Las alarmas comenzaron a sonar en los años noventa . En ese momento, los donadores se frustraron con la lentitud del cambio a pesar de sus inversiones considerables y comenzaron a intervenir directamente en el trabajo de las organizaciones no lucrativas. En la última década, la crisis financiera mundial ha creado más problemas para dichas organizaciones, conforme los países desarrollados hacen recortes importantes en su financiamiento.
Las organizaciones de la sociedad civil africana solían recibir gran parte de su financiamiento de fuentes extranjeras, las cuales están disminuyendo rápidamente. Esto ha dejado a los grupos defensores de los derechos humanos en la estacada, con su misma supervivencia ahora en juego. Los debates respecto a cómo los grupos defensores de los derechos pueden mantenerse en dicho ambiente están adquiriendo fuerza, dentro del continente y en las plataformas mundiales.
Ha llegado el momento de que los grupos defensores de los derechos africanos busquen soluciones a nivel local. La cambiante arquitectura de la ayuda internacional está haciendo que esto sea necesario.
Antes de triunfar se necesita sobrevivir.
A pesar de que el financiamiento de los donadores está disminuyendo, éstos están más involucrados que antes. Los donadores están interactuando más y pidiendo más información. Quieren conocer los resultados de los programas que apoyan. Hay un enfoque en los parámetros. Se preocupan más por dónde se está invirtiendo su dinero. El enfoque está en ‘ver las cifras’, el beneficio social y el rendimiento de las inversiones. Ya no es sustentable ni, en efecto, sabio, depender de la fuente de un solo donador.
Los grupos defensores de los derechos necesitan analizar nuevas oportunidades para diversificar los ingresos y desarrollar una mentalidad de costo por servicio. Ser un grupo defensor de los derechos no necesariamente significa que no se gane dinero.
En este contexto, los modelos de emprendimiento social brindan nuevas ideas y alternativas de financiamiento. Proporcionan una motivación importante para que los grupos defensores de los derechos hagan un cambio de paradigma hacia soluciones impulsadas a nivel local en materia de ingresos.
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Ser un grupo defensor de los derechos no necesariamente significa que no se gane dinero.
El desarrollo de una mentalidad de ‘vender’
En los últimos dos años, el West Africa Civil Society Institute (WACSI) ha trabajado con los grupos defensores de los derechos en Costa de Marfil y Benín, por ejemplo, en la Association des Femmes Juristes de Cote d'Ivoire/Asociación de Abogadas de Costa de Marfil (AFJCI) y en la Reseau pour L’integration des femmes des ONG et Associations (RIFONGA) para fortalecer sus operaciones y hacerlas sustentables a largo plazo.
El trabajo implica el desarrollo de planes de negocios a largo plazo que incluyan estrategias híbridas para generar ingresos y un plan de sustentabilidad. La parte de la sustentabilidad implica estrategias para hacer que las organizaciones sean eficientes en cuanto a lo económico y lo administrativo.
Los grupos defensores de los derechos necesitan analizar nuevas oportunidades para diversificar los ingresos y desarrollar una mentalidad de costo por servicio.
Gran parte del trabajo implica reforzar una nueva forma de pensar que haga que estos grupos adopten la mentalidad de ‘vender’. A pesar de que estos grupos hacen un trabajo admirable, a menudo no comercializan sus resultados de forma persuasiva y abierta. Antes de que se iniciara el proyecto, batallaron para convencer a las comunidades de su legitimidad y relevancia. El cambio de mentalidad ha derivado en mejoras importantes en esta materia.
Por ejemplo, el proyecto ayudó al AFJCI en Abiyán, Costa de Marfil, a fortalecer el impulso que les generan las cuotas de membresía, lo cual derivó en un aumento de sus ingresos. Intensificaron las actividades de comunicación y mercadotecnia para promover la titularidad entre los miembros de la asociación y atraer nuevos miembros. Todo esto derivó en una mejora en su base de ingresos.
El AFJCI también inició servicios de consultoría que incluían asesoría legal, servicios de representación y contratación para organizaciones no lucrativas, organizaciones del sector privado y agencias públicas.
La RIFONGA en Cotonú, Benín diversificó su impulso generado por las cuotas de membresía, con un mayor énfasis en las personas. Anteriormente se había enfocado en las cuotas de las organizaciones miembro. Mejoraron su cartera de financiamiento.
También publican recursos de aprendizaje sobre la participación de las mujeres en los procesos electorales y venden estas publicaciones a precios razonables.
Hay una gama de opciones para generar fondos, así que es imprescindible que los grupos defensores de los derechos tomen decisiones estratégicas respecto a las ventas. Sin embargo, hay algunas cosas que deben tomarse en cuenta de antemano.
Los grupos defensores de los derechos necesitan decidir qué productos y servicios venderían. Estos productos y servicios deben estar dentro de los límites de su objetivo y sus capacidades. Por ejemplo, podrían ofrecer servicios administrativos, servicios de consultoría, un espacio de oficinas, membresías, programas de ahorro o inversión, y anuncios de capacitaciones y empleos personalizados. Estos fondos pueden utilizarse para ayudar a cubrir los costos administrativos y otros costos operativos.
Los grupos defensores de los derechos también necesitan desarrollar estrategias en materia del establecimiento de precios. Al fijar los precios, deben tomar en cuenta que no se debe dejar fuera a los grupos que más requieren de sus servicios.
Además, los grupos defensores de los derechos necesitan establecer asociaciones con organizaciones que les permitan obtener lo que necesitan, a fin de estar en el siguiente nivel. Las asociaciones estratégicas pueden desarrollarse con ONG internacionales, organizaciones comunitarias, empresas e instituciones académicas y agencias gubernamentales.
El panorama de la sociedad civil en África está cambiando y los grupos defensores de los derechos, sobre todo las organizaciones indígenas, se enfrentan a un verdadero reto. Los líderes de la sociedad civil se enfrentan a un reto importante al tratar de construir un futuro sustentable para las organizaciones de la sociedad civil (OSC). ¿Los grupos defensores de los derechos pueden subsistir sin el financiamiento externo?
Lo creo firmemente. Estoy convencido de que una vez que los grupos defensores de los derechos empiecen a entender cómo integrar los objetivos programáticos y financieros, comenzarán a tomar decisiones que deriven en su sustentabilidad.