¿Cómo influyen las financiadoras en la agenda de los derechos digitales? Notas de campo (Parte I)


¿Hasta qué punto son independientes las organizaciones sin ánimo de lucro de sus financiadoras? Se trata de una pregunta un tanto tabú, ya que tendemos a aceptar que las organizaciones sin ánimo de lucro tienen un impacto en la opinión pública e incluso en la elaboración de políticas y asumimos que sus posiciones sintetizan la participación pública. El grado en que se debe permitir que los dólares influyan en los resultados en una democracia es un tema muy debatido, sobre todo en torno a las elecciones.

Esta cuestión de la autonomía es especialmente relevante en el espacio de los derechos digitales. Este espacio se caracteriza por un modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas a través del cual se busca el consenso en cuestiones clave relacionadas con internet. Este modelo sitúa a la sociedad civil —en su mayoría representada por organizaciones sin ánimo de lucro— en pie de igualdad con los gobiernos y las empresas.

El supuesto que subyace a esta estructura plural es que cada actor es capaz y está dispuesto a representar sus propios derechos, valores e intereses. Si el modelo de múltiples partes interesadas se basa en una pluralidad de actores que deliberan para llegar a un consenso, entonces es importante que cada actor pueda y quiera representar los derechos, valores e intereses de las diferentes partes interesadas. Si una de las partes puede influir en otra al controlar su financiación, la legitimidad de los resultados del proceso multipartito quedará en entredicho.

Para comprender mejor el papel que desempeña la financiación en la evolución de las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan sobre los derechos digitales, y el campo de los derechos digitales como tal, coordinamos un taller en la RightsCon. Este es el primero de dos artículos de opinión en los que describimos lo que aprendimos de esta experiencia y cómo los participantes creen que podemos garantizar una relación positiva y sostenible entre los financiadores y los beneficiarios.

¿Influye el dinero en las agendas?

Para empezar, pedimos a los veintiún participantes que clasificaran el grado en que creían que la financiación influye en el trabajo de las organizaciones sin ánimo de lucro. Como muestra la siguiente captura de pantalla, las distintas partes interesadas ven este asunto de forma muy diferente.

Fig. 1. Captura de pantalla del resultado consolidado de tres tableros elaborados por los autores y rellenados por los participantes durante el taller de RightsCon.

En general, los financiadores perciben su influencia sobre las organizaciones sin ánimo de lucro como inferior a la que la mayoría de esas organizaciones parecen ver, y los académicos generalmente la perciben como superior a la de los propios financiadores y beneficiarios. Estas diferencias sugieren la necesidad de una conversación más pública.

Comprender la influencia

Un elemento clave de la conversación entre los participantes fue la distinción entre autonomía, influencia, (in)dependencia y responsabilidad.

Varios participantes que formaban parte de organizaciones sin ánimo de lucro con financiación comunitaria mencionaron que se sentían muy responsables ante su gran base de pequeños financiadores. Sentían la necesidad de ser extremadamente transparentes en cuanto a sus finanzas y de abrir espacios de conversación para justificar las reasignaciones presupuestarias a su amplia base de financiadores, que son a menudo miles de personas que donan mensualmente entre 5 y 100 dólares. Sin embargo, dado el lugar distribuido de dicha responsabilidad, creían que este sentido de la responsabilidad no debía equipararse a la influencia.

Por el contrario, un participante cuya organización estaba en gran parte financiada por una única fundación mencionó cómo el hecho de que esta entidad financiadora estuviese dando un giro en su misión desencadenó una crisis interna de identidad para muchos de sus beneficiarios y preguntas sobre si ellos, como beneficiarios, también deberían dar ese giro. Es decir, incluso en los casos en los que un financiador no desea influir, la dependencia puede crear efectos similares (no deseados).

Por último, algunos mencionaron casos concretos en los que los financiadores imponían duras restricciones a los tipos de actividades o resultados que podían perseguir los beneficiarios. Un ejemplo que este participante puso de manifiesto fue el caso de New America, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington, fundada en 1999, que suele situarse a la izquierda del espectro político estadounidense y que maneja un presupuesto anual de unos 30 millones de dólares.

En 2017, New America rompió sus lazos con Open Markets, un equipo de New America especializado en antimonopolio. Esta ruptura se produjo después de que el presidente de Alphabet, Eric Schmidt, expresara su descontento con el contenido de un comunicado de prensa publicado por el equipo de Open Markets en el que se alababan los esfuerzos antimonopolio de la UE. Los detalles de cómo fue que Google ejerció su influencia sobre New America siguen siendo un poco desconocidos. Lo que parece claro, sin embargo, es que incluso en el caso más leve, la mera expresión de desagrado por parte de un financiador clave puede ser suficiente para que un beneficiario tome medidas enérgicas. Esto pone de manifiesto la amplitud de las formas en que se puede restringir la autonomía de una organización.

Las organizaciones sin ánimo de lucro tienen que navegar en la cuerda floja para conseguir financiación, mantenerse fieles a su misión y ofrecer un lugar de trabajo sostenible a sus miembros. Este difícil acto de equilibrio a menudo conduce a una caída en la relación entre los financiadores y los beneficiarios.

Así, a lo largo de la sesión, los participantes exploraron las diferentes formas en que su relación con los financiadores da forma a su trabajo. Los conceptos de responsabilidad, influencia, (in)dependencia y autonomía están, por supuesto, estrechamente relacionados, y en la práctica suele ser difícil distinguirlos. Dicho esto, esforzarse por lograr algún tipo de claridad conceptual y debatir estas distinciones dentro de las organizaciones sin ánimo de lucro y con los financiadores puede ayudar a evitar problemas a largo plazo. Así, basándonos en la experiencia del taller, sugerimos este primer esbozo:

La rendición de cuentas, literalmente, es sobre todo una actividad de tipo ex-post que implica la explicación de lo que se ha hecho con los recursos que se proporcionaron. En el taller, los participantes que representaban a organizaciones sin ánimo de lucro que recibían financiación de miles de pequeños donantes individuales consideraron que esto era engorroso pero no necesariamente problemático.

Por un lado, la influencia se refería a un conjunto de acciones en nombre de la financiadora que pretenden dar forma a las decisiones del beneficiario. Por otro lado, la dependencia se describió como un conjunto de decisiones de la financiadora que podrían tener un impacto involuntario o pasivo en las elecciones y la agenda del beneficiario.

Por último, la autonomía se describió como la capacidad de los beneficiarios de tomar decisiones de acuerdo con su estructura política interna, basada en su misión y visión, y de respaldar dichas decisiones a pesar de las opiniones de las financiadoras.

La segunda parte de este artículo, que se publicará la próxima semana, describirá algunas de las buenas y malas experiencias entre financiadoras y beneficiarios que compartieron los participantes. Se cerrará con una serie de recomendaciones elaboradas a lo largo del taller y en conversaciones posteriores.


Gracias a los participantes en el taller de la RightsCon, en particular a Brandon S., que también aportó sus comentarios a este artículo.