Los defensores de derechos humanos (DDH) en muchas partes del mundo sufren una presión inmensa a causa de su activismo. En muchos lugares, las restricciones recientes impuestas por los gobiernos para responder a la COVID-19 han hecho que promover y proteger los derechos humanos sea aún más complicado y peligroso. En consecuencia, los defensores de derechos humanos se han encontrado ante restricciones de circulación y libertad de expresión sin precedentes.
Las Iniciativas de Reubicación Internacional Temporal (TIRI, por sus siglas en inglés) responden a los riesgos que enfrentan los defensores al ayudarles a trasladarse a un lugar (relativamente) seguro fuera del país en el que trabajan, ya sea dentro de la región inmediata o a nivel internacional. Algunas de estas iniciativas apoyan grupos específicos de defensores, como los artistas o profesionales creativos, mientras que otras se concentran en una región específica o están abiertas a todos los defensores, incluidos periodistas, abogados, defensores de derechos LGBTIQ y activistas ambientales. Muchos defensores acceden a las TIRI solo después de pasar un periodo escondidos o de haberse trasladado a otro lugar dentro de sus países. Durante su reubicación, que puede durar desde algunas semanas hasta dos años, los defensores tienen acceso a una serie de beneficios, que incluyen el desarrollo de capacidades, la creación de redes y la solidaridad profesional.
Además de la seguridad, el bienestar de los defensores es una prioridad para estas iniciativas. Consideramos que el bienestar abarca la salud mental, emocional, espiritual y física, así como las relaciones saludables con otras personas y con el medio ambiente. Una persona que se siente física, mental y emocionalmente fuerte es más capaz de trabajar por el bien de los demás. Muchos defensores llegan a su reubicación agotados y con problemas de salud mental, como síndrome de desgaste profesional, ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático. Los defensores también pueden sentir culpa, vergüenza y aislamiento durante la reubicación y después de regresar a casa.
Como comunidad de práctica, hemos adquirido una experiencia valiosa a través de nuestro trabajo con los defensores en reubicación. Para muchos de ellos, la reubicación ha sido una experiencia transformadora, al proporcionarles un muy necesario alivio y seguridad ante las presiones y amenazas que enfrentan día a día.
Para muchos defensores, la reubicación ha sido una experiencia transformadora, al proporcionarles un muy necesario alivio y seguridad ante las presiones y amenazas que enfrentan día a día.
Sin embargo, en algunos casos, la reubicación no siempre tiene un efecto positivo en el bienestar de los defensores. La separación de sus redes de apoyo social, el choque cultural y las relaciones con sus anfitriones, que muchas veces se basan en la dependencia o un desequilibrio de poder real o percibido, pueden exacerbar las dificultades que ya enfrentan. Algunas de las personas que gestionan la reubicación han señalado que, sobre todo en el caso de los programas de reubicación más intensivos, “[nos dimos] cuenta de que [los defensores] están demasiado traumatizados para lidiar con lo que se espera de ellos”.
Las TIRI ofrecen sesiones con psicólogos, asesores culturales, consejeros y otros profesionales, así como oportunidades para practicar yoga, meditación, terapia artística u otras actividades que pueden contribuir al bienestar de los defensores. Sin embargo, pese a sus conocimientos especializados, las necesidades de los defensores a menudo rebasan la experiencia de las comunidades de profesionales médicos y psicológicos que trabajan en las TIRI. Al no comprender la naturaleza política del trabajo de los DDH, en algunos casos la respuesta poco útil de los profesionales ha sido instarlos a cesar su activismo debido a los riesgos que representa. El desconocimiento de la forma en que sus propios antecedentes, perspectivas y formación influyen en la relación con los defensores puede generar una falta de confianza, lo que obstaculiza aún más la eficacia de la intervención terapéutica.
Las interpretaciones y creencias de los defensores en torno al concepto de bienestar son diversas y dependen de sus antecedentes religiosos, culturales, sociales, políticos y económicos. A los defensores suele resultarles difícil hablar sobre su propio bienestar mental y emocional; el mismo lenguaje que se utiliza para referirse a este tema puede causar distanciamiento. Además, el estigma, los prejuicios y los conceptos erróneos sobre la salud mental en sus sociedades pueden obstaculizar aún más los esfuerzos para fortalecer su bienestar. La interrelación de algunos aspectos de identidad, como el género, el origen étnico, la clase y las capacidades, pueden empeorar el problema.
Con el fin de afrontar estos desafíos, y de reiterar y compartir las buenas prácticas, Justice and Peace Netherlands, el Centro de Derechos Humanos Aplicados de la Universidad de York, la International City of Refuge Network, la Martin Roth Initiative y los expertos independientes Adam Brown y Sasha Koulaeva emprendieron un proyecto de investigación para entender mejor las normas, creencias y prácticas que obstaculizan y apoyan a los DDH en el fortalecimiento de su bienestar. Los resultados de esta investigación, así como las conversaciones entre coordinadores, proveedores de servicios de bienestar e investigadores de todo el mundo, dieron como resultado las Guías de Barcelona sobre el Bienestar y la Reubicación Internacional Temporal de Defensores de Derechos Humanos en Riesgo.
Las Guías de Barcelona nos invitan a todos los que participamos en la reubicación temporal de defensores a reflexionar y reevaluar si estamos proporcionando la seguridad y el apoyo que prometemos.
Las Guías de Barcelona están dirigidas a los proveedores de servicios de las TIRI y destacan que es preciso dedicar atención específica al bienestar de los defensores, desde el diseño mismo de las iniciativas de reubicación, hasta las actividades planificadas, las expectativas de los defensores y los recursos y los fondos asignados. Expresan principios compartidos sobre nuestro enfoque colectivo con respecto al bienestar y ofrecen orientación sobre las buenas prácticas para quienes participan en las iniciativas.
El punto de partida del apoyo debe ser reconocer la perseverancia y los logros de los defensores. Las TIRI deben permitir que ellos, que son los sujetos de la reubicación, elijan entre una gran variedad de actividades y métodos terapéuticos y decidan qué les funciona y qué no. La idea de que el bienestar es una estrategia política y una parte esencial de la seguridad —vinculada no solo con el cuidado individual sino también con el cuidado colectivo dentro de los movimientos— resulta atractiva para los defensores.
Al elaborar los programas de bienestar, es preciso tomar en cuenta el regreso de los defensores. Las intervenciones terapéuticas iniciadas durante la reubicación y que requieren un seguimiento deben ser accesibles a su regreso sin necesidad de una gran inversión financiera. Los proveedores de servicios, incluidos los coordinadores y profesionales de salud, también deben ser conscientes de las relaciones de poder que existen dentro de estos programas y sus efectos sobre el sentido de autonomía de los defensores.
Reconociendo las limitaciones de recursos de las TIRI, las Guías de Barcelona son un documento de aspiraciones. Por ejemplo, en algunos lugares, puede ser difícil encontrar profesionales de la salud cuya experiencia vaya más allá del trabajo con el público en general. Pese a sus mejores intenciones, es posible que estos profesionales no muestren sensibilidad suficiente ante las necesidades de los defensores. En lugares con escasez de viviendas asequibles, puede ser difícil encontrar un alojamiento adecuado que esté disponible durante todo el año para albergar a los defensores. En algunos casos, al final del periodo de reubicación previsto, los defensores no están listos para volver a casa y es necesario hacer otros arreglos.
Las Guías de Barcelona nos invitan a todos los que participamos en la reubicación temporal de defensores a reflexionar y reevaluar si estamos proporcionando la seguridad y el apoyo que prometemos. También nos alientan a seguir aprendiendo y mejorar nuestros esfuerzos mediante la creación de más oportunidades para compartir experiencias, conocimientos y lecciones aprendidas dentro y entre los diversos programas.
Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, se han suspendido la mayoría de los programas de reubicación temporal, en detrimento de los defensores que necesitan con urgencia un espacio seguro. Buena parte de quienes trabajamos para estos programas nos sentimos impotentes al no poder apoyar a los defensores, muchos de los cuales enfrentan nuevas amenazas a causa de la crisis.
Las Guías de Barcelona reconocen que se puede ver afectado el bienestar de todas las personas involucradas en los programas de reubicación temporal, incluidos los coordinadores. Por lo tanto, como comunidad de práctica, subrayamos la importancia de servir de modelos de buenas prácticas de bienestar. En este sentido, las Guías de Barcelona están en el marco de un proyecto más amplio para asegurar el bienestar no solo de los defensores, sino también del movimiento de derechos humanos, a fin de convertirnos en comunidades de cuidado mutuo.