Los arrecifes de coral son defensores de los derechos humanos

Crédito: Francesco Ungaro / Unsplash

Cuando los huracanes María e Irma azotaron Puerto Rico en 2017, fracturaron comunidades. Se perdieron vidas trágicamente, familias fueron desplazadas, medios de vida se vieron interrumpidos y barrios quedaron reducidos a escombros. Menos visibles fueron las comunidades bajo las olas, pero también quedaron devastadas: las comunidades de arrecifes de coral quedaron violentamente fragmentadas por el oleaje de la tormenta e inundadas por los escombros. Al igual que en tierra firme, algunas zonas aún no se han recuperado.

Durante un reciente trabajo de campo en Puerto Rico, los estudiantes de la Clínica de Investigación y Acción sobre los Derechos de la Tierra (TERRA) de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York se reunieron con expertos para aprender sobre los efectos del cambio climático en los arrecifes de coral. Con una mejor comprensión del papel fundamental que desempeñan los arrecifes de coral en la vida de las comunidades costeras humanas y no humanas, surgió una pregunta sencilla: ¿por qué la comunidad de derechos humanos no considera a las especies clave, como los corales que forman los arrecifes de coral, como defensores de los derechos humanos? En relación con esto, ¿podríamos sentirnos motivados a proteger y restaurar mejor los arrecifes de coral si nos refiriéramos a ellos de una manera que reflejara con mayor precisión el papel que ya desempeñan en nuestras vidas humanas?

Los arrecifes de coral como defensores de los derechos humanos

Los defensores de los derechos humanos trabajan para defender y promover los derechos y libertades fundamentales en todo el mundo. En los últimos años, se han enfrentado a amenazas crecientes, como el acoso y la violencia, lo que ha inspirado esfuerzos internacionales para protegerlos. Las especies clave, como los arrecifes de coral, pueden no documentar violaciones ni organizar protestas, pero también defienden los derechos humanos a su manera.

Los arrecifes de coral ocupan menos del 1 % del fondo oceánico, pero sustentan más del 25 % de la vida marina. Son esenciales para la seguridad alimentaria de muchas comunidades pesqueras. Afianzan las identidades locales y sustentan prácticas culturales entrelazadas con el océano. También proporcionan una barrera física que absorbe y reduce la energía de las olas entrantes, protegiendo así las costas de las tormentas, la erosión y las inundaciones. Sin los arrecifes de coral, las playas del Caribe y las economías costeras de las que dependen tantos medios de vida dejarían de existir. En resumen, son esenciales para preservar los derechos humanos de quienes viven en muchas comunidades costeras, ya sea el derecho a la vida, a un nivel de vida adecuado (que incluye una alimentación y una vivienda adecuadas), a la salud, al patrimonio cultural o a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.

La amenaza del clima extremo y el cambio climático

Tras la temporada de huracanes de 2017, el Dr. Edwin Hernández-Delgado y Samuel Suleiman-Ramos fueron llamados para ayudar a restaurar los arrecifes de coral de Puerto Rico. Dirigen la organización sin ánimo de lucro Sociedad Ambiente Marino (SAM), que promueve la restauración de los arrecifes de coral y las praderas marinas, lleva a cabo investigaciones orientadas a la conservación y la gestión, y educa al público sobre la importancia crítica de conservar y restaurar los recursos marinos. En 2003, SAM estableció el primer proyecto de restauración de corales sostenido en la región del Caribe. Aunque se perdieron casi 100 000 corales restaurados durante las tormentas de 2017, SAM no se desanimó y, con un ejército de voluntarios, restauró con éxito más de 50 000 corales. Sin embargo, sus esfuerzos se enfrentan a nuevos retos, ya que los episodios de calor extremo de los últimos años han dificultado aún más la lucha por preservar estos frágiles hábitats marinos. En última instancia, la mayor parte de los esfuerzos de SAM se perdieron una vez más debido al blanqueamiento y la mortalidad masiva de los corales en 2023 y 2024.

El año 2024 marcó el final de la década más calurosa jamás registrada, con temperaturas globales que llevaron los sistemas humanos al límite. Lo mismo ocurre con los arrecifes de coral, que son los ecosistemas más sensibles a las altas temperaturas. El calentamiento global está provocando blanqueamiento masivo y mortalidad recurrentes en los arrecifes de todo el mundo, no solo en Puerto Rico, donde los episodios de calor extremo de 2023 y 2024 provocaron la pérdida de millones de corales formadores de arrecifes. Esta pérdida incluyó más del 99 % de las poblaciones restantes de coral cuerno de alce (Acropora palmata), coral cuerno de ciervo (Acropora cervicornis) y coral pilar (Dendrogyra cylindrus), todos ellos catalogados como especies en peligro de extinción. Otras muchas especies también han sufrido importantes descensos, lo que ha afectado negativamente a las funciones ecológicas de los arrecifes.

¿Qué nos depara el futuro?

Con el nivel actual de calentamiento, se prevé que los arrecifes de coral de todo el mundo disminuyan entre un 70 % y un 90 % para 2050. Investigaciones recientes sugieren que la restauración no puede ampliarse a escala mundial para evitar estas pérdidas. Pero, aunque no podemos detener el reloj, aún podemos ganar tiempo. Las iniciativas de restauración locales, como las lideradas por SAM, ofrecen un salvavidas fundamental. Todavía hay opciones viables para fortalecer las comunidades de arrecifes frente a futuras olas de calor y tormentas marinas, o al menos garantizar que se conserven suficientes corales resistentes al clima para mantener sus funciones ecológicas y servir de base para un eventual resurgimiento. Las estrategias novedosas son vitales para identificar los corales supervivientes, cultivar especies de corales resistentes al clima y garantizar la diversidad genética mediante iniciativas de trasplantes cruzados y transferencias entre islas.

Si consideramos los arrecifes de coral como defensores de los derechos humanos, entonces podríamos empezar a comprender que su supervivencia no es solo una preocupación ecológica, sino una cuestión de derechos humanos. Los defensores que están en primera línea necesitan protección. Apoyar el trabajo de restauración local es una forma de hacerlo. Otra es limitar las emisiones globales de gases de efecto invernadero que provocan la crisis climática en primer lugar. Se lo debemos a los arrecifes —y a las comunidades que protegen—: debemos actuar y salvaguardar el pequeño porcentaje de comunidades de arrecifes que probablemente sobrevivirán mientras aún estamos a tiempo.