Derechos humanos: ¿Ideología, ilusión, fuente de esperanza?

Crédito: Jorm Sangsorn / iStock

Un compromiso profundo con la teoría de los derechos humanos es más que un pasatiempo intelectual: tiene un profundo sentido político, dado la nueva crítica de los derechos humanos como idea, el auge del autoritarismo antiigualitario, y retos fundamentales como la guerra, la pobreza, y el cambio climático, que parecen exigir que reimaginemos los derechos humanos.

En este contexto, mi reciente libro intenta demostrar que, contrario a lo que aseveran los críticos del pasado y del presente, la historia de la justificación de los derechos humanos, así como lo que sabemos sobre la cognición moral humana, son razones más que suficientes para mantener viva la idea de los derechos humanos.. Esto puede lograrse no sólo al criticar las deficiencias de su práctica jurídica y política, exponer sus abusos e identificar sus puntos ciegos, sino también reafirmar los motivos de su profundo atractivo.

 

Concepto e historia

El libro aclara en primer lugar el concepto de derechos por medio de la teoría moral y jurídica analítica. Segundo, se vuelca sobre uno de los debates actuales sobre derechos humanos más álgidos: la historia de los derechos humanos.

La historia de los derechos humanos no se limita a contar la historia de la explícita idea de los derechos humanos ni tampoco simplemente rastrea la historia de los términos que ahora utilizamos para expresar esta idea. Buscar una Declaración Universal en cuneiforme es una tarea inútil. El relato histórico debe ser mucho más complejo y debe tener en cuenta, sobre todo, ideas normativas acerca de lo que es correcto y justo que no sean derechos humanos pero que formen los cimientos del lento desarrollo de la idea de los derechos humanos. Entre ellas se incluyen juicios morales básicos acerca de las reivindicaciones que tienen los seres humanos. La clave de estas percepciones no son sólo las normas morales explícitas y códigos jurídicos sino también prácticas sociales, sobre todo las luchas de los seres humanos a través de los tiempos por lo que creían que les correspondía.

Esto amplía la perspectiva de la historia de los derechos humanos considerablemente. Y lo que es más importante, nos proporciona herramientas metodológicas para empezar a explorar una parte olvidada de la historia de los derechos humanos: el papel que tales juicios han desempeñado en las vidas y sociedades de los pueblos indígenas. Es importante preguntarse cómo estos pueblos, que desde hace mucho tiempo sufrieron bajo las potencias europeas, percibían su propia conquista, represión, explotación, y esclavitud. Tomen el ejemplo de los Hereros, un grupo étnico bantú que habita partes del sur de África que las fuerzas coloniales alemanas expulsaron al desierto para que murieran en 1904. ¿Estaban simplemente experimentando el dolor físico de su situación o también la injusticia de su sufrimiento y, en cualquier marco conceptual, las violaciones de cualquier prebenda que creían tener? Este tipo de experiencia moral, aunque no se exprese en términos modernos de derechos humanos, es muy importante para una idea de los derechos humanos que pretenda evitar puntos ciegos etnocéntricos vergonzosos o incluso prejuicios racistas.

Enes investigación histórica demuestra que la materia prima normativa para la construcción de los derechos humanos puede encontrarse a través del tiempo y las culturas. Los derechos humanos no son prerrogativa de lo que a veces se denomina cultura "occidental". Estos ladrillos de construcción fueron torneados a través de un proceso largo, retorcido y discontinuo hasta la idea explícita desarrollada hace poco de los derechos humanos como concepto ético, político y, en última instancia, jurídico.

Esta historia –en particular el establecimiento del sistema jurídico concreto de derechos humanos tal y como lo conocemos desde 1945, construido sobre los pilares de las constituciones y los sistemas regionales e internacionales de protección de derechos que se apoyan mutuamente— confirma que lo clave para comprender el núcleo normativo de los derechos humanos son no las nociones culturales vagamente circunscritas y a menudo esencialistas, sino las posiciones específicas, normativas y profundamente políticas formadas por agentes humanos que reflexionan de manera autónoma en cuanto all estatus y las reivindicaciones justificadas de los seres humanos y sus deberes fundamentales. Es un error despolitizar el proyecto intrínsecamente político de los derechos humanos.

 

¿Basura ideológica del pasado?

El tercer paso de la investigación consiste en indagar qué fundamentos existen para la justificación normativa de los derechos humanos. El discurso teórico actual sobre este tema es rico y controvertido y parece confirmar que una teoría justificativa de los derechos humanos necesita incluir tres elementos: en primer lugar, un elemento antropológico que ayude a motivar la selección de los bienes humanos, que están conformados por la historia pero no dependen totalmente de ella, que los derechos humanos protegen. En segundo lugar, una teoría de las condiciones políticas previas para el disfrute de estos bienes; y, en tercer lugar, unos principios normativos ricos en justicia igualitaria, solidaridad obligatoria sustantiva y el valor intrínseco de los seres humanos.

 

La última pieza del rompecabezas

En último paso en el argumento es comprometerse seriamente con la psicología moral actual, la teoría evolutiva, y la ciencia cognitiva. Se han ofrecido afirmaciones sólidas acerca de la naturaleza y los orígenes de los conceptos morales humanos, incluidos los derechos humanos. Entre ellas se encuentra la afirmación de que nosotros los humanos poseemos estructuras cognitivas que nos engañan para que creamos en ciertos conceptos morales —incluidos los derechos humanos— que no son más que ilusiones cognitivas.

Lo que la discusión crítica de tales afirmaciones, la evaluación de lo que una teoría suficientemente compleja del desarrollo evolutivo de la cognición moral, y la revisión de la psicología moral actual nos enseñan sobre las estructuras y los orígenes del pensamiento moral, la emoción, y la motivación nos lleva a conclusiones diferentes: no hay razón alguna que se pueda derivar de las teorías de la evolución y la psicología humana que socave la defensa de los derechos humanos. Por el contrario, hay enfoques teóricos prometedores, en particular la aproximación mentalista de la cognición moral humana, que apoyan la percepción de que la estructura profunda de la psicología moral humana en aspectos importantes refuerza el proyecto de los derechos humanos y no es su adversario oculto.

No existe una carta innata de los derechos humanos, pero existen estructuras de cognición moral que hacen posible el complejo proceso de desarrollo de los derechos humanos. Este es un resultado significativo de la investigación. No se pueden extraer conclusiones normativas de hallazgos psicológicos. Pero es importante, dados sus resultados a menudo fascinantes y esclarecedores, hacer justicia a esta investigación y aclarar lo que realmente implica para cuestiones normativas de tanta importancia como los derechos humanos. Este tipo de consideraciones no han llegado a las principales corrientes de la teoría de los derechos humanos, lo cual es lamentable.

 

Un punto simple

Los derechos humanos no tendrían sentido si todos los miembros de la desconcertante y potencialmente autodestructiva especie humana no merecieran por igual el esfuerzo de garantizar con derechos en ética, política, y la ley sus capacidades para buscar su visión particular de la vida. Por lo tanto, después de todo lo dicho y hecho, los derechos humanos tienen un sentido simple: constituyen una afirmación del valor de la vida de cada ser humano, con toda su locura, desesperación, oportunidades perdidas, percepciones ocasionales, y frágiles y raros momentos de felicidad, así como la chispa de grandeza que habita en su esencia.