en el Código Penal de la India, también se declaró inconstitucional porque discrimina a la mujer y da lugar a estereotipos sexuales. En el año del movimiento #metoo, que ha reformado el discurso popular sobre las relaciones de género por todo el mundo, incluida la India, el Tribunal Supremo de la India ha hecho importantes contribuciones.

En otros casos relacionados con la religión y los derechos de las mujeres, el Tribunal Supremo declaró inconstitucional la práctica del triple talaq instantáneo (es decir, el divorcio instantáneo) conforme al derecho personal musulmán, y anuló la prohibición de que las mujeres en edad de menstruar ingresen al Templo de Sabarimala. Estos triunfos no son poca cosa. Al enfrentarse a la religión y consagrar firmemente la igualdad de género como un elemento no negociable del derecho a la libertad religiosa, el Tribunal Supremo ha abordado directamente cuestiones sobre la religión y las prácticas discriminatorias. Después de estos fallos, ha habido una gran oposición pública contra las mujeres que intentaron ingresar al Templo de Sabarimala y el gobierno incluso ha presentado solicitudes de revisión en contra de la sentencia.

Si bien podría parecer que el Tribunal Supremo de la India está protegiendo por sí solo los derechos fundamentales en el país, esta sería una conclusión injusta. Aunque el Tribunal emitió estas sentencias históricas y progresistas, también ha decepcionado a los activistas en otros temas igualmente importantes, en los que el litigio estratégico no ha tenido éxito. El proyecto Aadhaar del gobierno obliga a todo residente de la India a obtener un número de identificación único e implica la divulgación de datos biométricos y personales, al hacer que el número Aadhaar sea obligatorio para la prestación de asistencia social y beneficios. Varias agrupaciones de la sociedad civil impugnaron el proyecto, pero el Tribunal Supremo, en una decisión mayoritaria, lo confirmó y se negó a reconocerlo como una violación del derecho constitucional a la privacidad. Son muchos los motivos por los que este litigio no tuvo éxito. Uno de ellos es que el litigio estratégico no reunió a distintos movimientos de la sociedad civil para combatir el proyecto. El movimiento contra Aadhaar era una pequeña sección del diverso y vibrante movimiento de derechos humanos de la India.

Todas nuestras experiencias de litigio estratégico han demostrado que el litigio tiene éxito cuando hay campañas, acciones e impulso en el terreno, y esto se refuerza cuando hay colaboraciones a través de todo el movimiento de derechos humanos. Es posible observar ejemplos de esta clase de éxito en el litigio contra la sección 377, donde el movimiento tradicional por los derechos de la comunidad gay se unió con agrupaciones de personas transgénero, agrupaciones de mujeres y profesionales de la salud mental entre otros. Algo similar ocurrió en el caso del triple talaq. Si bien algunas mujeres musulmanas habían impugnado la práctica, también intervinieron diversas organizaciones del movimiento por los derechos de la mujer, incluidas las agrupaciones de mujeres musulmanas, miembros de la academia y organizaciones de derechos humanos que se oponen a esta práctica; esta combinación de esfuerzos, en conjunto, dio lugar al resultado positivo.

Evidentemente, hay lecciones por aprender para los litigios futuros de protección de los derechos fundamentales en la India. Sin embargo, no se puede negar que el litigio de interés público ha gozado de un nuevo aliento en los últimos años. Y su repercusión será aún mayor en los años por venir si aprendemos bien de las experiencias pasadas, tanto de éxito como de fracaso.