Trayectorias bilingües de justicia climática

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El lenguaje cambia constantemente y todo el tiempo aparecen nuevas palabras. Estos nuevos términos muchas veces son el resultado de nuevos acontecimientos o ideas aportadas al debate general, y algunos reflejan preocupaciones específicas de la gente en diferentes momentos y lugares. No es de extrañar entonces que los temas relacionados con el clima hayan crecido de manera considerable en las últimas décadas.

En esta nueva Columna de Datos, quiero explorar algunas de estas tendencias al comparar los términos “justicia ambiental”, “justicia climática”, “crisis ambiental”, “crisis climática” y “emergencia climática” y sus traducciones al inglés, para rastrear su evolución a lo largo del tiempo. Esta descripción es aún más relevante ahora que esta semana los gobiernos se reúnen en la cumbre de la COP26 en Glasgow para determinar nuevas trayectorias climáticas ante la necesidad urgente de adaptación y mitigación de la emergencia climática en todo el mundo.

Para explorar el uso de los términos de justicia ambiental en inglés y español, decidí utilizar los Ngrams de Google Books, que rastrean el número de veces que una palabra o un término ha aparecido en libros en un idioma específico. Al analizar cómo ha ganado popularidad un término a lo largo del tiempo, podemos hacernos una idea de cómo se han transformado los debates relevantes.

 
 

Según este visor de Ngrams, el término “justicia ambiental” ha sido la forma más común de referirse a asuntos relacionados con el clima en inglés desde la década de 1980. El aumento exponencial del término en esa década coincidió con la creciente preocupación de Estados Unidos por la contaminación y la distribución desigual de los “bienes” y “males” ambientales que afectaban a las comunidades de color.

Pero el término “crisis ambiental” apareció antes, en los años sesenta, lo que indica una preocupación por la forma en la que nos relacionamos con el ambiente que nos rodea. El auge del movimiento ecologista en esa década, junto con la publicación de libros clave como Primavera silenciosa de Rachel Carson, explican en parte la popularidad de este término.

Sin embargo, lo más importante es la disminución del uso del término “justicia ambiental” en favor de “justicia climática”. El uso de este último ha aumentado desde la década de 2000, mientras que el del primero ha disminuido de manera constante. Es evidente que la preocupación por la justicia se mantiene a pesar de un sutil cambio de enfoque. Aunque el ambiente sigue siendo un concepto clave en estos debates, los problemas climáticos acuciantes son cada vez más relevantes.

 

 

En español, la historia es diferente. El término más común es “crisis ambiental”, que comenzó a aparecer en la década de 1960. Una posible explicación es que los países latinoamericanos, donde vive la mayor concentración de hispanohablantes del mundo, son lugares que llevan mucho tiempo experimentando los efectos de problemas ambientales como el monocultivo y los desastres naturales. La “crisis climática” apareció más o menos en la misma época, pero no fue tan popular hasta hace poco.

De forma curiosa, la “justicia ambiental”, que apareció en la década de 1990, no ha dejado de crecer en popularidad desde entonces, lo que contrasta con el uso de su homólogo inglés, que desde ese momento está en declive. En español, el discurso en torno a la justicia es más nuevo, quizá también como resultado de la inclusión de los derechos de la naturaleza en varias constituciones de países latinoamericanos tras la presión de grupos ecologistas e indígenas.

Una última tendencia que vale la pena destacar es el aumento del uso de “emergencia climática” en ambos idiomas. A medida que más científicos y expertos advierten del cambio climático, los medios de comunicación y los académicos han hecho un esfuerzo consciente por utilizar este término para reflejar la crisis que estamos viviendo. Con ello, los medios de comunicación y los académicos esperan que las discusiones sobre el clima se conviertan en el centro de los debates públicos y presionen a los gobiernos y a las empresas para que alcancen los objetivos establecidos por el IPCC para frenar los efectos más dañinos del cambio climático en nuestro planeta y en nuestras comunidades.

Ahora, hay que tener en cuenta que estos datos son limitados porque sólo tienen en cuenta el uso de palabras impresas. Es probable que los movimientos indígenas y sociales de todo el mundo hayan incorporado estos términos o variaciones de los mismos en su propio discurso, que no siempre acaba en alguna forma publicada.

Dicho esto, precisamente el hecho de que los medios impresos —que por su diseño suelen ser más lentos que los debates políticos— se preocupen por las cuestiones ambientales significa que cada vez son más relevantes. Mi única esperanza es que estas preocupaciones vayan más allá de las palabras impresas y se conviertan en acciones climáticas exigibles por parte de los gobiernos y las empresas. Mientras tanto, podemos seguir presionando para que se despierten y afronten esta emergencia climática con rapidez y justicia.


 

La Columna de Datos es una nueva serie de contenidos en la que combinamos técnicas de visualización de datos con análisis de derechos humanos. Utilizamos los números para contar una historia o pintar un cuadro que sea interesante para que el movimiento de los derechos humanos reflexione.