“Lugares pequeños, cerca de casa”: comunicación exitosa sobre derechos humanos

El apoyo público para los derechos humanos no es algo fácil de obtener ni de conservar. Después de todo, los derechos humanos existen para proteger a los individuos no solamente de la tiranía de los Estados, sino también de los prejuicios populares y las actitudes discriminatorias que amenazan los derechos de los grupos sociales marginados e impopulares. A veces, los derechos humanos existen para proteger a personas que podríamos considerar impopulares legítimamente, como las implicadas en el terrorismo.

Sin embargo es esencial tomar medidas para desarrollar apoyo público, o al menos respeto público, para los derechos humanos. Como señalaron Rachel Krys y Kevin Nix , el encuadre que les damos a ciertos derechos humanos puede cambiar drásticamente la opinión pública sobre esos derechos. Las batallas en los tribunales de la opinión pública son al menos tan importantes como las celebradas en los tribunales de justicia para una defensa eficaz de los derechos humanos. Sin ellas, los opositores de los derechos humanos están en libertad de dar forma a la narrativa pública sobre ellos. Su abandono puede tener consecuencias terribles, ya que la opinión pública tiene la capacidad tanto de fortalecer como de destruir las leyes y las instituciones.

La marca de los derechos humanos está bajo ataque a nivel mundial. En África, los líderes acusados de crímenes de guerra y la prensa popular (de la que a menudo son dueños) se presentan a sí mismos como las máximas víctimas de la Corte Penal Internacional, a la cual representan como una iniciativa imperialista occidental. En Europa, gobiernos que incluyen al Reino Unido y Rusia acusan al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de extralimitarse y socavar la soberanía nacional, y amenazan con abandonar el sistema regional de derechos humanos. En Brasil, como en Gran Bretaña y otros países, a menudo se piensa que los derechos humanos dan la ventaja a los delincuentes en vez de a las víctimas.

En su reciente artículo para oGR, Wendy Wong sostiene que “los derechos humanos son cada vez más una parte de nuestro discurso moral, y como tal, se debaten, se usan y se abusan de todo tipo de maneras”. Pero ¿qué pasa si el discurso es casi completamente negativo? En diversos países, cada vez es más frecuente que los derechos humanos sean representados y percibidos por cantidades significativas de personas como antidemocráticos, y como algo que debilita la seguridad y viola la justicia y la equidad al colocar a individuos irresponsables por sobre los intereses de la comunidad en general. Se debate sobre los derechos humanos, sí, pero como los términos de ese debate colocan a los derechos humanos en oposición a los valores compartidos, corren un riesgo cada vez mayor de ser rechazados.

Pero estas opiniones negativas no son inevitables. Con compromiso, recursos y enfoques nuevos e innovadores, es posible cambiar estos puntos de vista. Por ejemplo, en el Reino Unido algunas personas se oponen con virulencia a los derechos humanos, algunas los apoyan y otras son ambivalentes. Pero la mayoría tiene sentimientos encontrados. Este cuarto grupo ofrece la oportunidad de desarrollar apoyo público para los derechos humanos porque aún se les puede convencer, con los mensajes correctos expresados por los portavoces correctos, de que los derechos humanos son abrumadoramente una fuerza benéfica.

Dirigirse a la opinión pública no es, ante todo, una cuestión de proporcionar información adecuada o derrumbar mitos (aunque ambos tienen su función). Un corpus de evidencias obtenido a partir de las ciencias cognitivas ha mostrado cómo las opiniones profundamente arraigadas de las personas sobre los temas las hacen inmunes a la información que no concuerda con esas opiniones. Las personas buscan información para confirmar sus creencias ya existentes, no para desafiarlas. Es por esto que el derrumbamiento de mitos, como también sostiene Nix, a menudo tiene un efecto no deseado en el que la gente recuerda el mito y no la corrección.

Por otra parte, la fuerza de quienes se oponen a los derechos humanos no reside tanto en la información inexacta que promueven, sino en la exitosa manera en la que han logrado enmarcar el discurso sobre los derechos humanos. Esta es comunicación arraigada en y dirigida a los valores, que emplea imágenes y metáforas potentes y memorables.


Flickr/Justin Valas (Some rights reserved)

"Migrant rights campaigners in the US have shifted their approach by developing frames and narratives designed to appeal to American values, such as “the dreamers”, rather than confronting people with accusations of racism."


En el Reino Unido este verano, por ejemplo, los ministros han utilizado términos como “enjambres” y “merodeadores” para describir las acciones de los migrantes y solicitantes de asilo que tratan entrar al Reino Unido a través del túnel del canal de la Mancha. Después, este retrato de una amenaza existencial se despliega para orientar el debate público y político hacia las medidas de disuasión en vez de las cuestiones de derechos humanos.  

En este encuadre del discurso público es en lo que deben concentrarse los esfuerzos exitosos para influir en la opinión pública sobre derechos humanos. 

En este encuadre, y en los esfuerzos para contrarrestar este encuadre, del discurso público (el empleo de valores y metáforas en las comunicaciones y su despliegue eficaz) es en lo que deben concentrarse los esfuerzos exitosos para influir en la opinión pública sobre derechos humanos. Por ejemplo, los defensores de los derechos de migrantes en los EE. UU. han hecho un gran cambio en su enfoque, con resultados positivos, mediante el desarrollo de encuadres y narrativas diseñados para apelar a los valores estadounidenses, como los “dreamers”, en vez de enfrentar a la gente con acusaciones de racismo.

La Iniciativa Thomas Paine (Thomas Paine Initiative, TPI), de la que soy director, es un grupo colaborativo de donantes fundado en 2012 que se dedica a desarrollar apoyo público para los derechos humanos en el Reino Unido. Tomamos como punto de partido las lecciones extraídas de otros campos que han experimentado grandes avances como resultado directo de haber aprendido a cambiar el encuadre del discurso público, como las campañas a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo en EE. UU. y a nivel internacional. Estas campañas han hecho gran hincapié en entender la opinión pública y las clases de valores, metáforas y mensajeros que pueden movilizar en vez de repeler el apoyo público para los comportamientos, los programas y las políticas progresistas.

Estamos apenas comenzando a aprender cómo implementar estas técnicas en relación con los derechos humanos en el Reino Unido, con recursos modestos y un pantano de discurso público tóxico que tenemos que vadear. Pero después de una extensa investigación, ahora contamos con una base empírica relacionada con los mensajes y los portavoces que pueden inspirar el apoyo popular, y hemos comenzado a verlos entrar al discurso público.

A través de la iniciativa Equally Ours, que apoya la TPI, hemos logrado reclutar organizaciones como Age UK y Women’s Aid para desarrollar y ejecutar campañas de comunicación de alto impacto y gran alcance en los últimos meses. Estas campañas ponen énfasis en la importancia de los derechos humanos para las personas mayores que reciben cuidados y para las mujeres que sufren violencia doméstica. También hemos ayudado a distintas organizaciones de derechos humanos a comunicarse de manera diferente, como con la utilización de datos empíricos sobre la opinión pública para dar forma a la reciente campaña de Amnesty UK para salvar la Ley de Derechos Humanos y el enfoque y el contenido de RightsInfo, un proyecto apoyado por TPI que usa infografías y un estilo editorial ligero para atraer e informar sobre los derechos humanos.

Una paradoja de la defensa de los derechos humanos universales es que exige que centremos los esfuerzos de comunicación en lo particular. Esta idea no es nueva. Como dijo Eleanor Roosevelt en el décimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1958:

"Después de todo, ¿dónde comienzan los derechos humanos? En lugares pequeños, cerca de casa... [en] el mundo de la persona individual... Esos son los lugares en los que cada hombre, mujer y niño busca igualdad de justicia, igualdad de oportunidades, igualdad de dignidad sin discriminación. A menos que estos derechos tengan sentido ahí, no tendrán mucho sentido en ningún lado”.