Romper los binarios y la reciprocidad intergeneracional

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Grupos de mujeres indígenas realizan una ceremonia de apertura de Tlalmanalli para dar inicio al Foro Generación Igualdad en México. La ceremonia se llevó a cabo en el Complejo Cultural Los Pinos de la Ciudad de México el 29 de marzo de 2021. Photo: UN Women/Paola Garcia (CC BY-NC-ND 2.0)


Después del Foro por la Igualdad Generacional de París, el mayor encuentro virtual por la igualdad de género, las niñas y las jóvenes feministas se han organizado y movilizado colectivamente, y han puesto en evidencia a los tomadores de decisión. A pesar del reciente impulso, las niñas y los jóvenes han seguido enfrentándose a la exclusión, el adultismo y la inclusión simbólica en los espacios de toma de decisiones formales e informales, tanto dentro de las organizaciones como en las Naciones Unidas. 

Aunque el “coliderazgo intergeneracional” está en boca de la gente, se tiende a volver a caer en viejas dinámicas de poder y opresiones profundamente arraigadas en los sistemas patriarcales.

Con los 40 000 millones de dólares anunciados en el Foro por la Igualdad Generacional en compromisos para alcanzar la igualdad de género en los próximos cinco años, es fundamental garantizar que este dinero llegue a las organizaciones y movimientos feministas de base, incluidos los liderados por jóvenes feministas. Se trata de una oportunidad sin precedentes para trabajar de forma equitativa, al reconocer y dotar de recursos a las niñas y jóvenes como actores políticos, al tiempo que se refuerza la organización intergeneracional y el coliderazgo basado en la transparencia, honestidad y apertura.

Cada generación se enfrenta a dinámicas y retos complejos. La edad, al igual que el género o la geografía, es una identidad fluida y cambia en diferentes contextos. ¿En qué medida los binarios entre jóvenes y mayores sirven realmente para nuestra organización y nuestras relaciones? La dicotomía en torno a la edad a menudo actúa para fragmentar aún más el trabajo y también puede invisibilizar a las personas de todo el espectro.

Como feministas más jóvenes que han envejecido más allá de los movimientos juveniles y que han abandonado o están abandonando las funciones de liderazgo de las organizaciones de jóvenes feministas, hemos reflexionado profundamente sobre lo que se necesita para organizar eficazmente a todas las generaciones. Tenemos más preguntas que respuestas, pero creemos con firmeza que la colaboración y la organización intergeneracional intencional son fundamentales para la resistencia y la sostenibilidad de nuestros movimientos.

¿Dónde están las fallas?

Como parte de la generación intermedia, o de la generación sándwich, luchamos por encontrar la mejor manera de apoyar a las jóvenes feministas, sin desaparecer de los espacios que recién hemos ocupado, sin dejar de ser solidarias y sin ocupar el espacio que debería centrar a las jóvenes feministas. Al encarnar los roles de conexión entre generaciones, pretendemos catalizar los debates sobre las transiciones de liderazgo que nutren al individuo, a la organización y a nuestros movimientos más amplios.

Según nuestra experiencia, el reparto de poder es una de las fallas más profundas en la organización feminista transnacional intergeneracional. Para las generaciones más jóvenes, entre las que nos encontramos, compartir el poder es parte de la forma en que nos organizamos y construimos la resiliencia, mientras que las generaciones mayores a menudo vienen de una época en la que “pasar la antorcha” era el único medio para acceder al poder.

Muchas jóvenes feministas siguen siendo ignoradas, no son tomadas en serio o experimentan la discriminación por razón de edad en contextos organizativos, de movimiento e intergubernamentales. Nuestras propias experiencias de organización intergeneracional no siempre han sido positivas. Se nos asigna la tarea de tomar notas, se nos interrumpe a mitad de la frase o se asume que tenemos un papel menor, incluso cuando nosotras mismas dirigimos una organización. Incluso en espacios con las mejores intenciones de apoyar a las jóvenes feministas y a la organización intergeneracional, la responsabilidad a menudo recae en los miembros jóvenes del equipo feminista para integrar a la juventud en las prioridades de la organización. Muchas veces nuestras experiencias, como feministas más jóvenes, han estado apuntaladas por dinámicas de poder, luchas, incomodidades y la despolitización de nuestra presencia en ciertos espacios.

Aunque el “coliderazgo intergeneracional” está en boca de la gente, se tiende a volver a caer en viejas dinámicas de poder y opresiones profundamente arraigadas en los sistemas patriarcales.

Del mismo modo, muchas generaciones mayores, que históricamente han luchado por el espacio que ocupan, se mueven por espacios de poder sintiéndose a menudo ignoradas y olvidadas, y se enfrentan a una constante falta de recursos y a la necesidad de competir por la financiación y el espacio con líderes emergentes. En este contexto, la apertura para alimentar, compartir experiencias, sabiduría, historia y conocimiento con las generaciones más jóvenes se vuelve menos urgente. Es como si sólo hubiera espacio para un grupo de líderes. ¿Cómo podemos valorar realmente las experiencias y perspectivas de todas las generaciones, tan necesarias para forjar nuestra liberación colectiva? 

Ir más allá de la dicotomía entre lo viejo y lo joven

Construir el poder y la solidaridad intergeneracional también requiere que desaprendamos los modelos de liderazgo jerárquico individual, en favor de alternativas más colectivas para compartir el poder. Para luchar contra la narrativa competitiva del capitalismo y el patriarcado, que dice que para que uno brille el otro tiene que quedar obsoleto, es necesario que haya más espacio y oportunidades para un auténtico coliderazgo entre generaciones, donde se comparta el poder y se adopte la abundancia en lugar de la competencia.

La fractura y las tensiones existentes entre generaciones se agudizan por la competencia por la financiación. No puede ser una estrategia de uno u otro. En la práctica, esto significa apoyar a las jóvenes activistas para que tengan acceso y control de los recursos, con financiación directa, a través de patrocinadores fiscales, o con el trabajo con mujeres y financiadores feministas que están trasladando los recursos directamente a las niñas y jóvenes feministas. Esto también significa una financiación flexible y continuada para que las organizaciones feministas establecidas puedan cocrear enfoques con los jóvenes para avanzar hacia un poder compartido en las decisiones y estructuras. La financiación para el trabajo en la intersección de generaciones sigue siendo escasa.

Los jóvenes suelen sentirse frustrados e impacientes por la lentitud de las instituciones a la hora de impartir justicia e igualdad o por la falta de interseccionalidad o inclusividad en los espacios. Por otro lado, las generaciones mayores han luchado mucho por los logros actuales, y han invertido su tiempo y su resistencia intelectual en la creación de espacios e instituciones que se supone que nos acercan a un mundo más justo.

Como respuesta, las feministas más jóvenes han creado espacios alternativos en los últimos años, como la Unconference creada antes del Foro por la Igualdad Generacional, el Ella Encuentro en Latinoamérica fundado sobre la base de la celebración de la diversidad y la inclusión de las mujer*s diversas, o la primera Global Feminist LBQ Women*'s Conference de 2019. Estos son un faro de esperanza en las luchas por desmantelar las estructuras patriarcales heteronormativas que perpetúan las exclusiones.

Sin embargo, es un error suponer que el surgimiento de estos espacios se debe únicamente a la época de las feministas. Ante los crecientes ataques a nuestros derechos y vidas, y la cooptación cada vez mayor de las agendas feministas progresistas, es urgente desmantelar y descentralizar las estructuras de poder incluso en los espacios de organización. Esto significa ampliar la articulación de una agenda feminista que incluya toda nuestra diversidad.

Hacia un reparto colectivo del poder

¿Dónde está el equilibrio entre ser activo y aprender (generaciones emergentes) y mantener la memoria institucional, apoyar las estrategias y trabajar para transferir los conocimientos técnicos, compartir la inteligencia (feministas experimentadas)?

De manera irónica, la complementariedad y a veces la falta de alineación de las visiones del mundo, los enfoques y las experiencias de las generaciones veteranas y las emergentes/jóvenes es lo que nos hace dinámicas e inevitablemente podría permitirnos ganar y lograr realmente la justicia de género. Es necesario un enfoque que funcione en todas las esferas del cambio, ya que luchamos por reestructurar las instituciones para que sean más inclusivas y responsables, al tiempo que reimaginamos y co-creamos sistemas y estructuras alternativas. Para estos cambios, necesitamos el intelecto y la experiencia vivida de todas las generaciones.

¿Cómo podemos valorar realmente las experiencias y perspectivas de todas las generaciones, tan necesarias para forjar nuestra liberación colectiva? 

Reconocemos que organizarse para desmantelar las estructuras opresivas y las injusticias se paga con nuestros cuerpos, mentes y espíritus. Por eso es tan importante mantener un espacio genuino para la sanación y el cuidado colectivo dentro de los movimientos y las generaciones. Las feministas de diferentes generaciones siguen afirmando la necesidad de superar el trauma intergeneracional. Reconocer estas realidades y crear un espacio para las reparaciones es un paso importante hacia la justicia y la solidaridad generacional. Avanzar más allá de los intercambios hacia la comprensión y la apreciación de las diferentes experiencias e historias vividas apoyará un terreno fértil para la convergencia y una colaboración más profunda entre generaciones. También debemos dedicar tiempo a celebrar nuestras victorias.

Nos encontramos en una coyuntura en la que se necesitan modelos revitalizados de liderazgo y organización intergeneracional, tanto en la práctica como en el lenguaje y el cambio de narrativa. Esto requiere ir más allá de la dicotomía de lo viejo y lo joven, reconocer el espectro de experiencias y encontrar formas de sentarse en el desorden de nuestras identidades cambiantes, incluidas las basadas en la edad. Con las fuertes oleadas de ataques de los grupos antiderechos a la igualdad de género, la sexualidad y la autonomía corporal, está claro que quienes están comprometidos con las agendas de justicia social transformadora y creen en el cambio colectivo, liderado por el movimiento, se necesitan mutuamente, sin importar la edad.