Hace diez años, algunos amigos gay franceses estaban visitando Camerún y les recomendé que tuvieran cuidado. La homosexualidad es ilegal en Camerún, como lo es en gran parte de África, y el Estado reprime rápidamente a cualquier persona sospechosa de realizar actividades con personas de su mismo sexo, lo cual puede llevar a una sentencia de cinco años en prisión.
Pero yo soy abogada. Me capacité en Francia y había estado ejerciendo como abogada comercial desde 1969, y trabajando también en temas de derechos humanos, defendiendo a víctimas de la violencia policíaca, y ese tipo de cosas. Mientras hablaba con esos visitantes, pensé, no puedo nada más avisarle a la gente sobre los riesgos que enfrentan las personas gay aquí.
Así que en 2003 fundé mi organización, la Asociación para la Defensa de la Homosexualidad (Association for the Defence of Homosexuality, ADEFHO) para trabajar en aras de la despenalización de la homosexualidad en mi país.
Felix Masi/Demotix. All rights reserved.
El Gobierno considera la homosexualidad como un delito grave, y la sociedad en general la ve como una abominación en términos religiosos (la mayoría de la gente aquí es católica). La homosexualidad es un tema muy delicado; nadie quiere financiar lo que se considera un crimen. Así que había pocas posibilidades de obtener algún financiamiento local para apoyar mi trabajo. En cambio, el Estado me ha pintado como una enemiga del Presidente, lo que significa que casi ninguna persona quiere estar asociada conmigo ni de la manera más remota, mucho menos donar dinero para apoyar mi trabajo o la promoción de los derechos de los homosexuales. Recibo amenazas de muerte constantes, y cualquier voluntario que desea trabajar conmigo pronto debe dejar de hacerlo porque también recibe amenazas y está condenado al ostracismo por la sociedad.
Así que mi ONG es una organización inusual. No tengo oficina. No tengo personal. No tengo una campaña informativa oficial porque ésta sería saboteada.
Los principales costos de mi labor son los guardaespaldas a los que les pago $100 dólares al día para que me protejan y el costo de presentarme ante los tribunales, organizar el papeleo para los casos que defiendo y viajar para defender casos en lugares más remotos del país.
En este momento, estoy defendiendo a 10 personas encarceladas y a 12 que están siendo enjuiciadas. También están todos aquéllos a los que he ayudado a salir de la cárcel o a evitar llegar a ella. La mayoría de ellos no pueden conseguir trabajo, tienen problemas de salud, necesitan protección contra los ataques y no tienen ingresos. No puedo simplemente abandonarlos una vez que se termina el trabajo legal.
Hay 20 millones de personas en este país, y entre el 10 y el 12 por ciento de estas personas son homosexuales. Yo soy la única persona que ofrece asesoramiento legal para esta gente. Ahora me dedico a esto de tiempo completo, pero aun así simplemente no puedo defenderlos a todos.
Ya no tengo ingresos, porque no tengo tiempo para realizar mi trabajo comercial, así que mi familia me brinda un lugar para vivir, me alimenta y financia parte de mi trabajo.
¿Y qué con el financiamiento extranjero?, se podrían preguntar. Bueno. No ha sido fácil obtenerlo, en parte porque simplemente no tengo tiempo para dedicarme a la recaudación de fondos y no cuento con nadie que pueda hacerlo por mí. Pero he ido aumentando gradualmente el perfil de mi trabajo al aparecer en los medios internacionales; y, en los últimos años, ahora que soy bien conocida por mi trabajo, he comenzado a recibir financiamiento extranjero.
En términos técnicos, el gobierno se ha encargado de que solicitar apoyo internacional me sea lo más difícil posible. Obligué al Estado a autorizar mi organización en 2003 argumentando, a través de los tribunales, que Camerún ha firmado convenios internacionales sobre derechos humanos que lo obligan a respetar la vida privada de las personas. Ése es el argumento básico con el que espero, finalmente, despenalizar la homosexualidad aquí.
Pero después el gobierno no cumplió con entregarme la documentación que demuestra que mi organización existe y es reconocida por el Estado. La mayoría de las organizaciones y gobiernos extranjeros tienen su burocracia. Comprensiblemente, necesitan esos documentos administrativos antes de entregar cualquier fondo.
En 2010, logré conseguir una subvención de dos años y 300,000 euros de la UE. Cuando se publicó la noticia de que iba a recibir este dinero de la UE, un funcionario del Ministerio de Comunicaciones de Camerún sugirió en la televisión francesa que yo podría ser arrestada por “crímenes contra la ley, la soberanía y la independencia”. Los grupos anti-gay de Camerún pidieron al gobierno que bloqueara la transferencia de fondos, pero no les fue posible. Yo había solicitado la subvención a través de otra organización, SID'ADO (Jóvenes contra el VIH y el SIDA), que cuenta con la documentación adecuada porque se enfoca en la salud (frecuentemente de personas gay) y no en la legalización de la homosexualidad. La UE aceptó que ésa era la única manera en la que una subvención podría llegar a mis manos.
También recibimos aproximadamente $5,000 dólares estadounidenses que una ONG envió a través de Western Union.
Ése es el único financiamiento extranjero que hemos recibido hasta ahora.
De cierta manera, sin embargo, hemos logrado mucho incluso con muy poco financiamiento. Después de una década haciendo este trabajo, si sólo luchas las batallas legales, es posible que lentamente protejas a unas cuantas personas. Pero si quieres lograr un cambio real, debes probar todos los trucos que tienes y debes ser capaz de comunicarte.
Más que mi trabajo legal, creo que mi imagen pública es lo que ayudará a hacer que la gente hable sobre esto. La mayoría de la gente en este país no sabe que la homosexualidad existe. Y apenas se permitió la entrada de las ONG en general a Camerún a partir de 1990. Así que falta impartir mucha educación sobre los derechos humanos básicos. Con la ayuda de algunos amigos que tengo en los medios locales, aparezco en algunos programas de televisión. Promover la homosexualidad es ilegal, así que no pueden invitarme abiertamente para hablar sobre mi trabajo. En cambio, me invitan para hablar de algún otro asunto legal y una vez que estoy al aire comienzo a hablar sobre los derechos de las personas gay y nadie puede detenerme.
También he tenido cada vez mayor cobertura mediática en el extranjero, con la estación francesa RFI y con la BBC. Eso obliga a los medios locales a cubrir lo que dije en el exterior. Una estación que hable sobre derechos humanos aquí haría avanzar las cosas más rápido que cada una de mis batallas legales en los tribunales.
Pasarán décadas antes de que haya un cambio lo suficientemente grande en la opinión pública para que pueda recibir apoyo financiero desde el interior de mi propio país. En este momento siento que estoy luchando con las manos descubiertas contra una enorme maquinaria estatal. Pero el reciente apoyo internacional me permitirá seguir adelante. He tenido pequeñas victorias que me hacen sentir que, finalmente, las normas internacionales de derechos humanos triunfarán sobre la posición del gobierno nacional. Muchas personas, incluidos los magistrados y las personas en el gobierno, ahora me están diciendo, en privado, que entienden mejor los temas relacionados con la homosexualidad y que antes simplemente no sabían nada al respecto. También ayuda que el nuevo Papa haya dicho que se debe tolerar a los homosexuales.
Sophie Arie fue la escritora fantasma de este artículo de Alice Nkom.